Beso

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Llevé a Inés con ayuda de Marce a una de las habitaciones de invitados. Arrojé su cuerpo contra la cama y le di varias indicaciones a Marce. 

—Dale un baño, tráele comida y manténla amarrada, por nada del mundo se te ocurra soltarla. 

—Sí, joven. 

—Y tú, preciosa, pórtate bonito. Mañana vendré a visitarte y a darte una recompensa si haces todo lo que te digo. 

No le di oportunidad de responder, simplemente abandoné la habitación para regresar a la mía y darme por fin un baño. Últimamente me estreso por todo. Ahora mismo ni siquiera tengo apetito. 

Planeaba salir de la habitación, cuando recordé que esa tonta estaba actuando extraño. Busqué el teléfono de ese idiota y me di cuenta de que había estado escribiéndome. 

Me dejé caer en la cama y le llamé por llamada regular. Ella no tardó en responder, a pesar de oírse fatal. 

—Perdóname por no haber respondido. He estado en cama todo el día.

—¿Cómo te sientes? — en su voz percibí preocupación.

—Mejor.

—¿Cuándo vas a regresar a la escuela?

—El doctor me dijo que necesitaba descansar un poco más. 

—Pero me dijiste que te estabas sintiendo mejor. 

—Y lo estoy, pero todavía estoy un poco fañoso. 

—Entiendo.

—¿Te ocurre algo? Te escuchas deprimida. 

—Estoy cansada de vivir aquí. Mis padres no hacen otra cosa que no sea aplaudirle a mi hermano todo lo que hace. Claro, como es el príncipe perfecto y tiene su sangre.

Vaya, ahora tengo que escuchar todos sus insultos cuando pensé que haríamos otras cositas. 

—Como es mayor, le permiten hacer y deshacer. A mí me prohibieron que invite a mis amistades a la casa luego de que te marchaste ese día, pero a él le permiten traer a quien sea. Cada vez viene con una mujer distinta. ¿Sabes qué es lo peor? Ni siquiera tiene consideración de mí. Hoy trajo a su maestra, supuestamente ella sería su modelo, y resulta que no pasó mucho rato cuando oí los gritos de esa mujer. Parecía que la estuvieran matando. Ellos pasándolo de lo lindo y yo aquí en mi habitación teniendo que oír sus cochinadas. ¡No es justo! Que por cierto, ese tipo tiene unos gustos asquerosos. Si vieras a las mujeres que le he visto traer. Es una lista interminable. 

—¿Por qué percibo celos en todo lo que dices? 

—¿Celos? ¿Por qué tendría celos de lo que haga ese idiota? — explotó—. Ese estúpido entró a mi habitación y… — guardó silencio de repente, como si se le hubiera escapado algo que no quería contar. 

—¿Y qué? ¿Qué te hizo? — le cuestioné curioso.

—Nada, lo mismo de siempre, tratarme mal y decirme cosas hirientes… 

Ay, fierecilla, incluso tu “noviecito” muerto no se salva de tus mentiritas. 

—Te escuchas muy estresada. ¿Por qué no nos olvidamos del imbécil de tu hermano y nos centramos en nosotros? 

—Eso quisiera, poder olvidar a ese idiota y todo lo que me hace. 

—Quisiera estar ahí contigo — murmuré.

—Yo también, pero ahora con esas reglas que pusieron mis padres no podremos vernos, solamente cuando regreses a la escuela.  

—Por ti sería capaz de colarme en tu habitación a medianoche, cuando todos estén durmiendo, y cenarte como el lobo feroz le hizo a la abuelita. 

—¿Qué cosas dices? — soltó una risita nerviosa. 

—Sí, por ti soy capaz de arriesgarme.

Hubo un corto silencio en la línea, dónde lo único que oía era su respiración acelerada. 

—Entonces, ¿por qué no lo haces? ¿Por qué no vienes? 

—¿Te hará feliz tenerme ahí?

—Sí. Me haces mucha falta. 

Cerré los ojos, dejando escapar un profundo suspiro y  mordí instintivamente mis labios al recordar lo que pasó en la tarde. 

¿Quién no cae en esas palabras mágicas y suplicantes de esa chiquilla? 

—Está bien, fierecilla. Escalare a tu balcón y espero un cálido recibimiento de tu parte. 

—¿Un recibimiento? ¿Te refieres a un abrazo? 

Sonreí por su ingenuidad. 

—Un beso; un rico y húmedo beso.

Preludio I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora