LXXXI

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Estaba muy preocupado por vos.

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—¿Y Chris?— Preguntaste, acercándote a la cama del niño.

—Está bien.— Informó Sandy, sonriendo. —No podemos bajar la guardia, pero su pulso y respiración se estabilizaron. La medicación está funcionando.

—Menos mal...— Suspiraste. Luego te giraste. —Muy buen trabajo, Anna. Emma, vos tenés que descansar ya, esos demonios te agarraron con fuerza. Vamos a pasar la noche acá, descansen.— Todos empezaron a acomodarse para dormir en el suelo, y te sentaste en tu lugar. —Salimos mañana a primera hora.

—Vos también deberías dormir, _________.— Habló. Ray, acomodándose a tu lado. —Vení al lado mío. Durmamos.— Te acercaste y apoyaste tu cabeza en su hombro, cayendo rendida en un corto período de tiempo. Para cuando abriste los ojos de vuelta, el amanecer aparecía en el horizonte.

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—¡Son enormes!— Exclamaron los niños, viendo los gigantescos árboles que los rodeaban. Ya después de dos días de viaje, llegaban a su destino. 

—Es un bosque... nunca había visto uno tan grande.— Mencionaste.

—Por acá está el escondite, ¿No?— Preguntó Oliver.

—Sí, ya falta poco.— Informó Jin. Miraste al suelo, encontrándote con una enorme huella. Claramente, estamos lejos de asentamientos de demonios, pero hay salvajes en este bosque... ¿En un lugar así hay un asentamiento de cientos de personas? Los árboles son muy parecidos... Debe haber sido difícil memorizar el camino.

—Me voy a adelantar para avisarle al jefe y al resto.— Informó Hayato, estirándose. De pronto, salió propulsado como un rayo, tan rápido que no te diste cuenta al inicio que había desaparecido. ¿Qué fue eso? ¿Cómo es posible? Ese chico... No, todos ellos...

—Llegamos.— informó Jin, luego de un rato. Te asomaste a un agujero dentro de un árbol y te encontraste con un pequeño pueblo que ascendía con puentes colgantes hasta donde te era posible ver. —Este es nuestro escondite.

—¡Qué genial!— Exclamaban los niños.

—No sé los detalles, pero son los restos de un asentamiento oculto de un clan no sé cuanto de demonios de hace mucho tiempo. Los demonios de los pueblos no lo conoces y no se acercan. Vengan, llevemos a los heridos por acá.— Los llevaron a una enfermería bien provista de medicamentos, de los cuales Anna quedó maravillada. —El resto, suba por acá.— Los guio por una escalera al costado, desde la cual veían que el refugio era realmente un pueblo. En serio hay muchísima gente... Y todos los niños están sonriendo.

—¡Bienvenidos!— Los recibió una chica.

—En serio son los fugitivos...— Susurró un niño a su lado. Pronto, todos se acercaron a saludarlos. Así que este es el paraíso que creó el señor Minerva. —Están cansados, ¿No? Tenemos té y dulces.

—¡¿Dulces?!— Los más hambrientos se acercaron con prontitud, los demás esperaron a que les dieran su taza de té. 

—¡Emma!—Oíste que exclamaba Hayato. —El jefe dice que quiere ver a la líder Emma.— Ella se giró a mirarlos, y se empezó a mover solo cuando le dieron la aprobación.

—¡Ya vuelvo!—Informó, sonriendo. Se alejó por las escaleras rápidamente.

—Este lugar... Es realmente maravilloso.— Dijiste, sosteniendo la taza de té en tus manos. Ray te miró.

La letrista {Rayxtú}Where stories live. Discover now