treinta y siete.

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El tiempo pasaba rápidamente para la joven pareja de enamorados que día a día, podían disfrutar de que su amor solo crecía constantemente y que aceptaban el echo de que sus almas habían sido creadas para estar juntas.

Hoy cumplían seis meses desde que dijeron el si frente al altar, con todas los sentimientos del mundo transmitidos en sus te amo.

Todas las mañanas Chan amaba despertar abrazado de su pequeño esposo, admirar lo bonito que era al dormir, admirar como se sonrojaba cuando lo halagaba y como su omega repartia besos por su rostro en las noches antes de dormir.

Todas las mañanas Felix amaba despertar acurrucado junto a su enorme alfa, sonreirle cuando el besaba su frente y le decía buenos días; sonreía cuando su alfa se portaba como un cachorrito en busca de sus mimos, sonreía cuando jugaban en el patio de su hogar en su forma lóbuna y sonreia por la manera en que su alfa lo amaba.

Habían estado siempre firmes ante los comentarios de las personas que les decían que su matrimonio fracasaria por haberse casado tan jóvenes.

Chan le gruñia a cualquiera que quisiera hacer sentir menos a su omega cuando lo iba a buscar a la universidad; oyendo los murmullos de que el omega no duraría con esa marca.

También habían ayudado a SeungMin a mudarse a su nuevo departamento, había comprado uno que se adaptaba a sus principales necesidades, también que contará con un estacionamiento en el edificio para su bebé (motocicleta más bien).

Habían estado en constante llamadas con sus padres, MiRae había negado lo que KyuBok les había dicho, que la preciosa omega había encontrado a un guapo viticultor alemán que había llegado al hotel como turista y había robado los suspiros de la mujer; Chan reia por la manera en que MiRae golpeaba en el hombro a KyuBok por hablar de más.

El alfa puro haría un viaje muy serio a Grindelwald.

Mientras tanto, Felix estaba preparando una cena que había aprendido en sus anteriores clases para su alfa, para su suerte, era viernes y habían salido temprano de clases.

Las bocinas que estaban repartidas por toda la casa, distribuían un gran sonido de sus canciones favoritas de Imagine Dragongs, para cocinar con más sabor.

Tonks estaba a su lado jugando con una de sus pelotitas; pero también esperando a su amo se apiadara de él y le regalara algo que comer.

— Tonks, creo que papá ya llegó, ve a ver por favor — dijo Felix, sus sentidos se habían agudizado bastante, no importaba si la música estaba alta, el escuchaba el sonido de la puerta abriéndose.

Chan entro por la puerta, acariciando a la bolita dorada, llevaba en sus manos un ramo de preciosas girasoles para su omega, había salido antes del trabajo para estar con el.

— Hola mi amor — dijo el alfa, abrazando a su omega con una mano en su cintura y besando su hombro descubierto, ya que el omega llevaba puesto una camiseta de tirantes.

— Hola alfa — sonrió Felix, girandose hacia el, formando las arruguitas debajo de sus ojitos al ver la flores de su alfa, se puso de puntillas y dejó un beso en sus labios

— ¿Como te fue en la escuela amor? — cuestiono el alfa, recargandose en la barra de la cocina, mientras Felix dejaba las flores a un lado para apagar la estufa.

— Estuvo bien, el mes que viene llegará un chef repostero de Italia, nos dará algunos cursos — dijo Felix — ¿Como te fue a ti amor?.

— Bien amor, tuve juntas, muchos papeles de nuevos contratos y un posible viaje a Busan — dijo Chan.

— Mmm, esta bien alfa — respondió Felix, quien se iba a girar de nuevo pero Chan lo jalo hacia el; rodeando su cintura con sus manos se inclino a besar los labios de su esposo quien lo acepto apresurado.

Felix acariciaba la mejilla de su alfa y se juntaba más hacia el. Chan se separo de la barra para quedar en medio de la cocina besándose.

— ¿Te apetece compartir esta pieza conmigo? — cuestiono el alfa, cuando everybody loves somebody, empezó a sonar en los altavoces.

— Por supuesto que si amor — respondió Felix, poniéndo sus manos alrededor del cuello de su alfa y que esta no soltara su cintura, empezaron a mover sus pies de un lado a otro suavemente al ritmo de la canción.

Ambos eran amantes de las canciones antiguas, sobre todo Chan, que le dedicaba a Felix muchas de ellas.

Se estaban besando en medio de la cocina convirtiéndola en su pista de baile.

— ¿Algún día te cansaras de que te diga que te amo? — cuestiono Chan, quien tomó una de las pequeñas manos de su amado para ponerlas en posición de baile.

— Lo dudo, dudo mucho que me canse de amarte — respondió Felix, quien miraba fijamente a los ojos de su alfa.

— Entonces te amo Felix Bang — dijo Chan.

— Yo te amo más Bang Chan — respondió Felix.

Si algo era verdad, es que sus almas jamás dejarían de amarse.

No importa si se enamoraban rápido, lento, en meses o en años, solo ellos sabrán la manera en que se amaban.                                 

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¡gracias por leer!

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