Capítulo 51

351 37 0
                                    

Lloré inconteniblemente sobre su hombro, por que me sentía solo; sentía que tarde o temprano así me quedaría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lloré inconteniblemente sobre su hombro, por que me sentía solo; sentía que tarde o temprano así me quedaría. Solo.

Tardé unos minutos en recuperarme y vi cómo había empapado su camisa, produciendo en ella un manchón sobre su hombro.

- Perdón - murmuré mirando lo que había producido mi llorar.

- No te preocupes - me limpió con su pulgar una lágrima que caía por mi mejilla y me recordó a Katsuki esta mañana.

Gemí.

- No puedo creer que haya sucedido - musitó.

- Fue mi culpa.

- No - me contradijo firmemente -. No sólo ha sido culpa tuya, Katsuki también es culpable, y yo diría que más de la mitad de la culpa cae en él. ¿Por qué no lo evitó? Digo, tú... estabas borracho, pero, ¿el? Él estaba en sus cinco sentidos - meneó la cabeza en forma de reproche. Se quedó en silencio un momento y luego pareció darse cuenta de otra cosa. Me miró -. Pensé que odiabas el alcohol - musitó.

- Lo sigo odiando, Eijirou. Ahora más que nunca - siseé y luego gemí con dolor -. Pero es que la mente se me nubló y... fue la única estupidez que se me ocurrió para olvidar - admití.

- Prométeme que nunca más volverás a hacerlo - me pidió.

- En lo que me resta de vida - levanté la mano, jurándolo.

Eijirou volvió a abrazarme, pero esta vez fue un abrazo corto.

- ¿Ya no hay vuelta atrás? - me miró, acongojado.

Negué con la cabeza baja.

- Me voy, mañana en la mañana - murmuré.

- Katsuki es un idiota - resopló -. No puedo creer que tengas que irte, es decir, no tan pronto.

- Es lo mejor, de todas maneras ya lo había pensado. Me tardé demasiado analizándolo, ese fue el problema.

- ¿Le dirás a Ochako? - me pregunto, como no queriendo la cosa.

Me tembló la boca y la quijada al contestar.

- Tiene que saberlo - tomé aire -. Pero no estoy muy seguro de cómo - bajé la mirada.

- Todo va a salir bien, Izuku - me tranquilizó, pero yo sabía que más allá de sus palabras, la verdad era otra -. ¿Te despediras?

- ¿De quién?

- De Denki.

Otro pinchazo de dolor a mi corazón. Otra persona que extrañaría bastante, Denki.

- No me gustan las despedidas - musité, con el dolor en mi voz.

- Oh, vamos. No puedes irte sin decirle adiós. Sabes que el te aprecia mucho.

- Pero me va a doler - dije.

- Y le va doler más a el si no lo haces.

Suspiré.

- De acuerdo - acepté -. Ahora llévame al departamento, por favor - dije, sobándome la cabeza, que sentía explotar.

- Gracias - me hizo un cariño en el mentón y luego abrió el cajón de delante de mí -. Toma, te ayudarán un poco - me ofreció unos lentes de sol y cuando me los puse y mi vista se oscureció, el dolor disminuyó quedamente.

Arrancó el auto y condujo hasta el departamento, tenía que comenzar a hacer mis maletas.

Cuando llegamos y subimos, Eijirou me preparó una extraña malteada blanca.

- Tómatela - me dijo, dándome el vaso y me hizo recordar la noche anterior, cómo Sero ponía frente a mí los vasitos con alcohol.

Lo miré, receloso.

- Si algo he aprendido de mi tío, es a hacer remedios caseros para todo, anda - me instó -. Se te quitará ese horrible dolor de cabeza.

Le di un sorbo pequeño al vaso y luego, le abrí paso a uno más grande; hasta que divisé el fondo de cristal de aquel vaso.

Aquello no sabía tan mal.

- Perfecto - sonrió, Eijirou -. ¿Qué vas a hacer ahora?

- Mis maletas - musité -. Entre más pronto termine todo, mejor.

Él suspiró con pesar, enterrando sus ojos escarlata en mí; luego, soltó una risita y meneó la cabeza.

- Tú te atreviste a hacer lo que nunca pude hacer yo - me dijo -. ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido yo el que hubiera robado un beso a ti? - me preguntó.

- Supongo que no me estaría yendo ahora - admití -. Pero dicen que las cosas suceden por alguna razón.

- Sí, ahora yo tengo a Denki y...

- Y yo regreso a California - traté de sonreír.

Ambos nos quedamos en silencio.

- Tengo que ir, Eijirou - musité. Gracias... por todo - dije, desde lo más profundo de mi corazón.

- No agradezcas, para mí ha sido todo un placer conocerte, mi principe - sonrió.

- No nos despidamos aun - dije -. Te veo más tarde - sonreí y salí de su apartamento hacía el mío.

Cuando me adentre en él me dejé caer sobre el suelo y parecía como si las ganas de llorar no acabaran jamás.

Me levanté cansado, pero al menos evitando a toda costa derramar una gota de agua más. Me dirigí a mi habitación y saqué mi par de maletas azules que había traído conmigo, luego, comencé a llenarlas de ropa, objetos y todo lo que me pertenecía.

 Me dirigí a mi habitación y saqué mi par de maletas azules que había traído conmigo, luego, comencé a llenarlas de ropa, objetos y todo lo que me pertenecía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tengo que hacer tarea :'v y no quiero

Tengo que hacer tarea :'v y no quiero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Manual de lo Prohibido (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora