El regalo perfecto

883 107 33
                                    

Capitulo 23

Al día siguiente todo fue bastante tranquilo, tuvimos un momento de ayuno y oración, cuando termino todos nos dirigimos a comer, estábamos hambrientos.

—Adivinen—dijo Marco muy emocionado.

—No somos adivinos, dinos ¿Qué pasa? —reprocho Livi.

—No arruines el momento Livi—Luis apareció muy sonriente.

—Bueno chicos digan ¿Qué pasa? —hablo Lucia al ver la pequeña discusión.

—El pastor Thomas autorizo que podemos meternos a la laguna—Hablo muy emocionado Marco.

—¡Genial! —comento Yahir, que estaba alado mío.

—Pues vamos—comento Livi.

—Bueno, vamos por nuestras cosas, nos vemos en la laguna—Lucia ya me agarro de la mano, para ir por nuestras cosas.

—Te veo allá—me susurro Yahir.

Fui directo a coger mi ropa, la verdad no tenia pensado en meterme a la laguna, pero por si eso pasaba vine preparada.

  Chica precavida vale por dos.

Cogí unos shorts color negros, y un top del mismo color, me recogí el cabello en una cola alta.

Sali y me encontré con Lucia y Livi que me estaban esperando, las tres caminamos hacia la laguna, varios jóvenes ya estaban ahí metidos.

Estábamos esperando a los chicos sentadas frente a la laguna.

—Se demoran mucho—Livi puso mala cara.

—Si es cierto—dije un poco nerviosa.

—Yo, no les voy a esperas, me quiero meter al agua aho....

Livi no pudo continuar por que Luis la empujo al agua.

—¿Qué te pasa? —dijo Livi un poco alterada.

—No que querías meterte al agua.

—Si, pero no así, además esta fría.

—Tranquila luego ya te acostumbras.

—Llegamos—dijo Yahir, llevaba una pantaloneta de un color azul eléctrico.

—Ya era hora—hablo Lucia.

—Ya podéis meter al agua—dijo Marco.

Los chicos entraron al agua menos Yahir y yo, estábamos sentados viendo lo que pasaba a nuestro alrededor.

—Estas muy bonita—hablo Yahir.

—Gracias—lo miré y le sonreí.

—Bueno vamos al agua.

—No, esta fría y no quiero.

—Vamos Ester, no pasa nada.

—Pero también puede estar profunda y no es que sea muy alta que digamos.

—Tu estatura me gusta, y tranquila estoy convencido de que puedes tocar la profundidad.

Yahir se metió primero al agua y después me ofreció sus manos por si no alcanzaba.

—¿Estas bien? —me pregunto.

—Si, pero está muy fría.

—Ya te acostumbras Ester.

—Vamos a nadar—ofreció Yahir

—No me puedo mover, me estoy congelando.

—Claro que puedes, vamos.

Somos todo lo que sentimosWhere stories live. Discover now