Provocación

150 47 6
                                    

—Anda, descarga toda tu puta ira con tu propio hijo. Cortalo, me lo comeré frente a ti si eso te daría tanto gusto. Me aseguraré de entretenerte mientras lo hago. Solo ten presente que eso no cambiará absolutamente nada, porque eso ni nada va a hacer que me arrepienta de lo que hice o que te pida perdón. 

Ámbar logró zafarse de mi madre y atrapó el cuchillo que había sobre la mesa, señalando a mi padre. 

—¡Déjalo ir ahora, papá! 

—No te metas, Ámbar— le pedí, presionando mi herida—. Ve a tu habitación. 

—No voy a dejarte solo— volvió a mirar a papá—. Nosotros nos amamos. 

—Tienes quince años. ¿Qué vas a saber tu amor? Lo de ustedes es simple calentura, hormonas revueltas, nada más ni nada menos — respondió mi madre. 

—Sé de amor mucho más que tú, mamá. De eso no me cabe duda. Todo el tiempo te pones de parte de papá, aunque él no tenga la razón. Le permites absolutamente todo, incluso que lastime a su propio hijo. Me importa una mierda si por mí no quieres interceder, después de todo, ni siquiera soy tu hija biológica, pero Darek es tu hijo. ¿Cómo puedes permitir esto?

—¿Realmente crees que no me duele lo que está ocurriendo? Ustedes dos son mis hijos y los quiero por igual. Lo que no voy a permitir es que ustedes dos vuelvan a acercarse. Si cuando cumplas tu mayoría de edad, les da la gana de estar juntos, lo harán fuera de aquí, pero mientras estén bajo esta casa, tendrán que seguir nuestras reglas. 

—Papá estuvo de acuerdo con lo nuestro — rompí el silencio, intentando ponerme de pie. 

—¿Qué? 

—¿No te lo dijo? Él sabía lo que estaba ocurriendo entre Ámbar y yo. Incluso me dijo que fuéramos más cuidadosos para que tú no te enteraras — lo delaté. 

Sentía que en cualquier momento perdería el conocimiento. Mis manos estaban cubiertas de sangre. Por más que presionaba la herida, no podía detener por mucho tiempo el sangrado. 

—Adrien, ¿es eso cierto? 

—Sí, pero bien sabes lo que te pedí a cambio y hoy vienes a restregarme en la cara que fuiste por encima de mí. 

—¿Cómo pudiste estar de acuerdo con esto? Tu hija tiene solo quince años. Apenas está comenzando a vivir. 

—A mí no me interesa la edad de diferencia que ambos tienen. Incluso si fueran hermanos de sangre, no me importa si hubieran querido enliarse. 

—¿Qué demonios estás diciendo? 

—Lo que oyes. Le dije claramente que no quiero sorpresas, que si le permitía esto era porque creía que era lo suficientemente inteligente, maduro y cuidadoso, como para bajarle la calentura a mi hija, sin comprometer su futuro, porque prefería mil veces que fuera él quien estuviera con mi hija, que entregársela a alguien más en bandeja de plata para que la preñara y la dejara. Porque sé que todos buscan pasar el rato y no estaba dispuesto a permitirlo. Con mi hija no. 

—Esto es insólito — negó con la cabeza repetidamente, secando las lágrimas que habían humedecido sus mejillas. 

Me sujeté de la mesa por el mareo y la debilidad que sentí en las piernas. Todo a mí alrededor se veía borroso. Sus voces se oían lejos y distorsionadas, a pesar de que estaban tan cercas. Lo último que recuerdo fue cuando mi papá soltó el cuchillo sobre la mesa y mi frente aterrizó contra su firme pecho. Es la primera vez que recibo un abrazo de su parte, él nunca ha sido afectuoso y en muchas ocasiones le cuesta demostrar lo que siente. Lo conozco bien. Sé que en el fondo, detrás de ese fuerte y duro caparazón, hay alguien lleno de sentimientos. Aunque esté enojado en este momento y haya explotado contra mí, le importo. De no haber sido así, ya habría acabado conmigo sin dudar, de la misma manera que ha acabado con tanta gente. En el fondo, no le guardo rencor. Él es mi papá y lo amo. 

Preludio I [✓]Where stories live. Discover now