· Capítulo 18: Halloween, el portal de los recuerdos ·

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No hay nada de divertido en Halloween,

este sarcástico festival refleja más bien

una exigencia infernal de venganza

sobre el mundo adulto de parte de los niños

— Jean Baudrillard

El tiempo había pasado, Eleonor había comenzado a adaptarse a su nueva vida, poco a poco se iba haciendo cercana a sus compañeros, a pesar de que aún le costaba derribar sus barreras puestas por ella misma, su vida se había hecho tan ajetreada, que para cuando se dio cuenta, había llegado Halloween, la festividad favorita de Spencer.

No hacía falta que se lo dijeran, ella recordaba todo sobre él y su amor por el 31 de octubre no era una excepción, contrario a lo que ella sentía por la misma festividad, pues muchas veces los disfraces que solía utilizar las personas le llegaban a recordar malas vivencias.

El día de trabajo había terminado y Aiza estaba cómoda en su casa, había decidido pasar su televisor a su cuarto, nunca recibía visitas y le era más cómodo ver la televisión desde su cama, estaba viendo documentales de asesinos seriales, ya que quiso estar acorde a la festividad aunque sea por una vez en su vida, además, le ayudaba a aprender sobre conductas que eran repetidas en varios de aquellos delincuentes, le facilitaba un poco las cosas, al ser casos reales, sabía que la información era de confianza, otro punto a favor de aquellos documentales era que la entretenían un rato.

Estaba a punto de caer dormida cuando el tono de llamada de su celular tan característico le hizo saber que no era tiempo de dormir, con un poco de pereza extendió su brazo hacia la pequeña mesa que tenía al lado de su cama, tomó el móvil entre sus manos para contestar con la voz más adormilada de lo que quería sonar.

— Aiza a la orden – habló con un poco de gracia a su rubia compañera.

— Lo siento mucho chica, pero los necesitamos de inmediato – habló su amiga.

— Está bien, estaré ahí en cuestión de minutos – respondió Eleonor colgando y levantándose de manera rápida, se puso la ropa más decente que encontró, no podía ir arreglada por las prisas, pero tampoco quería llegar totalmente desaliñada, tomó sus cosas y la maleta que tenía para salidas de emergencia, tomó sus llaves y se dirigió a la cochera del edificio donde vivía. En el tiempo que llevaba en ese trabajo, se dio cuenta de la importancia del transporte, así que tomó la decisión de comprar un auto, ese no era el mejor, ya que no podía ahorrar mucho dinero en poco tiempo, pero la transportaba a donde quisiera y para ella, eso era más importante que un carro nuevo y bonito.

Se adentró en las calles de Cuántico, esperando que no hubiera mucho tráfico, a pesar de la hora y la lluvia, seguía siendo Halloween, así que no la impresionaría encontrarse con un gran número de autos en las calles de la ciudad, la lluvia torrencial le dejaba poco a la vista, eso la ponía nerviosa pues apenas había aprendido a manejar y jamás lo había hecho mientras llovía, estaba por pasar en un cruce cuando alguien se atravesó en el camino, ella frenó de golpe totalmente asustada, pues casi atropellaba a alguien, molesta, le sonó el claxon, pues claramente la persona no podía pasar porque el semáforo peatonal marcaba alto.

— ¿Estás loco? ¡Casi te mato! – gritó ella enojada a la persona frente a ella quien había soltado su paraguas del susto.

— ¡Lo siento! ¡No vi bien! – le gritó en respuesta el chico a quien ella reconoció de inmediato.

— ¿Reid?

— ¡Aiza! – respondió el castaño de regreso – Lo siento, iba con prisa y no pude ver con claridad.

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