Capítulo 9: Issues.

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Diez días, pasaron diez días exactos para que su castigo fuera levantado. En términos generales, no parecía ser bastante tiempo; sin embargo, Bin lo sintió como una eternidad.

Después de que su padre se enterara de su comportamiento durante el evento de aquella noche, fue confrontado por él y la sentencia fue dada.

—"Tenía muchas esperanzas en ti, me has decepcionado"—el hombre hablaba con voz hueca y fría—"Te quedarás en casa hasta que reflexiones sobre tus acciones. No saldrás a ninguna parte, eso incluye la escuela, llamaré para informarles de tu ausencia"—su tono fue tan contundente que no dio espacio a la discusión. 

Con esas últimas palabras, fue encerrado en una jaula de oro, privado de todo contacto externo e incapaz de ir al único espacio dónde podía disfrutar un poco de su autonomía. 

Y por supuesto, sería un largo tiempo sin poder ver a Eunwoo, lo cuál, de manera indirecta, sería lo que más le dolería.

Recluido dentro de los muros de su casa, sin medios para contactar a sus amigos y hundido en la soledad; trató de mantenerse ocupado para no perder la razón. Jugó en el jardín, exploró todas las habitaciones de la mansión, inventó historias en su cabeza, escribió cartas y poemas que después terminó quemando.

Sin embargo, sus ideas se agotaban a medida que los días avanzaban, así que intentó conversar con el personal para matar el tiempo, pero ellos lo evadieron y le dijeron que habían sido instruidos para no hablar con él.

Con esto, fue consciente, su padre sabía perfectamente cómo torturarlo. No sólo estaba desconectado del exterior, también lo había aislado en el interior de su propia casa.

El hombre estaba determinado a hacer que se arrepintiera de sus actos, quería marcar en él las consecuencias de su comportamiento, mostrar lo que sucedería si intentaba desafiarlo una vez más.

Pero Bin era terco, y también era tan impredecible como su padre. Persistió hasta el final, escarbando en sus recuerdos el toque, la voz y el aroma de Eunwoo, fue lo único que permitió que su cordura se mantuviera intacta.

Así, cumplió de manera exitosa su penitencia. Y lo mejor de todo, fue no darle el placer a su padre de verlo desesperado, de ser capaz de someterlo.  

Regresar a la escuela se sintió liberador y extraño al mismo tiempo. Pensó que los ojos se clavarían sobre él tan pronto como pusiera un pie en el colegio, pero eso no sucedió.

Nadie preguntó acerca de su ausencia o de sus motivos. Quizás su padre había dado una buena excusa, o tal vez, habían aprendido a meterse en sus propios asuntos; aunque esto último era difícil de creer.

Al llegar al aula, la decepción lo inundó al no ver a Eunwoo en su lugar habitual, estaba tan necesitado del mayor que tan sólo mirar su rostro le habría bastado para calmar su angustia. 

Tomó asiento en su pupitre y se recostó sobre la superficie de madera dispuesto a ignorar el mundo a su alrededor hasta que pudiera ver a Eunwoo. Cerró los ojos, y de manera inconsciente, fue arrastrado al mundo de los sueños acompañado de las charlas de fondo.

Un suave viento sopló en su oído como una caricia, al principio creyó que podría ser el aire que se colaba por la ventana, pero a medida que despertaba, se dio cuenta que en realidad, era una persona la que estaba haciéndolo.

Asustado, se incorporó de inmediato cubriendo su oreja buscando protegerla y miró al culpable.

Sus ojos se abrieron ampliamente cuando vio a la persona que lo había hecho. Eunwoo estaba cerca de él, con una sonrisa cariñosa y una mirada derretida en afecto.

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