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Unos días después.




Jungkook derrapó en el pasillo haciendo revolotear su bata china e hizo un giro grácil con el brazo levantado como una bailarina. Abrió la puerta de casa y salió al porche como un pistolero. Uno de sus vehículos estaba aparcado delante de la casa con dos tipos de negro de pie delante de la puerta.

Se colocó la bata con sensualidad y avanzó en zapatillas hasta ellos. Marc, que estaba a un lado, se volvió inmediatamente hacia él.

–Señor, tiene cita en el hospital dentro de una hora.

–Ya lo sé ¡Qué día más maravilloso! –exclamó alzando los brazos al cielo.

–Jeon Jungkook–oyó detrás. Jimin estaba en la puerta apoyado en el marco–. Haz el favor de entrar en casa porque como cojas una pulmonía te va a curar tu pu…

–¡Ya voy! Solo quería respirar el aire puro. Comienza septiembre, los pajaritos cantan y a mí se me levanta… ¿Era así la canción?

Jimin negó taxativamente y Jungkook pasó a su lado. Al cabo de veinte minutos, salía de la habitación con su habitual estampa; traje, pelo revuelto, zapatos impolutos. Jimin lo repasó de arriba abajo y soltó un ruidito nasal.

–Volvió el azote de Busan. Y pensar que hace unas horas estabas en pompa y parecías un adolescente en…

–¿Disfrutaste con la inyección?

–Mucho.

Jimin hizo una pompa con el chicle y pasó delante de él poniéndose la chaqueta del traje. Jungkook se le quedó mirando y luego avanzó hacia el vehículo.

–Señor, hay prensa en la puerta del hospital. Llevan toda la mañana allí.

Habían llegado a los alrededores y entraban en el aparcamiento. Un grupo de personas se movieron hacia su dirección al ver el vehículo. Jungkook resopló.

–¿Te doy un beso cuando salimos o prefieres hacerlo en lo alto de las escaleras?

–No me toques los huevos –rugió Jimin.

–Iremos por detrás, señor –añadió el otro hombre sentado junto a Marc.

Jungkook miró hacia el exterior; una camioneta del canal cinco acampaba en un lateral del aparcamiento con tres tipo de pie muy cerca de ella. Apoyó la mano en la barbilla y algo le llamó la atención. Había una persona un poco más alejada del bullicio que parecía observar el vehículo. Tenía la cabeza cubierta por una enorme capucha que hacía sombra. Jungkook giró la cabeza al pasar cerca de la algarabía y observó la figura estática con atención.

–¿Pasa algo? –preguntó Jimin.

–No.

(***)

«Me gusta tu modo de caminar; siempre fuiste muy elegante.  Sigues usando el mismo perfume. No ha cambiado nada en ti. Sí; hay algo que ya no es como antes: tienes una mujer que parece que te importa, o por lo menos le dedicas tiempo. Aunque tu mirada siga siendo como el hielo…».

Avanzó hacia los ascensores y pulsó el botón. La mujer de recepción dijo algo, pero lo ignoró. La vio correr gritando que nadie podía subir sin cita previa, pero las puertas se cerraron antes de que la chica alcanzara el elevador. Sonrió. Le temblaban un poco las piernas, pero supuso que era normal. Las oficinas estaban medio vacías; una reunión en una sala de juntas. Empleados en torno a una mesa. Lo detectó al final del pasillo, en su despacho, de espaldas a la puerta. Parecía observar algo por la ventana y, por supuesto, no se volvió cuando oyó la puerta. En su mano derecha tenía una pelota de tenis que hacía botar en la palma.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora