Venganza

143 43 2
                                    

—Tu cuerpo no me produce absolutamente nada y eso es lo que te mortifica. ¿Sabes cuántas veces te cambié los pañales, maldita perra? Tu madre está muy por encima de ti, asúmelo. 

Escuché el empujón que le dio contra la pared. 

—Espero que no vuelvas a hablar de ella de esa manera tan despectiva frente a mí o te juro que te cortaré en trozos y te serviré en la próxima cena. Debería darte vergüenza todo lo que haces y dices de tu madre. Gracias a ella es que sigues aquí, porque ella te ve como su verdadera hija, aunque no lo seas. Y si llegaste a esta casa fue porque nos hacía falta alguien que llenara ese vacío que nos dejó haber perdido a tres hijos, pero si fuera por mí, hace mucho tiempo hubieras tenido un trágico y lamentable accidente. Te aseguro que preferiré ganarme su odio por acabar contigo, que permitir que sigas amargándonos la existencia. 

No puedo culparla por sentirse atraída hacia mi papá. Después de todo, aun con sus años encima, se conserva bastante bien. Cuando era él quien me recogía en la escuela antes, todas las niñas lo miraban y trataban de llamar su atención. Incluso donde trabaja o en la calle, hay mujeres que le coquetean, las he visto, pero él siempre le ha sido fiel a mamá. Cuando está con ella ni siquiera mira para el lado. Es frustrante saber que esa bruja ha tratado de separarlos. 

Regresé a mi habitación, enrollándome en las sábanas y poniendo el cable del suero por debajo de ella. Mi padre entró a la habitación, tuve que fingir que estaba despertando ahora. Con las manos en los bolsillos, se detuvo al lado de la cama. 

—¿Así que la libraste? 

—Los Moore siempre somos ganadores, ¿no es ese tu lema? Perdóname por no haberte hecho caso. Te amo mucho, papá. 

Me miró sorprendido por unos cortos segundos. 

—¿Y eso? 

—No sé, solo sentí la necesidad de decírtelo. 

Él solo me estaba protegiendo y no me di cuenta. Estaba tan cegado por cenarme esa mujer que ignoré todas las banderas rojas. Todo estaba claro desde un principio, pero esto no se va a quedar así. Conmigo nadie juega.

—¿Y mamá? 

—La llevé a su habitación. Estuvo aquí todo el día y se quedó dormida ahí a tu lado. No quería separarse de ti, esperando que al menos reaccionaras. El doctor dijo que tu recuperación será rápida, siempre y cuando sigas al pie de la letra sus indicaciones y no hagas desarreglos. Tuviste suerte de que no perforé ningún órgano. Con el paso de los años, aún no he perdido mis habilidades. 

—A pesar de lo que dices, no suenas orgulloso o feliz al respecto, pero haré que te creo —le sonreí. 

—Mantente en reposo. El doctor vendrá nuevamente mañana. Ahí están las medicinas que te recetó, aunque supongo que no las necesitas, pues eres fuerte. De la misma manera que soportaste el dolor sin una queja o derramar una lágrima, podrás soportar la recuperación. Espero que hayas aprendido la lección y no vuelvas a retarme. 

—Lo hice, papá. Gracias. 

—¿Por qué agradeces? 

—Porque esto era justo lo que me hacía falta para despertar. 

Cruzamos miradas y fue como si hubiera captado el mensaje, porque sus hombros se relajaron. 

—Es muy tarde. Duérmete —dijo, antes de salir de la habitación.

Ese hombre orgulloso es mi papá y soy yo quien se siente orgulloso de tenerlo. 

Me acomodé en la cama y vi la puerta abrirse de nuevo pero esta vez no se trataba de papá, era Ámbar. No sabía que vendría tan pronto. 

—Despertaste… — se sentó en el borde de la cama y se lanzó sobre mí para abrazarme—. Qué bueno que estás bien. Tenía mucho miedo— excelente actriz, hasta le salen lágrimas. 

Casi pierdo los huevos por esta perra mentirosa, pero voy a asegurarme de que ella pierda mucho más. La torturaré hasta el último suspiro. No tengo prisa para hacerle pagar todo lo que ha estado haciendo. Le daré el privilegio a mi papá de vengarse de ella también. 

Solo puedo ver muchos agujeros abiertos en su cuerpo. Lo que le hice a Inés, se queda corto a todo lo que haremos. No puedo esperar para ver ese rostro lleno de lágrimas, oír sus gritos, sus súplicas, llenarla a capacidad hasta que explote. Me he puesto duro solo con imaginar esa escena. 

—¿Cómo te sientes, bebé? 

¡Ay, qué ternura! Su hipocresía es tan tierna. 

—Veo que mejor — miró la montaña que se había creado en el pantalón de mi pijama. 

—Sí, mi reina. Solo pensar en lo que pasó entre los dos, hace que me ponga así. 

—No provoques. No podemos hacer nada. El doctor dijo que debías descansar para que te recuperes pronto. 

—¿Ves al doctor por alguna parte? — sonreí internamente cuando la vi emocionarse. 

Debe estar muy húmeda y necesitada de un hombre, por eso fue a provocar a mi papá. Lo que dijo él era cierto. No vi en ella interés de que nos protegieramos, lo quería todo dentro. 

Ahora eso es todo lo que necesito, que me siga la corriente, darle la atención que necesita, ilusionarla, mantenerla entretenida y satisfecha, hacerle creer que soy un idiota al que le está viendo la cara, de esta forma, podré usarla como me plazca mientras logro recuperarme. La venganza es un plato que se sirve frío. Eso es lo único para lo que me sirve. Se ha convertido en el recipiente que tanto se negaba a ser. Ella quiere atrapar a alguno de nosotros dos con un engendro, entonces le daré el placer. Su sufrimiento será lento, le haré derramar lágrimas de sangre. 

Preludio I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora