Capítulo #8

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"El dinero no te da la felicidad, pero puede hacerte feliz si lo gastas bien"

¿Qué tiempo tiene una persona para ser feliz, cuando está preocupada por no tener dinero? ¿Cómo una persona puede sonreír, si tiene la mente mortificada preguntándose si va a comer hoy?

La riqueza y el poder no son más importantes que el amor y la familia, pero del amor no se vive, y cuándo tiempo dura la felicidad de una familia cuando se presenta una enfermedad. En esos momentos se te olvida que el dinero no compra la felicidad, y pides tenerlo para ayudar a los que amas.

En la vida hay cosas más importantes que el dinero, pero por lo menos cuando se presentan calamidades puedes sobrellevar la situación.

Todo esto lo medité en mi habitación, acostado en la cama mirando al techo, perdido en mis pensamientos. Ya no tenía nada que me motivara, mis hijos; la luz y el motor de mi vida se fueron, me los arrebataron. La impotencia genera una gran cantidad de rabia, la cual me agota al no saber cómo descargarla, rompí con mis puños todo lo que tenía en la casa, las manos me sangran y mis nudillos están destrozados.

Llevo semanas con un mal estilo de vida por la decaída, y se refleja en la casa que cada vez se encuentra más dañada y vacía, he vendido poco a poco los muebles y demás. He intentado de maneras desesperadas ganar dinero, pero no encuentro salida, llegue a un punto de no tener para pagar el arriendo por comprar siquiera un pan para comer.

Lo único que me niego a vender son los juguetes de los niños, pero en más de una ocasión he pensado en la dolorosa obligación de tener que hacerlo. Llego fin de mes para la cancelación de los impuestos de la casa, iba a pedir crédito, pero el arrendador sabía mi situación, el chisme corrió como pólvora, y me pidió desalojar de inmediato.

No tenía a donde ir, no tengo a nadie en el mundo, me quede devastado en un rincón de aquella casa vacía acumulando polvo, me hundí en mis pensamientos una vez más para ignorar los gritos y llamados del arrendador. De un momento a otro se hizo el silencio, él se había ido, pero sabía que volverían. Me sentía patético huyendo de lo inevitable.

Al día siguiente comiendo en el mismo rincón polvoriento un trozo de pan que empezaba a ponerse duro, un estruendo resuena por toda la casa, la puerta principal se abre con el forcejeo de los hombres que trajo el hipotecario, me miran con miseria y pasan de largo. Empiezan a llevarse todo lo que aún quedaba, al escuchar traer las pertenencias de los niños los detengo he intento quitárselas.

Pero mi salud mental compite con mi salud física, se apartan como un muñeco de trapo y se llevan todo lo que queda. Terminan por sujetarme entre dos por los brazos y a rastras me sacan de la casa, grito y me resisto; sigue siendo inútil. Terminan tirándome a la calle, cierran la puerta de la casa y ponen al frente un cartel con las palabras "se vende"

No tenía a donde ir, apenado y derrotado me voy a vagar por las calles frías de esta ciudad. Estoy tan decepcionado de mi mismo que no pienso ni en despedirme de la señora Clare, y agradecerle por todo.

Camino sin rumbo, y sin ganas de llegar a ningún lado; solo seguir caminando, que cada paso sirva de distracción y desahogo mental a todo lo que me atormenta en estos momentos. Desde la mañana estoy caminando sin una meta, el dolor de mis pies fue ignorado por mi cabeza y mi cuerpo. Llego a los lugares más recónditos de la ciudad, jamás habría visitado esté sitio, pero los desvaríos de mis pensamientos me han traído aquí casi por instinto.

Miro en varias direcciones y veo a muchas personas en mi misma situación, algunos ya tenían un grupo social, al parecer formaban un tipo de manada para apoyarse entre sí. Otros son más solitarios, pero están preparados y tienen consigo un carrito de compras de supermercado; repleto de cosas que se pueden encontrar tiradas, lo deben de arrastrar por todas partes. Finalmente estas los que solo se duermen en cualquier esquina, más que buscar sobrevivir, lo poco que cae en sus manos va dirigido al alcohol.

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