7.

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Todos atienden sus respectivos dolores de cabeza al día siguiente, pero incluso el día después de Navidad Darren tiene que trabajar, por lo que se marcha después del almuerzo, y Yibo desaparece durante el resto del día. No se miran a los ojos durante el breve tiempo que pasan compartiendo la cocina, bebiendo café y compartiendo aspirinas para el dolor, y cuando Darren regresa esa noche, Zhan lo sobre compensa mostrando su afecto por él, sintiendo una extraña sensación de culpa. Y cuando Darren lo lleva a su cama y ofrece sexo oral, Zhan se lo permite, a pesar de que no se siente realmente con el ánimo, se obliga llegar al orgasmo gracias a los pensamientos que tiene de unos ojos, una boca, piel y manos que no se parecen en nada a
las de Darren, aumentando así la culpabilidad.

Se levanta de la cama más tarde, cuando Darren se ha dormido, se interna en la oscuridad y el frío de la sala, mira a su alrededor buscando la manta y cuando no la encuentra, se pone la sudadera con capucha que encuentra en su lugar. No es hasta que se envuelve en ella mientras mira la televisión que se da cuenta que le pertenece a Yibo, su olor se filtra en sus sentidos provocando un hormigueo sobre su piel.

Yibo llega un momento más tarde, como siempre, y luce curiosamente tranquilo. Zhan no puede leer su lenguaje corporal, ni siquiera sabe cuánto recuerda de la noche anterior, y cuando Yibo no hace más que dejar las llaves en el mostrador y sonreír brevemente, Zhan pregunta...

—¿Dónde has estado?

—Pase el día con Xirui.

Zhan asiente con la cabeza, y espera que sea la verdad y que Yibo no haya estado caminando por las calles todo el día solo, evitándolo.

—¿Lo pasaste bien?

—Fue bueno, sí. —Yibo murmura vagamente—. Voy a poner el agua a hervir.

Regresa con dos tazas de té caliente y pone una en manos de Zhan mientras se sienta junto a él.

—Gracias —esto se siente tan irreal y a la vez tan normal que no puede entenderlo.

Yibo asiente señalando el televisor.

—¿Dónde estamos hoy?

—Hubei —dice Zhan después de tomar un momento para pensar. En realidad no ha estado prestando atención al programa de tv.

—Es muy bonito.

—Nunca he estado allí.

—Deberías —dice Yibo—. Pide a Darren que te lleve.

La mención de Darren es deliberada, con eso lo ha traído aquí, poniéndolo entre ellos como una barrera. Un recordatorio de por qué anoche fue un error, y no el tipo de noche de la cual Zhan todavía puede recordar cada detalle, sentir cada toque. Traga saliva.

—Mira, lo que pasó anoche...

Yibo lo mira y con tal mirada le pide que calle.

—¿De verdad quieres hablar de eso?

—Fue solo que —dice Zhan, pero sí, lo quiere, de verdad— Bebimos mucho, las cosas se pusieron un poco raras...

—Está bien —dice Yibo, con tono ligeramente molesto.

Zhan contiene la respiración, mira el costado de la cara de Yibo.

—Me voy a casar con tu mejor amigo, —pero lo está diciendo por las razones equivocadas y lo sabe. No está diciéndolo para recordarle a Yibo por qué lo que pasó la noche anterior estuvo mal, lo dice por qué lo que esta sintiendo es peligroso y masivamente inapropiado.

Lo dice porque quiere provocar una reacción en Yibo, quiere una pista sobre cómo se siente, lo que piensa acerca de cómo en un minuto tiene momentos con Zhan y al siguiente discute sus deberes de padrino con Darren.

Cuando Yibo lo mira, Zhan ve en él agitación, culpa, pero sobre todo, ira. Todo el "te deseo pero no puedo tenerte".

—Y sigues recordándomelo.

Yibo le sostiene la mirada, y hay tristeza asentándose dentro de Zhan, haciéndolo sonreír pero sin rastro de alegría.

— ¿Sabes que es gracioso? —Pregunta con tono gentil—. Conocí a Darren la noche de tu fiesta de despedida. Aparentemente te acababas de marchar y por eso no te vi.

Yibo parpadea, y sus ojos pierden la concentración por un momento mientras analiza la información, y entonces un reflejo de dolor destella en su rostro.

—¿Estás diciendo que si me hubiera quedado otros cinco minutos...?

—O si yo hubiera llegado cinco minutos antes... Sí.

No tienen que terminar de explicar. Es dolorosamente claro. En algún otro universo, en otra vida, esta podría haber sido una historia completamente distinta.

Es con una sensación desgarradora que un renovado sentimiento de culpa invade a Zhan, en silencio y solo en su propia cabeza, admite que nunca se habría fijado en Darren si
Yibo hubiera estado ahí esa noche.

La tristeza que siente Zhan se refleja en el rostro de Yibo y este recorre un dedo a través de la manga de la sudadera que lleva puesta Zhan.

—Te queda bien —murmura.

—Tenía frío.

Se sonríen el uno al otro en silencio, es un momento de entendimiento puro, y luego lo dejan pasar. Se acomodan de nuevo en el sofá, poniendo los pies sobre la mesa para mirar el televisor en silencio.

Darren se levanta más tarde para usar el baño e ir un por vaso de agua, y cuando entra a la sala, se derrumba en el sillón y mira a ambos de reojo.

—¿Qué estan haciendo despiertos?

—No podía dormir, —murmura Zhan.

—Llegue hace un momento, —dice Yibo.

Darren mira hacia el televisor.

—¿Qué es esta mierda que estan viendo? —pregunta inclinándose para agarrar el control sobre el brazo del sofá, y cambiar el canal.

—Danos el puto control —Yibo levanta la voz, y hay tanto enojo injustificado en su tono que preocupa a Zhan—. Estábamos viendo eso.

Darren los mira con curiosidad y detenidamente, con el ceño apretado.

Zhan se da cuenta de cómo se ven. Él y Yibo sentados juntos en el sofá, ambos con los pies sobre la mesa, al lado uno
del otro y tocándose, cada uno de ellos sostiene una taza de té, y él está usando la sudadera de Yibo.

Parecen una pareja. Acogedoramente acurrucada. De repente se siente abrumadoramente incómodo.

—En realidad estaba por irme a dormir, —se levanta y los deja, con el peso de la mirada de Yibo siguiéndolo.

1.Where stories live. Discover now