12.

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Darren lo sabe incluso antes de que abra la boca. Mira fijamente a Zhan en el espejo durante un momento que parece no tener fin, y luego se vuelve para mirarlo de frente, con los ojos llenos de dolor y resignación.

—Él va a romper tu corazón, Zhan —dice cansado y con pesadez.

En este momento el corazón de Zhan se rompe por Darren. Se siente como el peor tipo de persona; de una manera retorcida, cree que merece casarse con Darren, y compartir con él la tristeza de su matrimonio, sin absolutamente nada de pasión durante el resto de sus vidas.

No se merece lo que le da Yibo, cuando le ha hecho tanto daño a Darren.

Pero Darren no se lo merece. Merece mucho más.

—Esa es una lección que aprenderé por mí mismo, —dice Zhan, y da un paso más cerca. No trata de tocar a Darren, pero lo mira a los ojos, enfrentando lo que está haciendo— Eres un buen hombre, Darren —insiste, y lo dice en serio— Quiero que seas feliz. Siento no poder ser lo que necesitas.

—Nunca necesite que fueras nada más. —Los ojos de Darren se llenan de lágrimas, y hace una mueca mientras trata de continuar—. Te amo por lo que eres —añade con una nota rota en su tono. Zhan siente su dolor.

—También te amo. —Suena como un consuelo, pero es cierto. Nunca dudó de sus sentimientos por Darren—. De verdad.

Darren asiente con la cabeza, se limpia los ojos con el dorso de la mano.

—Simplemente, no me quieres y deseas tanto como lo quieres a él.

No puede negarlo. Darren ahora sabe la verdad.

—Lo siento, —dice—. Nunca quise hacerte daño.

Darren lo mira por un largo momento, y Zhan casi quiere oírlo gritar, que descargue su furia, que le diga que es una persona deplorable.

Pero no lo hace. Le da la espalda, camina hacia una silla y se sienta. Con dignidad.

—Vete ya. Yo me encargo de todo esto.

Zhan no hace el intento de permanecer ahí por más tiempo, siendo testigo de su angustia. Se va, y cierra la puerta tras él, con el peso en su corazón aligerándose y sus ojos cubiertos por las lágrimas.

Se deja caer hacia atrás contra la pared opuesta y siente el peso de la cruz de Yibo contra su pecho, debajo de la camisa, y de repente está corriendo, corriendo por los pasillos y las escaleras, hasta salir a la calle llena de nieve, mirando a la izquierda y a la derecha en busca de un taxi. Hay invitados a su alrededor, mirándolo, murmurando detrás de sus manos; alguien lo llama, y hay pasos acercándose desde atrás, pero un taxi se detiene antes de que alguien lo pueda alcanzar.

—Al centro de la ciudad, por favor, por la calle principal —dice al conductor, y le pide que vaya rápido, antes de que sea demasiado tarde.

Llega al teatro, la puerta está abierta pero no hay nadie dentro, solo hay silencio y vacío. Sube por las escaleras detrás del escenario y entra impetuosamente a la oficina como si algo se incendiara detrás de él, casi esperando no encontrar a Yibo porque él ya ha cambiado de opinión.

Pero él está allí, sentado en esta oficina vacía, salvo el escritorio y la silla detrás en la cual está sentado, y el sofá. Yibo mira hacia arriba sorprendido por la entrada dramática de Zhan, y toda su cara tiene expresión de incredulidad, no puede creer que Zhan este realmente aquí, con él.

Zhan se queda ahí de pie, su corazón golpea contra su pecho, mirando a Yibo, inmóvil, esperando.

—Dilo —ruega—. Necesito que lo digas.

Yibo se levanta muy lentamente, camina alrededor de la mesa, y se acerca a Zhan, le dice sin vacilar, con voz baja, llena de sinceridad— Te quiero.

Un sollozo escapa de su boca y sus rodillas amenazan con doblarse, toma con sus puños la parte delantera de la camisa de

Yibo y se aferra a ella.

Yibo lleva las manos a la cara de Zhan. Están temblando, y su tacto es suave y reverente contra las mejillas de Zhan.

—Te quiero, Zhan... realmente lo hago—dice esta vez más suave, con voz temblorosa, con todos esos sentimientos que Zhan temía no fuera capaz de sentir.

—¿Qué pasara con tu vida —le pregunta Zhan— en América...

Yibo se aleja de él, y Zhan casi gime al sentir la pérdida. Yibo señala dos pilas gruesas de documentos sobre la mesa y toma uno y lo muestra a Zhan. Sus manos aún tiemblan, y sus ojos están llenos de humedad, y Zhan no pueden creer que esto esté sucediendo.

—Si firmo esto —dice Yibo, mostrándole el documento, con la voz quebrada— Soy dueño de este teatro. Y si firmo este otro, —continúa, mostrando un segundo papel— Me mudo a ese apartamento encima de tu cafetería. —Deja caer los documentos en el sofá junto a ellos y toma la cara de Zhan en sus manos otra vez, con una media sonrisa y una mirada que parece estar mirando todo su mundo—. Y si estás conmigo en esto... —susurra, pasando los pulgares sobre los pómulos de Zhan

— No me iré a ninguna otra parte.

Zhan esta tan lleno de emoción, de alivio, de felicidad y de amor, que no puede hacer otra cosa que tirar de la camisa de Yibo para traerlo más cerca, para sentir su calor e inhalar su olor, ahora esta es su vida, suya y de Yibo.

—¿De verdad piensas que estás listo para esto? —le pregunta, porque tiene que estar seguro antes de tomar ese paso final, ese salto de fe y amor.

—Sí —dice Yibo—. Si tú me aceptas.

Ya no queda un ápice de duda en la mente de Zhan.

Se inclina hacia él, atraído como un imán, y Yibo se encuentra con él en el medio. Y se besan, suave y lentamente y sin prisas, porque tienen tiempo, todo el tiempo en el mundo, y Yibo continua besándolo con adoración, como si pudiera hacer que Zhan sienta esta misma euforia y emoción durante el resto de su vida.

—¿Sabes lo que necesitamos resolver ahora? —dice Yibo después de lo que parece una eternidad.

—¿Cómo construir una relación después de esta locura?

—No —contesta Yibo—. Como vamos a nombrar este lugar.

Zhan se ríe, Yibo lo carga y lo abraza contra su pecho como si nunca quisiera dejarlo ir.

1.Where stories live. Discover now