XXIV

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“Belleza con defectos”

Cada vez que en mi mirada se ve reflejada tu belleza, me mata en vida, me adhiere a la destrucción pensativa, me hace creer que hay algo por lo cual luchar en esta vida de pena y dolor. Ese es el poder que aumentas en mi ser, causas que a tu alrededor todo sea bueno, aunque con defectos, y seguro. Al tropezar con tus pupilas, que con llenas de sonrisas mi camino iluminan, me pierdo sinceramente mencionando el “cómo te sientes”, sabiendo que siendo tú, pues bien estarás al responderme con dulces abrazos que me queman de aguantar hasta la más mínima caricia y olor que al acercarme siento. Amaré de usted cada poro de su piel, su figura de becerro dorado, reflejo de idolatría, idolatrada por un humano. Israelí, no me importase ser uno, mientras tenga su compañía y labios mojados; sus ojos que manan perfección, titiritera, los quiero perforándome, deseo cegajez, quisiere despertar y al despertar quejarme de tenerla a usted. Oh, mujer, qué tanto la amo, qué tanto le deseo; sus pechos, en ellos huelgo, me sanas en tan seguras manos, y sus delicados dedos acariciando mi cara, sintiéndole en mi pelo, en mi altamente orgullosa cabellera. Tenerla en mi aura contiguo a un abrazo, palpar de usted hasta el espíritu; besar su cuello, luego toda su piel, llevar sus caderas al cielo y alcanzar juntos la pasión, fusionar nuestros cuerpos con anhelo, enmelando mi alma y corazón, insoléntame, querido amor. Sus piernas, bien labradas y delicadas, son la culminante flecha de mi boscosa ballesta, yo junto a un pernaso me alío cuando de usted me toca escribir. ¡Es muy bella, usted! Me provoca, calienta mi mirada y diríjome a besarla, apasionada, mi dulce amada, sus labios húmedos, humedeciendo los míos, besándome todo el día, sintiéndonos uno, más amor cada día.
Pero..., me queda poco, te sonrojas y me río, ahé tu último alatés, ahé mi última caricia, ahé mi camino a la muerte, yo mismo me guío. Su cuerpo hace dolerme, sobrevivir de su presencia anhelo, asaz le mantengo en mis recuerdos. Porque tu voz vale más que joyas, tengo un reloj, que a cada rato miro, de dolor, son minutos sin existencia de tu ser en el mío, contando. Un parque de interés, qué paseo, sabiendo que mal camino ando si no te veo, así es mi mundo al revés. Cohechándome la podrida tinta a amarte, pero no sé si puedo, estoy en el acmé de mi recorrido, hasta aquí fue todo muy bonito; el haberte conocido, ser de ti más que un amigo, compartir recuerdos... Recuerdos, recuerdos que necesito.

Una historia real contada brevemente.
Pero no acaba aquí, esto solo empieza.
Ha pasado tan solo dos años realmente,
Mágico, pero también duele su belleza.

Ya les contaré cada detalle en un poemario,
Pero tendrán que esperar, porque tal vez
Me tome poco más de cien años y un mes.
Solo verso profundo, un cantautor ancilario.

Ella es increíble, sí que lo es, no se merece un mundo, ni dos ni tres, ella es mucho más. Ella es quien me da, yo quien recibe, yo no tengo nada que ofertar, ella lo que quiero me pide. Yo no le niego mi amar, yo le regalo mi despertar, ella es mis deseos y sueños, a mis pies lo que más añoro y oro por. Mi oro como trofeo no, su respirar me rellena el espíritu, son quienes me curan sus senos, pero nuestras almas no están in situ, tal vez sí nos buscamos con ansias, pero nuestra historia... terminó siendo ácrona.

Te quiero, amor.
Así solía llamarte,
No tengo derecho.
Nunca podré
alcanzarte; sudor.
A tu compañía
Afecho fui, querré.
Lo vi, fantasía,
Perdida... Moriré.
Te extraño, dolor.

Continuará...

@Anty_Ow

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