Cuando los secretos salen a la luz

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Allí se encontraban Lloyd, el cual había derribado la puerta, junto a Damian. Los guardias de los científicos fueron a por ellos, pero los recién llegados se defendieron bien y acabaron de forma rápida con los tipos que lo único que buscaban era retrasar que Lloyd y Damian rescataran a Anya. Damian los noqueó con sus movimientos de defensa personal, y Lloyd los mató con su arma.

Acto seguido, el espía se posicionó frente al científico que estaba frente a su hija y lo apuntó con su revólver.

Damian, por su lado, al ver a su amada amordazada y ver que Lloyd tenía la situación bajo control se acercó a la chica y comenzó a liberarla de sus ataduras y le quitó la banda de su boca.

—Di tus últimas palabras —dijo Lloyd con tono amenazante.

El profesional que estaba siendo apuntado se dio la vuelta asustado, pues se percató de que estaba frente a un enemigo fuerte, debido a que sus guardias habían pasado a mejor vida y todo gracias al hombre que lo acribillaba.

—¿Acaso buscan liberar a ese fenómeno? —dijo el de bata blanca mientras apuntaba a Anya—. Ella puede leer mentes, debe ser eliminada.

—¿¡Qué!? —dijeron al unísono Lloyd y Damian, pues podrían haber esperado cualquier respuesta, menos lo recién dicho.

Una vez que Damian liberó a Anya por completo, vio como ella miró al suelo afligida, él atinó a abrazarla y le susurró que todo estaría bien. Luego, le tomó de la mano y empezó a correr lejos de ahí para alejarla del peligro.

—Vaya, ¿no sabías? —dijo el científico— ella es producto de un experimento científico, por lo cual es llamada: "experimento 007". El experimento lo hicimos cuando ella era niña, pero luego se escapó. Y ahora que la encontramos, podríamos haberla matado de no haber sido por ti.

Lloyd estaba furioso, pues pensaba en el sufrimiento que pasó siendo solo una niña, él quería vivir aun en un mundo en donde los niños no fuesen atormentados, ahora si que no se arrepentiría de su decisión.

—Ojalá te vaya bien — dijo Lloyd sarcástico como respuesta.

El científico estaba preguntándose a que se refería el espía.

—Ojalá te vaya bien en el infierno —Lloyd apretó el gatillo sin remordimiento alguno.

Lloyd estaba procesando los últimos acontecimientos cuando fue distraído por un alboroto que estaba produciéndose en una de las salas contiguas.

—¿Cómo se atreven a hacerle eso a mi hija? —se escuchó una voz femenina furiosa mientras se oían gritos de desesperación y salía un olor a sangre.

Lloyd abrió la puerta y sus ojos no podía creer lo que veían. Una Yoru ensangrentada con sus filosas agujas y varios cuerpos muertos cerca de ella.

Ambas miradas se encontraron y los esposos quedaron como piedra. Porque, Yoru estaba ensangrentada, un detalle que no pasó desapercibido por Lloyd y su esposa se percató de que él llevaba un revólver en su mano.

—¿Yoru?

—¿Lloyd?

—Puedo explicarlo, esto...esto...no lo hice yo. De verdad yo...yo... —dijo Yoru tratando de explicar la situación, pero sin mucho éxito.

Lloyd estaba impactado, siempre supo que su esposa era una mujer fuerte. Sin embargo, se equivocó al creer que su vida giraba en torno a su trabajo aparentemente tranquilo.

—La verdad —prosiguió decidida—. Soy una sicaria. Lamento por habértelo ocultado por tantos años, pero simplemente no se me permitía gritarlo a los cuatro vientos.

Yoru creía que ahora era el fin definitivo para su vida exitosamente familiar, cariñosa y feliz. Pero todo lo bueno debe terminar en algún momento ¿no? Estaba abatida y resignada.

—Eres libre de pedirme el divorcio, Lloyd. De seguro, encontrarás a otra mujer más competente que yo que pueda seguir con la mentira.

—¡Eso ni lo pienses! —hizo una pausa —Podrás ser una asesina, pero ¿y qué? Yo tampoco he sido honesto contigo, soy un espía. ¡Sí, un espía! —Lloyd se acercó a ella—. Además, con estos años lo único que he hecho es encariñarme a ti de una manera que me hace creer que eres irremplazable. Eres mi esposa y la madre de Anya, y lo serás por siempre.

—¡Oh Lloyd! —dijo Yoru comenzando a llorar de la emoción. Mientras lo abrazaba—. Gracias por entender.

Lloyd la abrazó de vuelta. Luego, ambos acordaron salir del recinto tétrico cuidando de no dejar rastros que pudieran delatarlos, y se fueron.

Por otro lado, Anya y Damian, después de subirse a un taxi en un ambiente silencioso, llegaron al departamento de ella. Una vez adentro, ambos entraron. Ella se detuvo en la sala de estar mientras que él se detuvo tras ella.

—Damian —se volteó—. Muchas gracias por venir a mi rescate, pero dudo que quieras volver saber de mí —Anya miró al suelo pensando que así dolería menos—. Creo que deberías enamorarte de una chica normal y no, bueno, no de alguien que puede leer mentes.

—¿Y tú crees que me importa eso, Anya? —hizo una pausa suspirando—. Para mí eso te hace más especial. Me gustas Anya, y siempre será así —Damian tomó las manos de ella y las besó.

—Pero...pero ¿estás seguro? —dijo incrédula.

—Sí, como que el sol sale todos los días — él le sonrió y acomodó a Anya entre sus brazos y quedaron cerca—Además, ¿qué otro chico puede decir que su novia es una telépata?

—¿Novia? —preguntó Anya para confirmar.

—Por supuesto, desde ahora volveremos a salir—Damian colocó en su lugar un mechón del cabello de Anya que estaba sobre su rostro—. A menos que te opongas.

—Jamás me opondría —dijo Anya con una sonrisa envidiable y bastante sonrojada. Pues tener a su novio cerca siempre le hacía ruborizarse.

Aunque claro, Damian no se quedaba atrás para nada. Nunca fue bueno ocultando sus sonrojos y esta ocasión lo demostraba.

—¿Me vas a besar? —dijo Anya coqueteándole.

Y como respuesta de su novio, éste la besó sin más preámbulo. El beso poseía la cadencia que sólo ellos conocían y el sabor denostaba nostalgia mezclado con amor. La electricidad que les corroía la piel al contacto de sus labios se sentía bien, sin embargo, Anya cortó el beso y se refugió en un abrazo. Realmente, él era su lugar seguro y siempre lo sería.

Luego, la puerta se abrió y la pareja se dio la vuelta, en efecto. Habían llegado los padres de Anya. Todos se quedaron mirando, y Anya concluyó que debía dar largas explicaciones a sus padres.

To be continued...

El amor siempre floreceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora