- ¿Alguna vez, has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, ni codicies" pero que a cada momento te incite a....tenerlo.
Esto es una adaptación de la historia original del mismo nombre Manual de lo Prohibido con...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- ¿En quién? - volvió a preguntar Eijirou.
Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.
- En.... mi.... amigo.... que dejé en California - inventé.
- ¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo - inquirió.
- Enamoramiento no, Eijirou - especifiqué de nuevo, Katsuki sólo se mantenía en silencio pero atento -. Y es.... un amigo, amm.... cercano y... -me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira - y.... a una amiga también le gusta, entonces....
- Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en el mismo chico que ella - completó Eijirou.
- ¡Exacto!
-Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?
- Ella - musité, con pesar.
- Pero tú ya te fuiste de California, ya no importa o ¿sí? - dijo Katsuki, quien había estado como una estatua hasta ahora.
- Eemm....- murmuré.
- Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú solo las cosas y castigarte a ti mismo - interrumpió Eijirou -. Digo, no era su novio y ella no era tu mejor amiga - se encogió de hombros.
Me solté a reír y ambos me miraron. Si Eijirou supiera a quién me refería ni siquiera haya dicho lo último.
- ¿Qué es gracioso? - preguntó Katsuki.
- Nada, sólo que.... nada - manoteé con la mano restándole importancia.
- ¡Mira, Izuku! - me dijo Eijirou - ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía? - apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.
- Qué buen gusto tienes Eijirou - concordé -. Creo que le tomaré una.
Saqué con la mano libre la cámara y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímido porque Eijirou aún mantenía su mano atada a la mía.
- Eijirou, creo que Izuku necesita sus dos manos - farfulló Katsuki.
- Oh, cierto. Discúlpame - enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.
Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.
- Un fiore per il giovane? - musitó alguien detrás de mí.
Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Katsuki, mientras que Eijirou estaba distraído mirando las palomas.
Katsuki me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.