𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟖: Hagas lo que hagas, yo siempre ganaré

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❛ Blink and the fairy tale falls apart 


𝟎𝟖.

𝑽𝑶𝑺𝑭𝑰𝑳𝑳 𝑴𝑶𝑹𝑻


La pantalla del teléfono se apagó, dejando a Raymond con la sensación de que se había quedado sin aliento. Miró a su alrededor buscando una respuesta, una solución, pero todo parecía igual de desconcertante. La mirada que el Comisario Keith Wayne le devolvió fue letal. Cada palabra abría una herida tras otra, rememorando los momentos más oscuros que habían tenido que compartir, el terror inimaginable que ya conocían. No podían siquiera verse a los ojos cuando el Super se tumbó sobre su silla, agotado y frustrado, y comenzó a tallarse la cara con fuerza. Quería gritar y no podía, quería romperlo todo... y no debía.

Keith lo miró con la angustia carcomiéndolo por dentro. Oía sin prestar atención a todos los oficiales comunicándose por la radio, pero ya todo se había convertido en inutilidades que solo lo ponían más nervioso. Era incapaz de dejar de pensar en todo lo que Adama Howell le había dicho, en su propia promesa de hacerla sentirse orgullosa, y en cómo había fallado. No había paso que sintiese que hubiese dado con éxito. Al fin y al cabo Merwick tenía razón: era el peor intentándolo.

—No quiero —comenzó diciendo Merwick, su voz estaba totalmente quebrada, apagada—, ni que menciones esto al resto del cuerpo hasta que tomemos una decisión. Todavía no sé cómo, pero no importa. Lo resolveré.

Porque dar aviso de algo como eso solo traería «héroes» del mismo calibre que James Burt, y habían aprendido por las malas que no necesitaban más de esos en el cuerpo.

—Merwick, yo...

—Ahora no, Wayne —lo detuvo el Super.

Keith la escuchó en su mente incluso en ese momento. «¿Quién mejor que tú para enfrentarlo?». Las lágrimas luchaban por salir ante la simple idea de que algo le pasara, de que su muerte fuese una sentencia escrita, quizás, por su propia mano. Tenía al alcance de un paso evitarlo, pero para ello era muy consciente de que debía cumplir su promesa a Adama e ir contra el Superintendente.

—Me ofreceré yo —dijo entonces—. A cambio de ella.

—Ni se te ocurra. —En un parpadeo, Raymond volvía a estar de pie, y su típica expresión reemplazó la tristeza que antes tenía en el rostro—. Te lo prohíbo, Keith Wayne.

—Usted no puede ir —insistió él, ocultando tras de sí ambas manos para que el otro no descubriera cuánto le temblaban—. No lo aceptarán y solo terminarán matándola. Por otro lado, meternos en un tiroteo también resultará fatal. Más, si cabe. 

En silencio, ambos se enfrentaron manteniéndose la mirada por fin. Uno quería detener el tiempo, romperlo todo, luchaba contra cada una de sus emociones más primitivas; el otro, por naturaleza más tranquilo y pacífico, mantenía su palabra en la búsqueda de por fin sostener su posición frente a quien nunca le habría llevado la contraria antes.

—Merwick —agregó Keith—, sabes que no tienes opción.

—Negativo. 

El comisario elevó una ceja a la espera de cualquier otra cosa que se pudiese hacer sin que eso involucrara el peligro de poner en riesgo la vida de alguien. Pero aunque la mente de Merwick maquinaba en búsqueda de algo más, de cualquier cosa, en realidad, todo concluía en finales infinitas veces peores.

NEVADA: Las dos caras del malWhere stories live. Discover now