XVI

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¡¿Por qué diablos hacía tanto calor?! Y había tanta humedad, que su cabello estaba horrible. No había hecho más que bajar del avión, que ya se había puesto de mal humor debido al clima.

—¿Kirash?

—¡Noa! —exclamó sonriendo, dirigiéndose a él con su valija.

Lo abrazó con fuerza, sin ser correspondida por el castaño, que se quedó en el mismo lugar.

—¿Qué pasa? ¿No estás feliz de verme? Me vine hasta aquí sólo para hablar contigo.

—¿De qué quieres hablar?

Ella lo miró a los ojos, sintiéndose entre confundida y molesta. Él no lucía como siempre, emocionado, contento al verla. Más bien, lucía monótono, sin expresar emoción alguna.

—De lo que pasó la última vez, nosotros después de eso no volvimos a hablar más.

—Tú te fuiste, Kirash, me bloqueaste de todos lados. Si nosotros perdimos contacto, fue porque tú así lo quisiste —le dijo pasando por su lado, para ayudar a los demás muchachos a bajar las cosas del avión donde Araza había llegado.

Dos veces por semana llegaba un avión a Iosopal para llevar recursos, y a los kanatitas que quisieran llegar a la isla o volver a Kanat'ma.

—Sí, es verdad, fue mi culpa. Pero tú también debes aceptar que te equivocaste, Noaelí —le dijo en un tono molesto, siguiéndolo por detrás—. ¿Cómo te hubieses sentido tú en mi lugar? Me invitaste a tu casa ¿Y qué me encuentro? A la estúpida esa a punto de besarte.

—Eso no justifica tú actuar conmigo.

—En fin —pronunció con cansancio—. Viaje hasta aquí para poder verte y hablar contigo. Ni siquiera sabía que te habías ido de Kanat'ma, pero cuando me enteré, vine inmediatamente aquí.

—Y será mejor que vuelvas a tus tierras, Kirash —le dijo mirándola por un momento, luego de bajar una caja—. Iosopal es muy peligroso.

—Sí, me iré cuando tú regreses conmigo.

—Yo no voy a irme de Iosopal, no por un tiempo —pronunció volviendo a subir al avión.

—Perfecto, me quedaré aquí entonces —le dijo despreocupada, sentándose sobre una de las grandes cajas que habían bajado—. No tengo ningún apuro.

***

—Ese tipo es Gay.

Noaelí observó a Araza y luego disimuladamente al cocinero, antes de volver a comer. Estaban todos sentados en el gran comedor, mientras almorzaban, y como era de esperarse, la jovencita se había quedado junto a Noaelí.

—¿Por qué crees eso?

—Basta con escucharlo hablar, o ver como se mueve, o su forma de actuar misma, para saberlo.

—Pues y si lo fuera ¿Cuál sería el problema? —le inquirió sirviéndose un poco de jugo.

—Mm, ninguno, sólo que me resulta curioso. No conozco muchos kanatitas gays.

—Creo que nadie necesita llevar un letrero en su frente diciendo cuál es su orientación sexual.

—No, supongo que no.

—Araza, ¿Puedes dejar de mirarlo y comer? Hasta a mí me estás incomodando —pronunció en un tono bajo.

—No estoy haciendo nada malo, sólo observaba que es muy bonito.

Lo miró a Noaelí y luego sonrió.

—Pero obviamente no más que tú.

—Sí, claro —le dijo desviando la mirada.

—¿Por qué no me crees? Sabes muy bien que tienes más de una chica atrás tuyo.

—Sigo creyendo que deberías volver a Kanat'ma, a Eritma o donde sea que estabas antes de venir aquí.

—Ya te dije que no me iré, por más que no me quieras aquí, no volveré hasta que tú lo hagas —pronunció con simpleza, tomando un poco de refresco.

Noaelí suspiró y negó levemente con la cabeza, continuando con su almuerzo. No le diría más nada, sabía que aquella vida no era para Araza. La jovencita se terminaría yendo luego de pasar unos días allí, si es que aguantaba.

—Noa ¿Cuándo iremos a llevar mi valija al hotel? No me gusta estar paseándome con ella por todos lados. Además, quisiera tomar un baño, el calor aquí es insoportable, es muy húmedo, no se compara a Eritma.

El castaño se limpió los labios con una servilleta, y tomó la bandeja donde estaban los cubiertos, el plato y el vaso que había utilizado para almorzar.

—Ahora mismo te acompañaré a registrarte, recoge tus cosas primero, y sígueme para dejarlas en la cocina.

—De acuerdo —sonrió, siguiéndolo por detrás—. ¿Qué tipo de comodidades tiene?

—Lo necesario para vivir cómodos.

—¿Cuántas personas viven en el hotel?

Dejaron los dos sus bandejas en la cocina, y continuaron su camino fuera del comedor.

—En el hotel principal viven algunos oficiales, operarios, prácticamente el treinta y cinco por ciento de la población actual de Iosopal. El sesenta y cinco restante vive en casas particulares, y en cabañas cerca de la selva, dónde se está construyendo un nuevo edificio.

—¿Pero tú dónde vives? —le inquirió curiosa, llegando al hotel.

—En una cabaña, junto a los demás que estamos construyendo el nuevo edificio.

—¿Y entonces por qué me traes aquí? Yo no quiero vivir sola en un lugar que no conozco, me quiero quedar contigo.

—Porque yo no quiero vivir contigo, Araza, tú decidiste venir aquí, y es en el hotel donde se quedan las personas que vienen de visita.

La castaña frunció el ceño, gruñendo, y se cruzó de brazos, dejando de caminar.

—No me pienso quedar aquí, o me voy contigo a tu cabaña, o me voy a la selva. Y eso será mucho peor. Tú decides, Noaelí.

***

Era imposible dormir con el calor que hacía incluso de noche, e increíble ver qué el castaño si lo estaba haciendo, absorto de todo.

Se bajó de su cama y se fue hasta la de él, sentándose a su lado.

—Noaelí —pronunció en un tono bajo—. Noa.

Al no recibir respuesta gruñó bajo, y desvió la mirada hacia la puerta. ¿Y si volvía a su hogar? La verdad que ya estaba harta de tener que ser la marioneta de su padre... Ella no quería eso.

Miró a Noaelí y luego tomó una de sus manos, observando los callos que se habían formado en su mano, al igual que las heridas que tenía en ella.

Al parecer él estaba trabajando mucho allí.

—Siempre tan noble —pronunció en un susurró, acariciando sus dedos—. ¿Pero quién lo nota, Noa? ¿Quién te lo agradece realmente? Nadie te valora, son... Todos unas mierdas... Incluyéndome.

...

Lamento mi ausencia tan repentina... Lamentablemente, mis problemas vienen sin aviso. L@s que llevan tiempo leyéndome, saben de lo que hablo. Gracias por estar siempre presente ❤️

Princesa de Eritma Where stories live. Discover now