4° Esta... soy yo.

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         Mmm... es un círculo pequeño, y la chica es un verdadero camión. Era mi noche de suerte, me encantan las camionas, tienen ese no-sé-qué, resistencia llámenlo ustedes, yo lo llamo obstinación, después de todo, siempre caen por mis manos y directo a mis pies.

La tipa me miraba como si fuese una presa fácil, así me miraron en mi primera pelea dentro de una jaula... luego no me volvieron a mirar así, nunca más, creo que en parte porque en esa ocasión me excedí un pelín de rana calva. Ok, para que no les vayan con el cuento más tarde, magullé unas cuantas costillas y rompí algunas narices, todos dicen que casi mato al chico, pero yo todavía lo veo respirando, aunque no volvió a pelear nunca más. Por lo menos aprendió que las peleas no eran lo suyo.

La camiona se acercó para decirme algo.

—Si cuando termine esta pelea sigues con esa cara intacta me aseguraré de que salgas conmigo, chiquitita.

—Cuando terminemos aquí me aseguraré de que no seas capas ni de recordar a tu madre, menos aún hacer que salga contigo y, nena, no me van las chicas con narices rotas.

—No tengo la nariz rota —respondió algo desconcertada.

—La tendrás —dije guiñándole un ojo.

Ellos no me conocían pero no había salido de ninguna pelea sin haber roto algún hueso. De ahí el sobrenombre... es poco original, lo sé, pero que le iba a hacer, en mi tierra todos me llamaban la Rompe Huesos y Pipe me presentó aquí de la misma manera. Sin nombre, solo la Rompe Huesos, lo agradecía como la mierda, mientras más anonimato mejor.

Una voz que me pareció extrañamente conocida me presentó y a mi contrincante, a la que le decían Vicky botas o algo así, nombre de la típica camiona.

Lo que más me llamó la atención en ese momento fue lo familiar que me pareció esa voz, pero estaba en las sombras, los focos apenas y me permitían diferenciar siluetas negras en la multitud, mejor, más concentración, y pensar en esa voz me perturbaba, así que más atención a la pelea y menos a la paranoia. Todos gritaban alentando a la camiona, mis amigos saben que es algo que realmente prefiero, si ellos se pusieran a corear mi nombre realmente entraría en estado de shock, en el ring soy solo yo, la adrenalina en mis venas y mi contrincante.

Llegó la hora del Show.

La campaña sonó y lo próximo que pude ver fue un puño acercándose peligrosamente a mi cara, me agaché y salté en dirección contraria a la trayectoria del golpe, la camiona quedo frente de mí dándome, para mi satisfacción, la espalda. Estampé una patada en la parte baja de su culo haciéndola caer de rodillas, me puse detrás de ella, agarre su enorme cabeza entre mis manos, ella se congeló de inmediato, puse mi boca junto a su oreja y le susurré:

—Podría romperte el cuello si quisiera pero creo que no me darán mi dinero si te mato.

La idiota agarró mi hermoso pelo suelto —nunca lo amarraba, era una gran distracción, pero para ellos, no para mí—, grave error, lo sujeto con fuerza inmovilizando mi cabella y lanzó el otro puño directo a mi nariz, lo paré antes de que viera mi mano venir y le torcí el brazo con su propio impulso, ella se retorció en el piso girando lejos de mí, ese no era un hueso roto, solo una muñeca dislocada a lo mucho, y esto no se terminaba hasta que la sangre caía al piso.

Rápidamente la chica adolorida se puso de pie, no lo suficiente lejos como para que mi patada alta no le llegara, por mi estatura y peso, las patadas y los puños directos no eran demasiado mortíferos, mi especialidad eran los golpes a quema ropa —no hablo de armas, sé que era para mal interpretarse, pero me refería a golpes más cercanos, tipo rodillazos y codazos—. La camión cogió mi pie en el aire y me hizo caer al piso tirando de mí con facilidad, cuando me tuvo en el suelo me propino una maletera patada en las costillas. Bien, era parte del entretenimiento, no era divertido ver que ganaba sin recibir nada, me golpeó un par de veces más y luego me jaló del cabello para que me pusiera de pie. Otro grave error, cuando estuve a su altura le lancé un rodillazo a las costillas, me soltó, pero yo la sostuve del cuello y seguí golpeando sus costillas, luego levanté su rostro a mí altura y le di un fuerte cabezazo en el medio de la cara, sangre se disparó a montones cuando rompí su nariz y como golpe final le di con mi codo en plena mandíbula. Ese último golpe se sintió tan jodidamente bien, lo llamaba noqueador y por lo general surte ese efecto en todas mis víctimas, esta chica no fue una de mis pocas excepciones, cayó en la arena del círculo cual saco de papas. Había mucha sangre saliendo de su boca y nariz, pobre nena, posiblemente le saqué uno que otro diente.

MALA CHICA BUENAWhere stories live. Discover now