Acoso

269 64 2
                                    

Realicé la misma rutina de siempre; ducharme y esperar por él. Lo única diferencia es que, en vez de esperar por él en la cama, lo hice en la puerta de nuestra casa. Lo recibí con una cálida bienvenida, a pesar de sentirme destrozada y decepcionada por dentro.

Llegó sonriente, no sé si de verme o simplemente por hipocresía. Ni siquiera me interesa saber quién fue la persona que me abrió los ojos para demostrarme la clase de hombre con la que he estado viviendo. De hecho, internamente me siento agradecida con quien haya sido.

«¿Desde cuándo he sido el hazmerreír de él y su amante?». Era la pregunta que rondaba mi cabeza una y otra vez, elevando mi enojo y frustración.

Según lo vi salir del baño desnudo, contemplé cada centímetro de su cuerpo. De las zonas visibles, no veo rastros de otra mujer, a excepción de los arañazos que dejé en su espalda anoche. Cuando llegó tampoco percibí en su ropa el olor a perfume barato. El muy desgraciado ha sabido hacer las cosas bien.

—¿Cómo te fue en el trabajo, cielo? — quise sonar lo más dulce posible.

—Bien, princesa, ¿y a ti? ¿Qué tal va el rodaje? ¿Alguna novedad? ¿Ya tienen fecha para el estreno?

—Todo bien. Aún no hay fecha. Ha habido muchos percances, pero nada grave que no tenga solución. Imagino que cenaste calientito y te llenaste lo suficiente hoy, ¿verdad? ¿Por eso te ves de buen humor?

—Cene antes de venir.

Me tragué el insulto que traía atorado en la garganta, solo me dispuse a sacar de la gaveta de la mesa de noche las fotos.

—¿Trece años no han sido suficiente para ti? — le cuestioné, aún de espaldas a él.

—¿A qué te refieres, princesa? ¿Hablamos del tiempo de conocidos? En noviembre cumpliremos catorce, cielo.

—¿Cumpliremos? — sonreí, aguantando esas lágrimas que amenazaban con derramarse de mis ojos—. Lo dudo mucho — arrojé las fotos sobre la cama, sin siquiera mirarlo—. Trece, casi catorce años tirados a la basura. ¿Te parece que merezco esto? — lo enfrenté, con ese nudo en la garganta—. Si dejaste de amarme, ¿por qué no te comportaste como lo haría un hombre y me lo dijiste?

Lo miré cara a cara, notando que estaba sumamente nervioso y preocupado.

—Bebé, déjame explicarte — trató de sostener mi mano, pero la evadí antes de tiempo.

—¿Qué vas a explicarme? ¿Vas a desmentir que me has estado viendo la cara de estúpida?

—Te juro que hay una explicación. Jamás te he engañado y sería incapaz de hacerlo. Yo te amo.

—¿Me amas? Vaya forma de demostrarlo.

—Ella es Camila; mi exjefa e hija de mi antiguo jefe. Me convertí en su chófer por pedido de su papá. Él fue quien me dio trabajo cuando llegué al estado.

—¿Y eso qué?

—Ella se me había estado insinuando y la he rechazado varias veces. Un día me tomó desprevenido y me besó, no supe cómo reaccionar. Quise renunciar, pero su papá me pidió que no lo hiciera y ella también jugó sucio mostrándome fotos de ese primer beso que me robó. Me ha estado chantajeando con esas fotos que se ven comprometedoras.

—¿Y por qué no has ido a la policía?

—Primero desistí de esa idea por no hacerle daño a su papá, pero él no le puso un alto a su hija; luego no me quedó de otra que ir a la policía. Levanté una denuncia en su contra, pero no emitieron una orden de arresto contra ella, solo cerraron el caso alegando que carecía de pruebas contundentes en su contra. Les llevé cada mensaje que recibí de su parte, puedo mostrarte algunos de ellos— buscó su teléfono, sus manos estaban temblando sin control—. Sé que ella y su papá metieron la mano en esto, después de todo, tienen dinero y fácilmente pueden influir con cualquiera que busque la forma de ir en su contra.

Me enseñó los mensajes que tenía guardados en su celular. Uno era peor que el anterior. Ella le enviaba fotos con poca ropa, mensajes amenazantes, y él no respondía a ninguno de ellos. ¿Realmente con esto no es suficiente para la policía? Por Dios, esa desgraciada lo ha estado acosando.

—Tienes que creerme. Jamás te he mentido. Si te oculté la verdad es porque no quería lastimarte y que lo nuestro se viera afectado, pero nunca he tenido ninguna relación con ella ni nada que se asemeje. Conseguí otro trabajo de chófer, por eso he estado llegando más tarde de lo habitual, esta vez es con una señora que ha sido muy amable conmigo.

—¿Y por qué no confiaste en mí y me contaste lo que estaba sucediéndote?

—Tenía miedo de perderte, de que esta relación tan bonita que hemos tenido por tantos años se fuera por la borda por ella — acarició mi mejilla, y juro que su mirada y sus palabras denotaban sinceridad, es como si me estrujaran el alma—. Siempre te lo he dicho, no tengo ojos para más nadie que no sea para ti. Yo te amo con cada partícula de mi alma, mi cielo.

Sus palabras me devolvieron el alma al cuerpo. Me sentía mal por haberle dicho todas esas palabras tan hirientes y de haber dudado de él, sabiendo ahora la verdad detrás de esas fotos. Me duele darme cuenta de que estuve ajena a su situación y que pasó todo esto solo con tal de no preocuparme, y porque he sido egoísta y he estado concentrada en cumplir mi sueño y lo he excluido sin querer.  

Preludio I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora