Capítulo 13. Vince.

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     Disparé, una, dos, tres y lancé una de mis enormes dagas a la frente de una bestia

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Disparé, una, dos, tres y lancé una de mis enormes dagas a la frente de una bestia. Usé mi pistola gancho para moverme por el aire y seguir disparando. Cuidé las espaldas de algunos compañeros, Joey estuvo a punto de ser atacado y disparé a la nuca de la bestia que lo tomaría por sorpresa.

Joey se giró y me localizó, asintió sin apartar la mirada y seguimos con la masacre. El olor a putrefacción se intensificaba. Había una mujer con ojos brillantes a mi derecha y corrió directo a mí, su mano ya estaba transformada en garra cuando intentó atacarme.

Todo fue como en cámara lenta, le di la espalda, sujeté su brazo con toda mi fuerza y la elevé en el aire hasta colocar su espalda a mi pecho.

— ¡Pagarán por esto! —vociferó muy irritada.

—Ya lo veremos—le gruñí al oído—. Hasta nunca.

De un movimiento veloz troné su cuello, ella dejó de forcejear al segundo, su cuerpo terminó colgado en mis brazos como muñeca de trapo y la tiré al suelo para atravesar su cráneo con una bala.

Mis compañeros estaban bañándose de sangre—incluyéndome—y nadie por el momento parecía estar lastimado. Las bestias emitían rugidos agudos, intolerables para los oídos humanos. Y en eso miré como Tara cayó al suelo, tapándose los ojos en cuando una bestia le disparó ese líquido a los ojos.

Usé mi pistola gancho para ir hacia ella y detener el ataque. Tara se retorcía del dolor y la bestia acercó su hocico a la cara de mi compañera. Caí de pie al suelo y de una patada alejé a la bestia para terminar disparándole mientras levantaba a Tara con mi brazo libre.

—Te sacaré de aquí.

— ¡Carajo! No veo nada, As, ¡No veo nada!

La frustración en su rostro era aterradora, sus ojos negros estaban completamente blancos.

— ¡Resiste! —sujeté sus manos y me puse de espalda a ella para cargarla—. Te llevaré al cuartel.

Las bestias disminuían. Tenía que detenerme en el camino y proteger a Tara entre los muros para disparar cuando alguna bestia se acercaba. La subí de nuevo a mi espalda y ella seguía despotricando por no tener visión.

— ¡Sé que puedo disparar así! Pero no quiero herir a mis compañeros si fallo, soy una carga, As.

—No hables.

Me reuní con Chad cuando la situación estaba más controlada por nuestra parte. Salimos del maldito infierno y corrí junto al rubio para ayudar a Tara a llegar a uno de nuestros autos.

—Llévatela, ella necesita tu atención —ordené a Chad—. Yo me quedaré con los demás.

—De acuerdo, mantente con vida, capitán.

3º FRENESÍ: ¿Para siempre juntos?Where stories live. Discover now