Capítulo 6. Primeras ordenes.

191 34 110
                                    

     Las luces del lugar parpadeaban e iluminaban lo suficiente para ser visto, así que sigilosamente nos escabullimos por una de las puertas que daban a un tipo de sótano

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Las luces del lugar parpadeaban e iluminaban lo suficiente para ser visto, así que sigilosamente nos escabullimos por una de las puertas que daban a un tipo de sótano. Los gritos no cesaban y las personas seguían evacuando a toda prisa.

Bajamos con cuidado y con mi arma al frente para un posible ataque. Mi vista empezó a agudizarse hasta ver perfectamente en la oscuridad. Gracias al certus podía localizar ondas de calor que estuvieran escondiéndose, el líquido que me inyectaban era mi ventaja para estas situaciones.

Pero no podía ser tan arriesgado, ellos tenía el poder de cegarme.

Trevor se aferró a mi cazadora como un niño y seguimos bajando. Escuché ruidos inquietantes, las bestias también estaban aquí. Esperando.

No necesitaba de las linternas para ver en la oscuridad. Miré al frente hasta que vi el enorme bulto rojo. Mierda.

Venía hacia nosotros.

— ¡Abajo! —ordené.

Disparé pero le di en el pecho y corrí para sujetar a la bestia por el cuello. Me sacudió con hostilidad, me aplastó contra la pared y me azotó en el suelo. Cubrí mi rostro al ver que estaba apuntándome con una especie de bote de aerosol.

Con toda mi fuerza golpeé su rodilla para romperla y alcancé el bote en mis manos. Lo dejé fuera de su alcance para encargarme de la bestia que empezó a transformarse por la ira acumulada.

Disparé a un ojo y un aullido desgarrador lo hizo trastabillar hasta caer al suelo.

Aplasté su pecho justo en la primera herida que le hice.

— ¿Quién te ha dado el cegador? —rugí mientras lo escuchaba agonizar.

— ¡Vete a la mierda! —vociferó.

Ejercí presión y siguió aullando. Maldita sea, si seguía haciéndolo podría atraer a más.

— ¿Quién te ha dado el cegador? —repetí, más amenazante.

—Vas a matarme si te lo digo.

—Aunque no me lo digas lo haré, facilítame la información.

— ¡Jamás!

No pude evitar fulminarlo con la mirada.

—Me obligas a torturarte. Tendré que llamar a mis compañeros y que te lleven al cuarto.

— ¡No, espera!

Sabía que hablaría. No soportan ser torturados por los protectores.

—Con un demonio, habla —exigí.

La bestia estaba quedándose sin aliento, cada vez le costaba trabajo tomar aire. Su forma humana apareció por completo.

—Dagger... él... él ya está...

3º FRENESÍ: ¿Para siempre juntos?Where stories live. Discover now