Capitulo 3.-

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ELLÁ

Después de que Alex se fue me quede unos minutos recostada en mi cama, tratando de descifrar si mi padre me regañaría en la cena o solo me castigaría directamente: Aunque yo preferiría el castigo directo. Mi madre a tratado infinitas veces de hacerle entender que ya no soy una niña a la que tiene que cuidar y avergonzar todo el tiempo, hay momentos que me asfixia la manera de ser de mi padre.

―Hija –mi madre toco la puerta de nuevo.

― ¿Si? –me levante de la cama y camine hasta la puerta, había olvidado quitar el seguro, abrí la puerta y mi madre estaba parada con un envase de refresco vacío.

― ¿Puedes ir a la tienda por un refresco? –me sonrió y yo asentí.

― Algún día seré mayor de edad y dejare de ser su esclava –ella rio un poco, amaba escucharla reír, me entrego la botella vacía, tome mi teléfono y audífonos para caminar juntas hasta la cocina.

―Toma, compra algo para ti –me entrego un billete que saco de su bolsa.

―En estos momentos es cuando odio no tener hermanos –camine a la salida– ¿Saben?, aún no es tarde para intentarlo, dejaría de ser hija única.

―Liz... vete a la tienda anda y deja de decir tonterías. –mi madre se acercó a mí y me abrió la puerta para que saliera de casa– no te tardes.

Cerró la puerta en mis narices: no entiendo por qué se pone tan nerviosa con ese tipo de comentarios, no estaría mal tener un hermano o hermana dieciséis años más chico que yo. Comencé a caminar por la acera, la tienda más cercana estaba a un par de cuadras, me puse mis audífonos para que el camino de ida y vuelta no fuera tan largo, reproduje una de mis canciones favoritas "El barco de Karol G" iba haciéndome una historia en mi cabeza donde yo era la cantante mientras caminaba, imaginándome que todo lo de mi alrededor era parte del video musical y yo una superstar: Suerte que no hay nadie en la calle viéndome. Yo seguía con mi fama imaginaria al mil hasta que al doblar en una de las esquinas vi una pelea en la esquina de adelante donde se encontraba el semáforo, la tienda estaba pasando ese lugar y a fuerza tenía que pasar por ahí, para mi mala suerte la lámpara que alumbra esa parte de la calle se apaga y prende cada que quiere.

Me quite los audífonos cuando comencé a estar demasiado cerca, la luz estaba apagada, comencé a rezar por que no se encendiera cuando pasaba justo junto a ellos, voltee de reojo y note que eran cuatro tipos contra uno solo podía ver las siluetas y escuchar los golpes y gritos, había una camioneta negra atravesada en la calle y una moto... espera, ¿Una moto?, voltee a verla bien, encendió la luz y la sangre se me fue hasta los pies: ¡Yo conozco esa moto!

―Alex...– susurré al verlo en el suelo mientras los demás reían, lo pateaban y grababan con su teléfono, sin pensármelo dos veces corrí hasta ellos– ¡Malditos idiotas! – grite y todos se detuvieron a verme, uno de ellos arrojo un cigarrillo que traía en la boca y comenzó a caminar hacia mí. La mirada de Alex se cruzó con la mía, trato de levantarse al verme, pero no lo dejaron.

― ¿Y tú eres? –se apagó la estúpida luz de la lámpara de nuevo solo dejándome ver la silueta del tipo acercándose a mi cada vez más.

― ¡Una persona que llamara a la policía si no se largan de aquí! –saque mi teléfono de la bolsa de mi pantalón y marque el número de emergencias, se lo mostré amenazándolo.

― ¿Tú crees que eso me asusta...? –se burló y la luz volvió, dejándome ver al chico, teniéndolo a escaso un metro de mí, era alto y delgado, tenía ambos brazos tatuados y una mirada que sentías que te atravesaba el alma como dos puñaladas.

― ¡Déjala en paz idiota!, el problema es conmigo no con ella, déjala fuera de esto.

― ¿Se conocen?... Alex, no me digas que es tu novia y viene a defenderte, que tierno. –todos los demás chicos y el comenzaron a reír.

Anónima 2 Where stories live. Discover now