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–Vamos, pónganse más juntos para que salga bien la foto

Eso fue lo que dijo Brasil antes de tomar la primera fotografía de la nueva familia. Con algo de gestos graciosos y emotivos los presentes saludaban a ese pequeño bebé tan risueño y dormilón.

A partir de ese instante algo cambió para la pareja, con cada día que pasaba México estaba más seguro de que su amor y calidez serían incondicionales para su esposo e hijo. En cambio, para Chile solo era una forma más de aprovecharse de su amigo, sabía que él estaba de acuerdo con recibirlos, pero no podía entender como ese hombre al que llamaba esposo podía cargar con aquella responsabilidad y lucir tan feliz.

Estaba cómodo y alegre de tener un lugar donde cobijarse, aunque había algo con lo que no se sentía bien. Le gustaba pasar tiempo con México, estaba ahí para apoyarlo y viceversa... entonces, ¿Por qué se siente mal? ¿Por qué siente que está jugando con él?

Tal vez porque sabe que su corazón siempre le va a pertenecer al verdadero padre de su hijo, cosa que lo obligó a hacer una promesa vacía frente al altar mientras le ponía el anillo de matrimonio a México.

Hay veces en las que no quiere dejar al niño mucho tiempo con él, no es porque sea irresponsable o malo... Es la única manera que cree conveniente para quitarle algo de la carga que colgó sobre sus hombros.

Las juntas más cercanas le comían el tiempo al chileno, así que lo quisiera o no, México se convirtió el encargado principal del pequeño.

Un día Chile llegó temprano a casa y vio como le cantaba una canción de cuna a su hijo. El tricolor con el bebé en brazos y los rayos de sol anunciando que pronto anochecería hacían que pareciese un momento mágico.

–A descansar que el sol se va, niño duerme ya... Bajo las estrellas te arruyaré, una dulce canción para ti cantaré~

Pasaron un par de segundos en silencio sin dejar de moverse suavemente para que volviera a tomar la palabra.

–Al soñar encontrarás paz y libertad... No me iré, justo aquí estaré, y del mal yo te protegeré, siempre~

Aquella escena conmovió al espectador y decidió alejarse sin que notasen su presencia, es un momento íntimo y delicado para México y no quería arruinarlo.

A veces siente que él es más padre del niño que si mismo, aquel instinto paternal que tanto había suprimido se canalizo de forma execelente hacia Michetl.

La temporada de juntas de Chile había terminado, ahora que estaba libre podían salir y dar vueltas por su territorio. Ya que después del baby shower la familia había tomado un vuelo con un destino sudamericano, a Santiago de Chile.

México se había adaptado muy bien a su nuevo hogar, todo era maravilloso, exepto las peleas por el nombre que se le da a cierto fruto de cascara negra.

–Aguacate

–Palta

–¡Aguacate!

–¡Que no weon! es una maldita palta y ya

–O que la... ¡es un aguacate!

Pero a pesar de eso los dos continuaron criando a su hijo, juntos. Mientras ellos se entregaban en cuerpo y alma a su familia existían cabos sueltos en otros lados.

Bien dicen que el tiempo pasa rápido, dos corazones rotos miraban en silencio la felicidad ajena. Cada sonrisa que intercambiaban entre ellos los ayudaba a volverse a consumir de dolor.

Uno de esos corazones intentó seguir con su vida, encontró pareja, la convirtió en su esposa y consiguió un título más respetable entre los countrys. El otro, ¿Qué puedo decir del otro? Permaneció apegado a su trabajo, era lo único que lograba sacarlo de su miseria.

Una segunda oportunidadWhere stories live. Discover now