Primera Impresion

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Preparatoria Privada Itan, es una escuela de alto nivel en Japón donde no todos pueden asistir a ella, ya que solo los más destacados en carácter y personalidad son los que les da una buena impresión a la institución de la región. Una hermosa chica de cabello obsidiana se encontraba rumbo hacia el ya dicho colegio; sus ojos refinados, sus pequeños, pero a la vez suaves labios estaban completamente cerrados a tan solo estar varios metros de llegar a su escuela. La chica aunque pareciese de una personalidad egocéntrica y reprochable, para los alumnos era algo justificable, puesto que una belleza como ella no tendría competencia, su posición sería algo que la remarcaría por el resto de su año escolar y eso la asustaba. Aunque tuviera una gran multitud de seguidores y simpatizantes hacia ella, lo que más estaría buscando era poder cumplir su más grande sueño, la cual era tener un amigo. Sin importarle quien fuese la persona con la que conviviría el resto del año escolar, ella tenía la ilusión de por lo menos no estar sola como el resto de sus años pasados.

A tan solo pisar los ladrillos del portón donde se encontrara la entrada principal de su nueva escuela, absolutamente todos no podían apartar sus miradas por un segundo, sentían que si dejaban de verla por ese segundo, la chica simplemente desaparecería de sus vistas por lo que jamás se podrían recomponer, haciendo que quedasen completamente arrepentidos de su propia misera existencia. La consideraban un ángel enviado por Dios para ayudar y purificar sus repugnantes almas pecadoras, y con la luz del cielo del amanecer se podía reflejar sus ojos color magenta con unas delicadas y largas pestañas, no podían creer que tal belleza estuviera a pocos metros de su presencia. Con pasos largos, pero sin verse apresurada, la chica estaba bastante incómoda por como tanto varones como mujeres se le quedasen viendo con tal estupefacción por su gran forma de caminar elegantemente. Para ellos era algo bastante extraordinario, casi considerado como un patrimonio a la humanidad, no podían acercársele y hablar con ella, puesto que se sentían completamente indignos de siquiera estar en su presencia al igual que les podría ir peor si terminaban estorbando el camino de la muchacha de cabello obsidiana.

Su mirada era fría y segura de sí misma aunque la realidad era otra, ella caminaba a la entrada donde se ubicaban todos los casilleros y los zapatos escolares, la gente no podían dejar de verla al punto de esconderse detrás de una hilera de casilleros para poder seguir presenciando su hermosa figura. Cualquier movimiento normal que ella provocaba, era una halago para ellos al poder presenciar su actividad sin ser interrumpida, al momento de querer tomar fotos la multitud solamente opto por seguir observando, ya que ninguna fotografía podría capturar la viva imagen que para ellos era conocido como la belleza pura. Esa presunción de ser la reencarnación de Afrodita, diosa de la belleza y el amor, era bastante fuerte con cada segundo que pasaba la chica al tan solo estar parada frente a su casillero, puesto que las miradas de toda esta gente se le hacía algo bastante pesado, no sabía cuáles eran sus pensamientos sobre ella y que tan intensos podrían llegar a ser con los demás estudiantes así como también sus compañeros, estaba completamente petrificada al igual que asustada por como la gente a su alrededor la juzgaba con la mirada. La percepción de su realidad estaba completamente alterada y esperaba que este año escolar fuera de lo mejor.

Pero no paso demasiado al percatarse de un personaje al cual lo era considerado molesto e inexistente en cualquier sentido físico como mental, nada de lo que hacía les parecía bueno o excepcional, puesto que para ellos la normalidad era una de las cosas que todos poseían. Y a este Individuo era lo único que lo caracterizaba, sin logros, sin metas a seguir, sin oficio, sin personalidad, para aquellos estudiantes era considerado un estorbo para la sociedad e incluso una plaga para su Diosa. Sin embargo, lo más que odiaron fue de la forma en como se le comunicó, sin alabanzas, sin complementos hacia su persona, sin mostrar servidumbre al igual que su forma en la que se arrodillaba no dirigida hacia su persona. Eso no era más que un gran insulto para los estudiantes al saber que conversaba con su diosa de la forma menos formal posible, se sentían indignados al ver como el chico se le había presentado como lo que ellos no podían aceptar, una chica normal. Pero con su deidad presente no podrían hacer ningún acto en contra de aquel chico de apariencia común y corriente.

La Discordia (Komi-San No Puede Comunicarse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora