Capítulo #3

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Es viernes y el ambiente está cambiado y al mismo tiempo algo similar, los estudiantes de pasantías recién contratados todos ya fueron despedidos así que la oficina se sentía vacía, y el trabajo se multiplicó por ser dividido entre los que quedaban, que no eran muchos tampoco: ya que la presión llego hasta a mí cuando me entere de que estaban considerando despedir a gente que ya tenía experiencia; ya lo habían hecho con algunos. Esto me quita la poca tranquilidad que tenía por ser un empleado de años. Con lo mucho que me quejo en silencio de estos tipos, me sorprendo a mí mismo de haber confiado en que tendrían consideración por años de servicio.

Y aquí estoy igual que como estaban los pasantes al inicio de la semana. Las horas en esa oficina pasaban, pero la pila de papales se hacía cada vez más grande, por si fuera poco al final del día estaba por retirarme cuando un grupo de personas apresuradas caminado frente a mí me detuvo el paso, deje que pasaran, pero antes se pasaran ya yo estaba atravesado así que tuve que retroceder, pero el problema se sitúa en que un mal nacido de esos, me tiro adrede el café expreso que tenía en la mano manchándome todo el pecho, el responsable no se hizo cargo y las demás personas solo seguían su camino volteando a ver por segundos para después murmurar.

Esto en definitiva me arruino el día, que ya era del asco. No tuve tiempo de limpiarme y así manchado y oliendo a café me dirijo hacia mi auto, dentro de este me quito el saco y la camisa de botones, y me quedo con la camisa que el líquido no ha alcanzado, pero no está bañada en café. Conduzco con pesadez a mi casa ya esta tarde y falta poco para que todo quede oscuro, preocupado llamo a casa, ya que hoy no pude pasar por los niños y no le avise a Helen para que fuera por ellos.

Llamo y repica por unos segundos, pero la llamada se termina cayendo, intento de nuevo y está vez me he detenido en un mini mercado 24 horas para comprar algunas cosas que faltan en la casa y algo dulce para los niños, la llamada vuelve a caerse y me empiezo a desesperar, quizás Helen no esté en casa, pero eso también significa que los niños no fueron recogidos y deben seguir en la escuela, porque se les ha dicho que no importa si esperar un poco que no se vengan con nadie y que no intenten venirse solos.

Miro a mi alrededor algo desalentado, ya que las luces de los faroles estaban encendidas, ya era de noche, con un poco de esperanza de que ellos no estén solos en las instalaciones de la escuela vuelvo a llamar, cada repique del teléfono desespera y me hace pensar que se va a volver a caer la llamada, pero es un alivio al escuchar que alguien contesta y más aún de escuchar la voz de mi hijo mayor.

‒ Aló ‒me responde con duda.

‒ Hola, hijo, soy papá ¿A ustedes los fueron a buscar? ‒no vaya a ser que se hayan regresado solos.

‒ Mamá nos fue a buscar con su amigo ‒el relajo inicial desaparece y ahora que hierve la sangre al escuchar a mi hijo decir eso.

‒ Ese tipo ¿sigue ahí? ‒subo lo que compre al auto y al entrar yo cierro la puerta de un azote con rabia.

‒ Si, se quedó hablando con mi mamá desde que nos trajo, no nos dejan salir de la sala y ya tengo sueño ‒esto es el colmo.

‒ Tranquilo ya llego a la casa ‒cuelgo la llamada y acelero.

Estoy en la esquina ya llegando a la casa cuando veo a Helen despidiendo a aquel hombre me estaciono sin importarme que bloqueo el camino igual nadie conduce por aquí a esta hora. Salga hecho una fiera fuera del auto y confronto al tipo parándome enfrente de él, tengo que bajar la mirada porque soy más alto que él, lo tomo del cuello del smoking negro que tiene y lo miro con rabia.

‒ ¿Quién eres? ¿Y quién te crees para entrar a mi casa y acercarte a mi esposa y a mis hijos? ‒no llego a gritar, pero mi voz se notaba que no era juego todo lo que estaba haciendo.

Juego De PeonesWhere stories live. Discover now