26° Una verdad por una infidelidad

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Mi gatito, mi duce y precioso gatito. Estaba acariciando su perfectamente varonil rostro de dios griego mientras dormía, gracias a dios se había quedado estudiando hasta tarde y ahora estaba en un estado más parecido al coma o, en su defecto, al sueño de la bella durmiente, porque si me viera mirándolo mientras duerme, acariciando su linda carita, sabría que algo va mal —aunque creo que ya lo sabe, él es muy inteligente como para dejarse engañar por una mentirosa desconcentrada— o, en el mejor de los casos, creería que soy una terrible acosadora.

También podría creerlo si revisa mi teléfono y encuentra la carpeta que se llama "gatito", esa que tiene todas esas fotos extrañas de él dormido, de él desnudo, de cada partecita de su delicioso cuerpo, de una en especial —sí, de su... boca, está bien, también tengo muchas de su pene, cualquiera en mi lugar querría tener evidencia de ese magnífico pedazo de carne.

Una foto más no le haría mal a nadie ¿no?, tomé mi celular de la mesita de noche y cuando estaba enfocando su rostro en la cámara sus ojitos comenzaron a abrirse, hice la foto y obtuve una toma de su carita somnolienta, podían verse sus brillantes ojos azules a través de las pestañas. Oh, por dios, esta foto iría al álbum de las mejores fotos de O'Malley que tengo debajo de la cama.

Mick comenzó a moverse a los pies de la cama, trepando por las piernas de Teo hasta recostarse sobre su pecho. Hice otra toma, esto era oro puro, haría un calendario personal, solo para mí con estas fotos.

Aun medio dormido, Teo alargo el brazo y me agarró de la camiseta, atrayéndome hacia su pecho. Me acurruqué ahí al igual que Mick, éramos una pequeña familia, acaricié la cabeza de mi gatito y este comenzó a ronronear, gatito cepillaba mi largo cabello con sus dedos y tuve que contenerme para no ronronear.

—Cuando no tenía nada, desee... —comenzó a cantar en voz somnolienta pero terriblemente sexy— cuando todo era ausencia, espere. Cuando tuve frío, temblé. Cuando tuve coraje, llame... cuando llego carta, la abrí. Cuando escuche a Prince, baile. Cuando el ojo brillo, entendí. Cuando me crecieron alas, volé... Cuando me llamo, allá fui. Cuando no me di cuenta, estaba ahí. Cuando te encontré, me perdí y en cuanto te vi me enamoré...

—Amarazáia zoé. Záia, záia. A hin hingá do han han—coreé junto a él, me gustaba mucho esa canción.

Mi corazón estaba mucho más calmado desde que había tenido esa conversación telefónica, por lo menos tendría una noción del camino que debía tomar para comenzar a hacer lo correcto, una que había estado ignorando hasta ahora. La cosa, como siempre, sería como explicársela a Teo después ¿de qué manera podría decirle que era necesario que hiciera esto para saber si realmente había avanzado? No lo sé, no tenía idea como ser sincera con él cuando ni siquiera estaba siendo sincera conmigo misma.

Lo peor de todo es que no estaba sola en todo esto, los involucrados también se llevaban su parte desagradable y el más involucrado sería el más perjudicado solo por negarme a ver la realidad cuando debí haberlo hecho. Era tan egoísta.

Aun así... mis sentimientos por Teo eran míos, algo que parecía más significativo que el tiempo mismo. Yo estaba enamorada de mi gatito, ni siquiera sé cómo había pasado, solo sé que fue rápido y sin dolor, como una buena muerte...

Cuando lo vi por primera vez pude sentirlo, el hilo del destino que une a personas a nuestras vidas, unos son más finos, otros más gruesos, los hay de distintos colores incluso. El que había entre Teo y yo era un hilo rojo, el que amarraba a nuestros corazones de una manera en que nuestro amor solo podría ser considerado destino... siempre había creído en ese tipo de historias, me encantaban, era una firme creyente del sexto sentido, y no solo estoy hablando de la película, si no de la capacidad de percibir cosas que muchas veces están más allá del entendimiento.

MALA CHICA BUENAWhere stories live. Discover now