LXXXV

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No sé qué hacer.

—No quiero matar a los demonios.— Continuó Emma. —Pero tampoco quiero que se coman a mis amigos. ¿Qué hago, Ray, _______? No sé qué debería hacer.— Miraste a tu novio, y él tomó aire.

—Yo tampoco.

—¿Eh...?

—Es como decís.— Habló el azabache. —La opción de los siete muros también es así, pero si igualmente escapamos al mundo de los humanos, sigue estando el riesgo de que nos persigan o se desate una guerra. Ahora que sabemos que para los demonios los humanos somos un alimento esencial con esas características especiales... Por más que te desagrade, el método de Norman es el único para salvar a todos los chicos ganado. Diría que no hay otro modo, no sé si hay mucho margen para poner objeciones. Norman está en lo correcto. Sí, entonces no hay nada que hacer.— Le puso la mano en el hombro, sonriendo. Emma parecía anonadada.

—¡¿Qué?!— Exclamó. —¡Esperen, no entiendo! ¿Entonces para qué me preguntaron qué sentía? ¡¿No tienen ningún plan?!

—No.— Sonreíste también.

—¡¿Algún consejo?! ¡¿O crítica?!

—Tampoco.

—¡¿Se pusieron a escarbar para nada?! ¡Y eso que me lo estaba guardando! ¡¿Porqué me sacan en un segundo los sentimientos que una se esfuerza en enterrar?!

—Pero salieron inmediatamente.— Señalaste.

—¿Qué...?

—Tus verdaderas intenciones enterradas salieron inmediatamente. Si realmente estuvieran enterradas, te las llevarías a la tumba. No te podés rendir, ¿No, Emma? Además, cada vez va a haber más cosas que no puedas aguantar y vas a terminar explotando.

—Y conociéndote, probablemente sea en el peor momento.— Retomó Ray. —Arrancarías vos sola y de la peor manera. Si pasara eso, tanto vos como el resto estarían en peligro, y lo molestarías muchísimo a Norman y a mí también. Si no estás satisfecha, hacé algo. Esta desición es particularmente importante. Si lo hacés a medias, te vas a arrepentir. En el peor de los casos, durante toda tu vida. A mí me alcanza con el exterminio, pero a vos no. No podés seguir sin saber qué hacer. Este no es momento de volverse sumisa.

—Sí...— Suspiró la de cabellos anaranjados.

—Volvé a pensarlo todo.— Sugeriste. —Qué querés hacer vos.

—No quiero un exterminio. Quiero un camino sin luchas.— Declaró la de ojos verdes. —Pero no tengo la manera, y el resto no quiere eso. Si peleo sin pensar, puede que ponga a todos en peligro. Lo que menos quiero es que mi familia muera. Cuando pienso en eso, no puedo decidir solo en base a lo que quiero hacer. Más que qué quiero hacer... Lo que ignoro es cómo lo puedo hacer.

—Entonces vayamos a hablar con Norman con eso primero en mente.— Hablaste.

—¿Eh? ¿Con Norman? ¿Aunque estoy así de confundida?

—Justamente porque estás confundida.— Te apoyó tu pareja. —Ya te dije, cuando explotes va a ser demasiado tarde. Además, estamos hablando de Norman. Tenés que ser completamente honesta porque justamente es un amigo en el que confías. Para nosotros él siempre fue “especial”, ¿No?

—Es cierto.— Aceptó la chica.

—Además, por más que hablemos ahora no vamos a llegar a nada.— Continuó Ray. —Pero probablemente notemos algo cuando hablemos con Norman.

—¿Por ejemplo?— Preguntó Emma.

—Primero, un plan concreto.— Dijiste. —Dependiendo de su plan, puede que las posibilidades de causar una guerra no sean inevitables. Deberíamos confirmar eso. Además, esa cuestión también nos llama la atención, ¿No? Sonju y Mujika... Ellos no comen carne humana, pero son antropomorfos y muy inteligentes. Además si heredan los rasgos que comen... Vimos a ambos comer pescados y aves, sin que pierdan sus formas humanoides. ¿Por qué será? Tal vez sea que puede pasar bastante tiempo entre lo que comen y los rasgos que adquieren... Pero sigue siendo bastante raro que mantengan esas formas y no coman humanos. Puede que ellos mintieran, pero si no lo hicieron... Puede que Sonju y Mujika sean excepciones que pueden mantener sus formas humanoides e inteligencias sin comer personas. Entonces si todos los demonios fueran como Sonju y Mujika podría haber un modo para asegurar una coexistencia pacífica entre nuestras especies... Aunque sería algo demasiado conveniente. No sabemos si Norman sabe sobre esto, sobre que hay demonios excepcionales que no necesitan comer humanos. Si no lo sabe, sería un grave problema. En todo caso, tiene que enterarse de inmediato.

—Si está suposición de que Mujika y Sonju son excepciones que mantienen sus rasgos humanos es cierta... ¿Cuántos demonios excepcionales habrá?— Siguió tu pareja. —Y si hubiera muchos que igualmente quieren comer humanos... Aunque destruyamos las granjas, ellos no van a degenerarse. Seguirían siendo nuestros enemigos, y la base del plan de Norman se caería. Y por otro lado, si Norman sabe de esto, podríamos preguntarle porqué existen estás excepciones. Dependiendo de la respuesta, quizás hallemos una pista sobre una forma de coexistencia entre humanos y demonios. Aunque no deja de ser una posibilidad en un millón.— Agregó, al ver que Emma se emocionaba demasiado. —Pero no podemos dejar que esto siga creciendo así. Ya mismo vayamos a hablar con Norman. Sobre Mujika y Sonju, y sobre tus dudas. Honestamente pienso que es imposible coexistir con ellos. Esos que te agarraron y trataron de comerte hace nada eran demonios. Pero también es cierto que tenemos una deuda con Sonju y Mujika. Hacé lo que quieras, nosotros te vamos a apoyar.— Asentiste con la cabeza, dándole fuerza a sus palabras. —Elijas lo que elijas, va a estar bien. Te especializas en lograr lo imposible, así que construí el futuro del cual no te vas a arrepentir.— Comenzaron a subir las escaleras que llevaban a la oficina de Norman,y Emma parecía mucho más tranquila ahora que me tenía que seguir guardando sus pensamientos. Le diste una sonrisa a Ray, que te devolvió el gesto, y en silencio entrelazó su mano con la tuya.

—Gracias, Ray, _________.— Dijo la chica. —Me siento aliviada. Voy a decir todo para no arrepentirme, y poder decidir el futuro que deseo.— Apoyó la mano en el pomo de la puerta y lo giró, llamando al falso Minerva al mismo tiempo. Pero al abrir vieron a tres personas que ya se encontraban ahí, y ninguna era Norman.

—¿Quiénes son?— Preguntó la chica, mientras comía carne que no supiste reconocer.

—Ah, yo soy Emma.— Sonrió tu amiga. —Ellos son Ray y ________, venimos del refugio B06-32.

—Mucho gusto.— Saludó el azabache.

—Encantada de conocerlos.— Dijiste.

—Son los fugitivos que llegaron ayer.— Dijo uno de lentes y una enorme cicatriz en la cabeza.

—¡Ah, los de Grace Shield House!

—Grace Field House.— Corrigió, aunque ella no pareció oírlo.

—¿Quieren?— Ofreció de su carne, y los tres se negaron.

—Nor... El jefe, ¿Dónde está? Queríamos hablar con él...

—El jefe está afuera ahora por un asunto urgente.— Dijo el otro chico, que estaba tirado en el sillón.

—Entonces volvemos más tarde.— Hablaste.

—No, por favor, tomemos té o algo.— Antes de que se dieran cuenta los habían sentado en el sillón, y ninguno pudo moverse.

Estamos bastante interesados... En los buenitos de Grace Field House.

La letrista {Rayxtú}Where stories live. Discover now