Joaquín es un omega que está a punto de casarse con Andrés, un hermoso Alfa hijo del dueño del bufete de abogados más famoso de la CDMX, tras las locuras de su rubio amigo y diciéndole que éste necesitaba una despedida de soltero, terminará conocien...
"Me iba a casar con él" Emilio lo mira, sus ojos café encontrándose con los mieles del omega "Claro que debía hacerlo"
La cara de dolor del Alfa lo pone en alerta ¿Pero que se supone que tiene que decir? Conoció a Emilio en una noche dónde lo único que pensaba era en aparearse. Y con Andrés se iba a casar, los sentimientos no desaparecen de la noche a la mañana.
"Me tengo que ir, Joaquín" El omega en su interior siente un retortijón, no se atreve a decir que no lo deje, pero es tarde, demasiado tarde cuándo el Alfa desaparece por la puerta.
Pasan solitarios días, en dónde Emilio no llega por él al trabajo y tampoco le ofrece comida, en dónde lo único que tiene de él es una chamarra que poco a poco desapare su olor familiar. Joaquín no lo nota al principio, pero con el pasar de los días se vá convirtiendo en una flor marchita que no es regada por falta de atención.
Nikolás tiene la intención de ir a dónde Emilio trabaja y escupirle en la cara. El omega le dice que no es necesario, no quiere poner presión en algo que el Alfa tendría que hacer por obligación.
Ahora está con 2 meses de embarazo y el médico lo ha examinado dándole una ecografía y diciéndole algo que le deja consternado.
Todo omega para que su cachorro sobreviva tiene que ser marcado.
Joaquín a éste punto está llorando, si Emilio no lo quiere cómo omega no podra concebir éste cachorro sin su ayuda. Está sólo en ésto y eso lo aterra. Tiene unas inmensas ganas de llamar a Andrés y decirle que lo perdone, duda que el Alfa acepte, su orgullo es más grande.
Sus días han sido amargos, gime y suelta lagrimas cada vez que tiene oportunidad, la única ventaja era que Niko se ha propuesto a levantarse en las madrugadas para irlo a recoger en el trabajo.
Si, es su única ventaja en éste cruel mundo horripilante.
Sin darse cuenta cuándo vá a la cama después de su jornada sintiendo un vacío interno, dónde sólo la luz de la luna le hace compañía. Empieza a llamar a su Alfa, lamentos tortuosos y agobiantes, pero nadie responde a su llamado. Nadie.
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