Capítulo 5: Psicosis

317 10 60
                                    

Ginny.
La madriguera.

Una gran diferencia entre Harry y yo eran las horas de sueño. Si bien a mí me gustaba partir desde temprano mí día, Harry no había persona que lo despertase.

Salir a correr era lo único que me despejaba. Y así lo hacía cada día.

Frené un momento para tomar mi pulso y recuperar la respiración. Toqué mi pecho y estaba sumamente agitada. Miré a mi alrededor y sentí que alguien me observaba. ¿Era mi idea? Últimamente no podía mantenerme tranquila si estaba sola. Saqué mi varita en modo alerta por las dudas y apunté a donde me llevase el ruido.

─ ¿Quién está ahí, eh?

Podía jurar que una mirada me atravesaba la nuca como si me ardiera. Solté un grito agudo al escuchar pasos cerca de mí. Sentí que mis manos sudorosas comenzaban a temblar.

De pronto, escuché voces cerca mío. Pero no una desafiante ni macabra, sino una conocida y amigable. Vi tras los arbustos, escurridiza, como George salía con ¿Angelina? fuera de la Madriguera.

¿George sonriendo? ¿Y el George de hace un día dónde había quedado?

Meow.

Esta vez me tragué el segundo grito agudo del día. ¿Crookshanks?

El gato de Hermione ronroneaba dando vueltas al rededor de mi pierna. ¿Me estará juzgando por espiar a mi hermano? No, eso no estaba haciendo. Estaba viendo si era alguna especie de villano maligno tras las hierbas.

Entonces, ¿había sido todo mi imaginación?

Meow.

Cierto, el gato, ¿qué hacía aquí? No había ningún rastro de Hermione esta mañana. Tomé a Crookshanks en brazos y me dirigí hacia la puerta tratando de pasar desapercibida.

─ ¿Ginny?

Ya. Ya entendimos que no paso desapercibida.

─ ¡Angelina, tanto tiempo! ¿Cómo estás?

─ ¿Qué hacías, cabezona? ─ Interrumpió George.

─ Corría. Pero ya...

─ Tranquilo, campeón. Déjala que me salude. ─ Angelina me abrazó, aplastando un tanto al gato que maulló ─ Oh, ¿es tuyo?

─ Oh, no. Es de Hermione. Que por alguna razón él está aquí y no su dueña.

─ Bueno, enana, ya la saludaste. Ahora te dejamos.

Angelina lo miró con mala cara, pero como tenía el brazo de George al rededor de su cuello, le tuvo que seguir el paso.

─ ¡Adiós, Ginny!

Hice una seña de despedida y mi hermano me sacó el dedo de al medio sin que la morena viera. No pude evitar sonreír. Me gustaba verlo feliz.

Meow.

─ ¡Ya entendí! Vamos a darte comida.

Abrí la puerta e inspeccioné la casa. No había rastro de Hermione. Ni de nadie realmente. Todo parecía extrañamente silencioso.

19 Fotografías mágicas | Hinny.Where stories live. Discover now