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La Navidad se siente en el aire. La mañana es brillante, el aire es limpio y la calle delante de él comienza a vestirse con el verde, rojo y plata de las decoraciones.

Siempre le ha gustado la época navideña, excepto el frío. Por eso entra a su cafetería frotándose los brazos para recuperar el calor.

—Está helando allá fuera —dice a Cheng quien esta rellenando el aparador con bolsas nuevas de café.

Cheng es muy cuidadoso con los detalles, se asegura que cada logo tipo de marca de café haya quedado alineado.

—¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Ni me lo preguntes. —Zhan murmura y Cheng levanta una ceja—. El padrino de Darren llegó proveniente de América.

Eso captura el interés de Cheng.

—¿Un Americano? —siempre ha estado extrañamente fascinado por la cultura americana.

—No.Es Chino.Se mudó hace algunos meses.

—Oh —dice Cheng y sus ojos pierden la esperanza—. ¿Y cuál es el problema?

—Ninguno —Cheng lo mira fijamente porque no le cree y Zhan resopla—. Es muy irritante y arrogante.

—¿De verdad? —Cheng frunce el ceño—. Que mal. Quizá podrías mantener distancia.

—Eso será difícil, —responde con sarcasmo— se hospeda con nosotros.

—Entonces... no sé. Solo ignóralo.

—No lo conoces —dice en tono de queja. Ignorar a Wang Yibo parece ser la meta más imposible de lograr.

—Tampoco tu —le recuerda Cheng y tiene razón.

Bastardo.

—Mejor vamos a... —mira alrededor para encontrar un cambio de tema, porque Cheng tiene razón y no sabe cómo responderle— vamos a comenzar con la decoración hoy ¿cierto? Comencemos entonces.

Cheng intenta no reírse de Zhan.

— Bien ¿Puedes ir al mini súper y ver si aún les queda nieve sintética?

Acaba de llegar y ya tiene que salir. Pero lo hace de todos modos, se quita el delantal y se pone su abrigo para dirigirse al mini súper.

Y claro, Yibo está ahí. Observa los estantes de pan como si estuviera a punto de tomar una gran decisión. Nota la llegada de Zhan y levanta la mirada con sorpresa.

—¿Estas siguiéndome? —pregunta Zhan a pesar de saber que suena como un adolescente engreído.

Yibo considera por un momento.

—Eso es lo que yo iba a preguntarte.

Zhan se defiende, lo último que quiere es que Yibo piense que lo vio entrar y decidió seguirlo.

—Solo vine por nieve.

—No creo que vendan eso aquí, Zhan —sabe que lo ha dicho por molestar pero su tono tan serio impide a Zhan responder sarcásticamente.

—Nieve en espray, —aclara y vislumbra una botella sobre un anaquel cercano, la sostiene y muestra a Yibo para que verifique pero él ni siquiera le está mirando— Hoy vamos a decorar la cafetería.

—¿Es esa, verdad? —Pregunta Yibo señalando con la cabeza.

—Si

—Es bonita.

—Cállate —protesta Zhan. Odia lo difícil que le es leer a este hombre cuando actúa tan neutral y su tono de voz y mirada no le dicen nada.

—Lo dije sinceramente —Yibo lo mira y todo indica que en efecto está siendo sincero— Parece un lugar pequeño y agradable.

—Oh. Gracias. —Zhan intenta alejarse y continua caminando, se dirige a la registradora para pagar su nieve artificial. Yibo camina tras de él después de comprar pan, mermelada y una pequeña botella de desodorante. Zhan no entiende porque le espera afuera de la tienda, solo cree que sería grosero desaparecer sin despedirse. Después de todo, ese hombre es su huésped.

Yibo sale un minuto más tarde y se detiene junto a Zhan, el edificio abandonado llamado The Grand, atrae su atención.

—¿Qué hay en ese edificio?

—Un teatro. No han abierto desde hace un tiempo —se une a Yibo y ambos observan en silencio. Él disfrutó algunas noches allí, con Ziyi. Cuando había shows de strippers y ellos compraban boletos para ir en lugar de ahorrar para pagar la cuenta de luz.

Yibo parece que más que observar... estudia el lugar.

—Hmmm...

—¿Te interesa? —Yibo tarda un momento en mirarle y apartar su atención del edificio

1.Where stories live. Discover now