Capítulo 4 | Duda

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Lilith Russell, o al menos ese era el apellido con el que se le conocía. Ni siquiera su casera del Fleet street sabía su nombre e incluso en Jeffries era conocida como »Madame des enfers«, a excepción de la dueña, cualquiera que la mencionara quedaría inamovible ante su solo llamado, pero eso no era lo escencial con la que William quedó curioso por ella, no, claro que no. Él había logrado ver más allá de los ojos felinos de mirada intimidante y eso era lo suficiente para que le ocasione este pensar sin respuesta, pues ya llevaba minutos mirando hacía el exterior y recordando aquellas últimas palabras desde su encuentro en Durham.

»Mr. William James Moriarty, attention ou ça va bruler « Esas fueron las últimas palabras de la señorita Russell, él sabía perfectamente a lo que se refería y claro que eso lo hizo sentir una inquietud enorme, además, de cierta forma le dijo su ideal , solo que no esperaba esa respuesta de su parte.

—Hermano, ¿aún no duermes?— dijo Louis, dejando una taza en la mesilla cerca del ventanal dónde se encontraba el matemático. Por su parte, William parpadeó un par de veces, dándose cuenta que el cielo había oscurecido y que siquiera notó la presencia de su hermana menor.

—Lo siento Louis, he perdido la noción del tiempo.

El hermano menor estaba a punto de hablar pero su mirada se dirigió a los papeles que había en el escritorio, era información que Moran y Bond habían recolectado sobre la señorita Lilith y cuyo caso ya había sido cerrado y con conclusiones acertadas, el conde Desmond quedó fascinado. Louis se acercó y tomó uno de los papeles, especialmente una carta que era de la misma mujer e iba dirigido hacía su hermano.

—¿El caso no estaba cerrado ya?— preguntó, tenía curiosidad del porque su hermano volvía a preocuparse, no había situaciones dónde William tenía estas acciones y esto hacía sobre pensar a Louis.

—Lo está Louis, pero he pensado últimamente en la idea de hablarle de nosotros.— el menor de los Moriarty se sorprendió al grado de dejar caer la carta.— Tranquilo Louis, déjame explicarte. La señorita Russell o al menos ese es el apellido que acuñó después de que su madre la dejara a su suerte, es sorprendente, recapitulando los hechos, sabemos que trabaja en Jeffries; un burdel popular con fachada de restaurante para clases privilegiadas como los son militares, aristócratas o incluso gente del gobierno y realeza, pero gracias a que asistí a ese sitio también sé que no es un burdel común, hay injusticias e incluso se rumorea la explotación infantil. El Conde Bradford fué uno de ellos y la dama Lilith al enterarse lo mandó a asesinar, si bien no fué asesinado gracias al Conde Desmond, si fué extorsionado y sabemos que esos dos hombres se están encubriendo. Es decir, que la señorita Russell ha tratado de mantener justicia, con una astucia brillante.

Su hermano menor quedó pensativo, no podían confíar muy fácilmente y eso lo sabían ambos. Esto no era lo mismo cuando la señorita Irene Adler, ahora Bond se unió a ellos, eran situaciones diferentes, Lilith era más feroz y no intentaba trabajar con nadie, quizá por el miedo a la traición, su vida fué quién la hizo así y era entendible, fué cruel. Tan solo con diez años creció cien años en cuestión de segundos y su tiempo de inocencia terminó.

—¿Nuestro hermano Albert ya lo sabe?— preguntó el menor y William suspiró por el cansancio y el sobre pensar.

—Aún no, quería que tú fueras el primero en enterarse. Cuando este seguro les diré a todos.

Con eso terminó la conversación, Louis con duda y William con un pensamiento sin cierre. Pero en las calles de Kensington el ambiente era muy diferente a comparación de la mansión Moriarty.

—Por favor, ¡suéltame ya!— suplicaba con desesperación un hombre de élite quién se encontraba atado en una silla y enfrente de él estaba ella, con la cabeza en alto y viendo con desdén a ese militar que solo tenía su ropa interior.

Escarlata | W. James MoriartyWhere stories live. Discover now