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Luz…Demasiada luz…

Abrió los ojos y se encontró tumbada en su cama arropada por la colcha de hilo y la lamparita encendida. Dio un brinco, pero al hacerlo, sus muslos se quejaron y escoró hacia la derecha. Se quedó unos segundos tratando de ordenar sus recuerdos. Miró la hora; eran las seis de la mañana. ¿Cuánto había dormido? No tenía ni idea.

—Un sueño… —susurró evocando el momento en que se vió acunada sobre su regazo, envuelta en una manta y con la cara apoyada en su pecho—. Me duele todo…

En media hora, Taehyung se despertaría para ir a trabajar y tenía que estar en su habitación. Bajó de la cama, no sin esfuerzo, y caminó descalza hacia el baño. 

Todavía estaba muerta de sueño, agotada. 

Se quito la ropa y se miró en el espejo. Su piel estaba marcada por decenas de líneas púrpuras que se cruzaban entre sí. 

Entre aquellas marcas y las que tenía en la espalda no sabía con cual quedarse; todas tenían un aspecto lamentable y reciente. 

Le costó un triunfo que el agua no le hiciera daño y fue regulando la temperatura hasta que logró no gritar de dolor. Casi no llegó puntual a su habitación y tuvo que ponerse el camisón de seda porque la ropa le hacía daño; quizá faltaban dos minutos para que su despertador sonara. 

Se agachó junto a la cama y esperó paciente. Esperó cinco minutos, espero diez. Miró el reloj de la mesita; las siete menos cuarto. ¿Se habría olvidado de ponerlo? Pero aquello no era propio de él. 

Se levantó –otra vez ahogando un jadeo por el dolor, como una anciana prematura o una mutilada de guerra—y se inclinó sobre él. Apoyó la mano en su hombro, tratando de tocarle lo mínimo, y murmuró:

—Señor, es la hora.

Taehyung no se movió y ella levantó un poquito la voz y apretó los dedos en su carne.

—Señor… Señor… Es la hora.

Taehyung se contoneó entre las sábanas y giró todo el cuerpo hasta casi quedarse en el borde.

—Señor…

No se atrevía a tocarle más de lo que ya estaba haciéndolo. Puso el dedito en su pecho y le dio un par de golpecitos.

—¡Señor! —dijo con más fuerza.

—Ya te he escuchado…—susurró enterrando la cabeza en la almohada.

—Ya son menos cuarto. Debió de olvidarse poner…

—Hoy…—rodó medio dormido hacia la izquierda y la sábana se desplazó hacia abajo —…no trabajo.

La noche anterior había llegado muy tarde y luego la había castigado. Tantas horas dedicadas a su trabajo y ella se había convertido en un verdadero estorbo cuando llegaba a casa. 

Pero ¿y aquel momento en el sillón?  ¿La había acunado como una niña después de haberse desmayado por el dolor y el cansancio acumulado? Se llevó la mano al muslo derecho y sintió el quemazón, el dolor… ¿Acaso Kim Taehyung compensaba sus crueles castigos?  

Sacudió la cabeza como si se quitase una mosca de la cara y volvió a inclinarse sobre él.

—Señor…

—Um.

—¿Me… puedo ir a dormir…? ¿O prefiere que me quedé aquí?

—Um…

Rezó para que le dijera que se fuera a su cama. Si tenía que tumbarse en la alfombra iba a pasar por un infierno. 

Taehyung suspiró, le dio la espalda y murmuró:

OBEDECE [KTH+18]Onde histórias criam vida. Descubra agora