CAPÍTULO II

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La complicidad que sus rostros ocultaban no era suficiente para que, en tan poco tiempo, confiaran los unos en los otros.

Esa sensación de positividad podría desaparecer en cualquier momento dándose de bruces contra una pared de realidad.

Encontrar los tesoros de los reinos era de vital importancia. En silencio bajaban por las escaleras desde el piso superior hasta el gran salón principal del inferior.

Annelise no se separaba de Astrid, quien caminaba con paso confiado y mirada alta a diferencia de ella, que iba cabizbaja y miedosa.

Tan parecidas, pero tan diferentes al mismo tiempo... Ambas llevaban trajes verdes sin bordados significativos de ningún color, por lo que se sentía más cómoda con una igual antes que con príncipes o nobles, además era la única de su reino.

Miró con asombro el traje del príncipe, delicadas y anaranjadas telas con suaves bordados dorados le hacían lucir espléndido, superior. Su pelo negro y ojos oscuros mezclados con sus marcados y rudos rasgos característicos de su pueblo, contrastaban con los tonos claros y coloridos que en Cornebu predominaban llamando su atención.

Annelise no había salido de su reino, su familia siempre había querido mantenerla fuera del alcance de la oscura vida que rodeaba al Reino de Cornebu. Cualquier novedad le llamaba la atención. Era demasiado inocente para ese mundo exterior.

⏤Perdón ⏤se disculpó el pelinegro al golpear inconscientemente el hombro de Annelise. Ella le devolvió una sonrisa restándole importancia, pero ante su típica vergüenza tuvo que desviar la mirada.

Rhys había recorrido cada reino, ciudad y puerto, consiguiendo entrar de una forma u otra. Logrando conocer todas las culturas en su mayor esplendor. No se sentía pertenecer a ningún reino, más bien a todos a la vez, por lo que pocas cosas le podían llegar a sorprender.

El misterio de las personas petrificadas era la primera cosa que, su ansiosa mente, esperaba poder desvelar. Siempre había sido demasiado curioso. Además, cualquier excusa le daba la chispa para seguir investigando.

Llegaron al salón dónde estaban los ciudadanos petrificados, aún les era difícil de creer.

Norina los contempló asombrada, pasando su mano por los cuerpos fríos de roca de los aldeanos y nobles que había en el salón hasta llegar a la princesa de su reino.

Lo que minutos antes Alastair había dicho era cierto, no lograba entender que podía haber pasado. Desde que salió corriendo topándose con el príncipe para despejar la mente, hasta que entró por la ventana para evitar las constantes reprimendas que le hubiera dado su madre, habían pasado unos escasos minutos.

Unos golpes en la puerta les alertaron. Intercambiaron asustadas y confusas miradas. Todo estaba pasando demasiado rápido.

⏤¡Abrid la puerta! ⏤gritaban voces amenazantes y masculinas.

Los guardias que protegían el exterior del castillo de asaltantes e intrusos ⏤incluso ciudadanos en contra de la mezcla de magia que quisieran estropear la ceremonia⏤ ahora la golpeaban con insistencia.

⏤¡Abran la puerta! ⏤ordenó otra voz con notable ira.

⏤¿Qué hacemos? ⏤titubeó Annelise asustada retrocediendo unos pasos, temerosa de lo que les pudieran hacer si les encontraban.

⏤Obvio, escapar ⏤anunció Rhys caminando deprisa por donde habían bajado.

Subió los dos primeros escalones, pero al no escuchar pasos a sus espaldas se volteó ligeramente provocando que algunos de sus mechones taparan parcialmente sus verdosos y grandes ojos.

Augurio ✔️ (Completa)Kde žijí příběhy. Začni objevovat