CAPITULO XII

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Llegaron a casa al mismo tiempo que la policía.

El joven y musculoso agente miró a Zhan con suspicacia.

— ¿Quién es?

— Un amigo -respondió Yibo.

El policía alargó la mano hacia él.

— De acuerdo, deme las llaves y déjenos echar un vistazo. El agente Liu se quedará con ustedes aquí fuera hasta que lo revisemos todo.

Yibo le entregó el juego de llaves. Comenzó a mordisquearse las uñas mientras observaba cómo el policía entraba a su hogar.

Por favor, que Yun Xi esté dentro todavía.

Pero no estaba. El policía salió poco después haciendo un gesto negativo con la cabeza.

— ¡Joder! -exclamó Yibo en voz baja.

El agente Liu lo acompañó hasta la casa y Zhan los siguió.

— Necesitamos que entre y eche un vistazo para ver si falta algo.

— ¿Ha hecho algún estropicio? -preguntó Yibo.

— Sólo en los dormitorios.

Con el corazón en un puño, Yibo entró en su casa y subió las escaleras para ir a su habitación.

Zhan lo siguió y observó cómo se mantenía rígido y distante. Tenía el rostro tan pálido. Podría matar al tipo que le había hecho esto. Ninguna persona debería pasar tanto miedo, especialmente en su propio hogar.

Cuando llegaron al piso superior, Zhan vio que la puerta de la habitación del final del pasillo estaba entreabierta. Yibo corrió hacia allí.

— ¡No! -jadeó.

Zhan se apresuró a seguirlo.

Y pronto, comenzó a verlo todo rojo al contemplar el sufrimiento que reflejaba el rostro de Yibo. Podía sentir su dolor en el corazón como si fuese propio.

Las lágrimas se deslizaban por las mejillas de Yibo mientras observaba el desorden. El colchón estaba tirado en el suelo, las sábanas desgarradas, los cajones abiertos y su contenido esparcido, como si Céfiro hubiera pasado por allí en mitad de un arranque de mal humor.

Zhan le colocó las manos sobre los hombros para reconfortarlo.

— ¿Cómo ha podido hacerle esto a su habitación? -preguntó Yibo.

— ¿De quién es esta habitación? -preguntó el agente Liu-. Creía que vivía solo.

— Y lo hago. Ésta era la habitación de mis padres. Murieron hace tiempo -miró a uno y otro lado, incrédulo. Una cosa era que fuese tras él, pero ¿por qué había hecho esto?

Contempló la ropa esparcida por el suelo; ropa que le traía a la memoria tantos recuerdos maravillosos... Las camisas que su padre llevaba al trabajo; el jersey favorito de su madre; los pendientes que su padre había regalado a su madre en su último aniversario de boda. Todo estaba desparramado por la habitación, como si no tuviese valor alguno.

Pero para él eran objetos muy valiosos. Era lo único que le quedaba de ellos. El dolor le desgarraba el corazón.

— ¿Cómo ha podido hacerlo? -preguntó, mientras la rabia se abría paso en su interior.

Zhan lo atrajo hacia sus brazos y lo sostuvo con fuerza.

— No pasa nada, Yibo -murmuró sobre su pelo.

La Maldición de Sean - [ZhanYi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora