7

2.1K 100 17
                                    

Taehyung llevaba un jersey de cisne negro y unos pantalones grises. Con el pelo engominado y sus facciones afiladas, parecía un matón. Mantenía la cabeza alta cuando se acercó a ella y al mirarla tuvo que bajar la vista.

«¿Por qué me tiemblan las piernas de este modo? ¿Por qué su frialdad es tan atrayente? ¿Por qué…? ¿Qué coño estoy haciendo?».

—En una hora vienen a arreglarte. Ve a vestirte.

Le costó media vida ponerse el vestido sin echarse a llorar. Le dolía todo el cuerpo y sentía una opresión en el pecho. Ni siquiera se había fijado en los bonitos zapatos de tacón que hacían juego con el vestido y colgaban de la percha; negros y plateados; con dos broches a cada lado. 

Dentro de uno de los zapatos había una cajita con unos pendientes en forma de tiras plateadas muy finas. 

Ya lista, bajó al salón y buscó a Taehyung; estaba en el despacho y hablaba con alguien por teléfono. Entró sigilosamente para no molestar y se quedó de pie delante de la mesa. Taehyung hizo un escaneo general a su silueta, levantó una ceja y asintió.

—Nos vemos en una hora —le dijo a su interlocutor. Colgó, se guardó el teléfono y traqueteó la encimera con los dedos— ¿Ya estás lista?

Ella asintió.

—Daniela me ha dejado estos pendientes también, señor.

Se hizo un silencio incómodo y ella bajó la vista y se miró los zapatos.

—Eres vehemente, bastante descarada si no se te ata en corto y hasta te celas cuando una mujer que no eres tú se acerca mucho a lo que consideras que te corresponde solo a ti. Intenta disimular un poquito tu falta de filtro. Fuiste muy insolente con Jimin…

—Señor…

—No he terminado —dijo alzando un poco la voz.  

Ella tragó saliva y asintió.

—Aun así, sigo pensando que no te faltan agallas, aunque con ello te pases dos meses encerrada en una jaula. Intenta que no me arrepienta.

Nada más decir esto, se levantó, abrió el cajón del escritorio y sacó una caja.

—Llevarás el collar Kim para ahorrarme quebraderos de cabeza —dijo colocándole la gargantilla de plata—. Esto…es el reflejo de esta casa y nadie te pondrá un dedo encima a menos que yo diga lo contrario.

“¿Soy suya? ¿Me está aceptando o solo es temporal y por esta noche?”

Le dio un vuelco al corazón y le fallaron las piernas. Se agarró al canto de la mesa y murmuró:

—Perdone.

Taehyung se apoyó en la encimera muy cerca de ella.

—Ponte recta.

—Sí, perdone.

Se quedó junto a él con el rostro hacia el frente, hombro con hombro. Taehyung miraba en la otra dirección.

—No tendré compasión si me fallas, ¿lo has entendido?

—Si… señor.

—Y no me temblará el pulso. Creo que lo he dejado claro.

—Sí, señor…

—Conserva tu insolencia para todo aquel que no sea de mi familia —dijo—.  No le debes nada a nadie; si alguien te molesta lo más mínimo, puedes arañar. Se tú misma mientras yo no te diga lo contrario.

—Sí…Señor…

Taehyung se incorporó y le pasó la mano por la cabeza. Ella cerró los ojos y sintió que todo el cuerpo se abandonaba a toda aquella tensión.

OBEDECE [KTH+18]Kde žijí příběhy. Začni objevovat