[Completo] Libro #3
Nueva ciudad, nuevas experiencias y... nuevos peligros.
¿Qué es lo que le espera a Aurora en Londres? Ella a aceptado sus errores y continúa su vida.
¿Qué será capaz de hacer Ronald para recuperarla?
Ella lo ha sentido cerca pe...
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Regresamos al flat de inmediato. Ronald no quiso perder más tiempo y decidimos ir por mis cosas.
Al llegar, encontramos a Lena en el teléfono y la voz de Adam venía de el, estaban hablando por video llamada y yo me congelé por tener a mi lado a Ronald.
—Acaban de llegar —informó mi amiga con una sonrisa nerviosa.
Ronald tomó una postura seria y yo estaba al borde de un infarto.
— ¿Acaban? ¿Aurora y McLean?
Era el momento, me acerqué a la pantalla para ayudar a Lena quien ya estaba muy nerviosa y sin poder responder.
—Aquí estoy, Adam —dije de inmediato—. Y no he llegado con Trevor.
Volteé a ver a mi novio y con la mirada le pedí que viniera. Él lo entendió y avanzó hacia mí hasta salir en la cámara.
—Adam —saludó Ronald secamente.
Mi hermano se acercó más a la cámara y su expresión era de sorpresa.
— ¿Ronald? Pero tú...
—Adam —lo llamó Lena con un tono severo y yo conocía esa expresión. Era de amenaza para cambiar la opinión de alguien que estaba a punto de cometer un error.
Mi versión masculina parpadeó y fue como ver a la dueña jalar de la correa a su sabueso para que se comportara.
—No me esperaba esto, creí que ustedes dos ya no estaban juntos y veo que me he equivocado.
—Acabamos de encontrarnos —puntualicé.
—Ya veo —respondió mi hermano suspicaz—. Bueno... —me miró directamente a mí y fue asintiendo poco a poco hasta sonreír—. Entonces cuídala, Ronald.
Al fin pude quitarme la soga imaginaria del cuello para respirar.
—Siempre —aseguró Ronald.
Lena sonrió y movió su móvil para solo verse ella.
—Cariño que dulce de tu parte. Y ahora cuéntame ¿La graduación será una fiesta o un viaje?
—Todo apunta a fiesta pero podemos hacer un viaje aparte tú y yo, nena...
Lena desapareció al piso superior y volteé a ver a Ronald.
—¿Podemos confiar en su sinceridad? —inquirió, enarcando una ceja.
Sonreí.
—Hablamos y él lo ha entendido.
Asintió sin agregar nada más y me miró.
—Esperemos a que terminen su plática y hacemos tus maletas.
