XXVIII. Incomodidad.

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Taehyung volvió a gruñir cuando el doctor se acercó a él con una sonrisa de disculpas.

—No —le advirtió, en voz baja y oscura, enojada—. No me diga que una semana más porque le juro que soy capaz de-

Una mano en su espalda lo detuvo de su amenaza. Miró hacia su esposo con una mueca enojada que era más bien un puchero caprichoso.

El doctor se volvió a reír, sentándose en su silla con calma y mirando a la pareja. Llevaba el expediente de Taehyung en sus manos y los últimos estudios que le habían hecho la semana pasada.

Había pasado casi un mes desde que ocurrió el accidente del Omega, llevaba cerca de cuatro semanas con el bendito yeso y ya no podía más con él. Le molestaba para todo: no podía comer sin ayuda, no podía vestirse sin ayuda, no podía bañarse sin ayuda y, oh por la Diosa divina, ir a hacer sus necesidades era un fastidio. Suerte que tenían un baño con agua a presión y que había sido su mano izquierda la dañada, porque si no... no quería ni pensarlo.

Jimin le ayudaba encantado a casi todo, a bañarse, a vestirse, incluso a peinarse y hacer de comer. Era muy paciente y delicado, tratando a Taehyung con muchísima delicadeza pero sin hacerlo sentir como si fuera un inútil. Le ayudaba cuando Taehyung se sentía cansado o evidentemente no podía más, siempre le dejaba la decisión de pedirle ayuda aunque también estaba siempre al pendiente de él.

Era complicado trabajar con la mano enyesada pero había encontrado la manera de hacerlo, aunque llevaba casi dos semanas y media de vuelta en la editorial porque Jimin no lo dejó ir a trabajar después de 10 días hábiles, como indicaba en su prescripción médica. Taehyung casi se vuelve loco pero Jimin tomó ese tiempo para trabajar en casa todo el tiempo que le dejaron sus responsabilidades como Presidente.

Esos días en casa los hizo volver a acercarse y  a ser unidos, inclusive cariñosos. Volvieron a tocarse con libertad y abrazarse durante la noche, a besarse y Taehyung había agarrado la costumbre de besar el tatuaje de luna que Jimin tenía en la nuca cada vez que lo veía de espaldas y Jimin se inclinaba a besar su cuello, por su glándula de olor.

Habían respetado la regla del doctor de nada de sexo por unos días, pero cuando el traumatólogo les dijo que podían regresar a tener su vida normal y actividades diarias pero con cuidado, Taehyung descubrió que Jimin lo seguía tratando y tocando con mucha delicadeza, sin querer ir más allá de besos y toques castos e inocentes. Se sentía algo confundido y desesperado, tal vez muy desesperado, pero no quería forzar a Jimin a hacer algo más de lo que no se sintiera cómodo.

Pero lo que sí ya no soportaba era el yeso. Le incomodaba, olía raro y estaba harto de que su ropa se quedará atorada. Además que quería tocar a su esposo sin esa cosa de por medio y no podía.

El doctor volvió a mirar con una sonrisa a la pareja y luego a los resultados del Omega.

—Te tengo dos noticias, Taehyung —empezó otra vez, pero el aludido casi se echa a llorar.

—Piedad, doc, piedad —chilló.

El doctor se rió pero asintió.

—Bueno, bueno, ya. Anda, súbete a la camilla, te quitaremos el yeso al fin.

Taehyung casi gritó como un niño pero prefirió lanzar un chillido medio fuerte, abalanzarse a su esposo y levantarse. No tanto en ese orden pero el resultado fue Jimin enredado entre el brazo libre del Omega, mientras él estaba sentado en la camilla y su mano izquierda extendida. Ni siquiera entendió cómo llegaron a ese punto pero no le importaba, tener el calor de Taehyung cerca de él siempre era bueno.

Sobre todo en estos días que se había estado sintiendo irritable y cansado al mismo tiempo. Solo Taehyung lo hacía sentirse aliviado y revitalizado.

A (Un) Married StoryWhere stories live. Discover now