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—¡Moses!

Se giró al escuchar que gritaban su nombre y sonrió al ver a Kirash.

—Ari.

—¡Cómo te extrañé! —exclamó llegando hasta él, para abrazarlo—. Tanto tiempo sin vernos, hasta creo que estás más alto.

—Puede ser —sonrió.

—Mírate nada más, pareces un macho de la isla helada auténtico —sonrió divertida—. Hasta ese acento extraño tienes.

—¿Será por qué nací y me crié allí? —rio—. Y tú pareces una auténtica eritmatita.

—¿Quieres que te muestre lo que hacemos en nuestras tierras? —pronunció en un tono coqueto, guiñándole un ojo, haciéndolo reír.

—Siempre tan elocuente, Ari.

—Oye, dejando las bromas de lado ¿Por qué no tomaste tú el puesto como representa de la isla Helada?

—Porque Osma lo pidió primero.

—No soporto a ese imbécil, y él a mí tampoco. La semana pasada cuando tuvimos la reunión, fue repulsivo tener que escucharlo hablar.

—Es un idiota, no le tomes importancia. Nada inteligente puede salir de su boca.

—No, por eso me sorprendió saber que él sería el representante, y no tú.

—Lo pediré para el próximo año —sonrió.

—Estaré ahí apoyándote, aunque no desde el asiento de Eritma.

—¿Por qué? ¿Qué ocurrió? —le inquirió confundido.

Ambos fueron hasta una de las bancas que había en la plaza, y se sentaron allí. Moses había ido de visita a Eritma, y Kirash al enterarse de su viaje, había ido a esperarlo en la terminal.

—Tuve diferencias con los representantes de la tribu del norte y con el de Kanat'ma.

—¿Por qué? ¿Qué hicieron? —preguntó serio—. Sabes que cuentas con nuestro apoyo en caso de necesitarlo.

—La imbécil del norte me tiene celos, y el estúpido de Kanat'ma la defiende. Sin contar con el hecho de que no quieren permitir la libre comercialización de nuestros productos en la isla.

—Pero no hay ordenanza que lo prohíba —pronunció confundido.

—Exacto, eso mismo les dije.

—Lo kanatitas son... Complicados, Kira, es mejor no tener mucho contacto con ellos, y tratarlos solo lo justo y necesario.

—Sí, ya me di cuenta de eso.

—Y la verdad, es que me sorprende lo de Noaelí. Lo conocí cuando viajó a la isla y me pareció un tipo muy centrado.

—Las apariencias engañan, Moses.

***


—¿Qué fue lo que pasó, Noaelí? —preguntó seria Kumi, observando a su hijo.

—No lo sé, ellas simplemente discutieron en la panadería, y quién se desubicó con sus palabras fue Araza. Fui tras ella para pedirle que se disculpara con Zany, por su actitud errónea, y se puso furiosa.

—Noaelí ¿Yo no te dije cientos de veces que no te metas en conflictos de hembras?

—Pero mamá-

—Estoy hablando yo, tú escuchas —pronunció molesta—. Si dos hembras, especialmente si tienen cargos tan importantes como ellas, se enfrentan, las dejas solas, no intervienes. No sé que fue lo que le dijiste a esa mujer, pero esta mañana llegó una carta a nuestra embajada.

—Yo intenté hablar con ella, para hacerle entender que había actuado mal. Sólo eso.

—Nos están exigiendo el libre comercio de sus productos, o de lo contrario, llevarán esto a mayores. A el norte le acaban de aumentar un cuarenta y cinco por ciento el precio de las cosas, y Zat nos está reclamando a nosotros la suba. La isla Helada nos mandó también una carta, en apoyo y alianza a Eritma. ¡Por Kanat'ma, Noaelí! —exclamó con rabia—. ¡Jamás habíamos tenido una situación como esta!

—Pero no fue mi culpa, madre —pronunció en un tono bajo, afligido.

—Te dije que esa mujer te traería problemas, es igual al hijo menor de Zato. Y más que una alianza con el norte, que no tiene nada que ofrecernos, nosotros necesitamos estar bien con la isla Helada. Soluciona esto, Noaelí.

—Viajaré a Eritma, hablaré con Kirash.

—Eso espero.

Asintió con la cabeza y salió del salón de su madre. Ni él siquiera entendía porqué Araza había hecho un problema nacional, de una simple discusión estúpida.

***

—Kirash, Zat solicitó una cita para hablar contigo y tratar el comercio en sus tierras.

—No tengo tiempo ahora para recibir a nadie —pronunció indiferente la castaña.

—Me pidió que aunque sea atendieras su llamada, si es que en persona no podías recibirlo.

—Bien, dile que la próxima semana yo lo llamaré.

—De acuerdo —le dijo su secretaria, saliendo de la oficina.

No le interesaba en lo más mínimo lo que el líder de la tribu del norte tenía para decirle. El ajuste ya estaba hecho y ella no pensaba dar marcha atrás.

—Araza, la líder de Kanat'ma está al teléfono —pronunció la muchacha, volviendo a entrar.

La castaña rodó los ojos y le hizo un ademán con su mano, para que saliera de la oficina, y tomar la llamada en su teléfono. A Kumi no podía rechazarle la llamada, aunque quisiera.

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarla?

"—Buen día, Araza, gracias por responder a mi llamada, sé que es muy difícil para ti atender este tipo de asuntos."

—No, no lo es, señora, pero me resulta llamativo que los líderes pidan hablar ahora conmigo, cuando llevan ignorando a Eritma desde siempre.

"—Tal vez sea por el hecho de que ahora podría ser una amenaza para la isla."

—Oh, ya entiendo —pronunció frunciendo el ceño—. ¿Me declararán una guerra? ¿Debo tomar esta llamada como una amenaza?

"—Jamás buscaría una confrontación en la isla. Mi llamado es para conocer el motivo por el cual inició todo este revuelo."

—No entiendo a qué se refiere.

"—La suba en el Norte, la carta de alianza de la isla Helada, su renuncia como representante de Eritma, la exigencia del libre comercio. Porque esa actitud tan... Conflictiva."

—El precio de nuestros productos, con otras tribus, a usted no le concierne. Es un arreglo entre ellos y nosotros, y no está en discusión con nadie más. Mi renuncia como representante, es por la diferencia de ideas con el resto de representantes, la situación es inviable. La isla Helada siempre será nuestra aliada ante una situación de vulnerabilidad con Kanat'ma, somos hermanos. Y la exigencia de nuestro libre comercio, es porque no hay una ley que lo prohíba.

"—Me gustaría hablar en persona sobre esto, tratarlo de una forma más profesional."

—De acuerdo, llame a la nueva representante de Eritma entonces. Que tenga buen día —le dijo antes de cortar.

Ella ya no tenía ganas de hablar con más nadie... Nada la haría cambiar de opinión.

Y esa actitud tan caprichosa y obstinada, la había adquirido de su padre.

...

Princesa de Eritma Where stories live. Discover now