CAPITULO VII

528 87 3
                                    



Zhan se quedo mirando fijamente a Yibo con la cabeza hecha un lío mientras esas palabras resonaba en su mente.

¿Sería cierto? ¿Podría atreverse a creerlo? ¿A tener esperanza después de tanto tiempo...?

— ¿Tu apellido es Wang? -repitió, incrédulo.

— Sí -le respondió Yibo con una enorme y alentadora sonrisa dibujada en el rostro.

Cupido miro de repente a su hermano.

— ¿Ya habéis intimado vosotros dos?

— No -contestó Zhan-. Aún no -y pensar que había estado enfadado por eso...

Yibo había evitado que cometiera el tercer error más grande de su vida. Le daban ganas de besarlo en ese mismo momento.

Una sonrisa iluminó el rostro de Cupido.

— ¡Maldición! Que es lo que tú te vas a quitar de encima, al parecer... Nunca he conocido a una persona que pudiese estar cerca de ti más de diez minutos sin quitarse...

— Cupido -le cortó Zhan, antes de que soltara un largo discurso acerca del número de mujeres -y hombres- con los que se había acostado-. ¿Tienes algo más que decir que nos sea útil?

— Una cosa más: El éxito de la fórmula de mami depende de que Príapo no lo descubre. Si lo hace, podría evitar que te liberaras con uno de sus desagradables truquitos.

Zhan apretó los puños ante el recuerdo de algunas de las acciones más repugnantes de su hermano.

Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, Príapo le había odiado desde que nació. Y con el paso de los años, su hermano había dado un nuevo significado a la expresión «rivalidad fraternal».

Zhan dio un sorbo a su bebida.

— No lo descubrirá a menos que tú se lo digas.

— A mí no me mires -replicó Cupido-. No soy de los suyos. Me confundes con el primo Dioni. Y ahora que lo recuerdo, tengo que reunirme con mis chicos. Tenemos pensado hacer un gran tributo al viejo Baco esta noche -extendió el brazo y dejó la mano con la palma hacia arriba-. Mi arco, si eres tan amable.

Con mucho cuidado, para no pincharse, Zhan lo sacó del bolsillo y se lo devolvió.

En ese momento percibió la extraña mirada de su hermano mayor; una mirada de afecto sincero.

— Estaré cerca por si me necesitas. Sólo tienes que llamarme, por mi nombre. Nada de Cupido. Y por favor, deja eso de «cabrón inútil». ¡Joder! -le miró con una sonrisa presuntuosa-. Debería haber sabido que eras tú.

Zhan no dijo nada mientras recordaba lo que había sucedido la última vez que tomó la palabra de su hermano, y le pidió ayuda.

Cupido se levantó, miró a Yibo y a Xuan Lu, y sonrió a Zhan.

— Buena suerte con tu intento de obtener la libertad. Que la fuerza de Ares y la sabiduría de Atenea te guíen.

— Y que Hades se encargue de asar tu vieja alma.

Cupido lanzó una carcajada.

— Demasiado tarde. Ya lo hizo en el siglo III y no fue tan horrible. Nos vemos, hermanito.

Zhan no habló mientras Cupido se abría camino hacia la puerta de salida, como cualquier ser humano normal.

La camarera les trajo el pedido y él cogió la extraña comida que consistía en un trozo de carne metido en dos rebanadas de pan; pero, a decir verdad, no tenía mucha hambre. Había perdido el apetito.

La Maldición de Sean - [ZhanYi]Where stories live. Discover now