ℂ.4• 𝕰𝖗𝖊𝖘 𝖚𝖓 𝖕𝖊𝖓𝖉𝖊𝖏𝖔 𝕭𝖊𝖔𝖒𝖌𝖞𝖚.

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En medio de aquel encuentro el alfa interno de Beomgyu amenazaba con dominarlo justo como la noche anterior había sucedido con la única diferencia que si lograba conseguirlo ya era por propia voluntad del mismo Beomgyu, comenzando con esa fría posesividad ante el hecho de que ya ese instinto suyo aceptaba a Yeonjun como su omega, destinado o no, con la compañía en el celo de este era una razón lo suficientemente fuerte que justificaba el como el alfa se sentía por lo que esos oscuros pensamientos inundaban su rápida mente mientras sus igual de oscurecidos ojos se mantenían fijos en el trasero del pelirosa.

Sus ojos no podían dejar pasar desapercibido el como la húmeda entrada del menor lo tomaba de forma magnifica, gratificante como tomar un helado en medio de un caluroso verano, el calor de las fricciones navegando por sus venas como corre libre un arroyo, deteniendose como una pesada roca contra sus ahora cargados testículos.

Jadeó sin aire antes de dejar escapar un par de gemidos roncos y profundos olvidando por esos segundos lo que era ser cuerdo o tímido, nada de eso importaba al ver y sentir la plena satisfacción en su contrario, retorciéndose tan deliciosamente que le provocaba el deseo de mantenerlo así por el resto de la vida de ambos, en cualquier sentido posible desde el romántico hasta el más descarado sexual.

Y si porque en ese acto tan impuro no era el único que estaba vibrando alto, porque con cada estocada un hormigueo cada vez más intenso derretía la columna vertebral de Yeonjun tan sublime, algo que lo hacía arquearse de vez en cuando, su próstata siendo tan bien acariciada con la punta de la hombría del alfa que sin remordimiento lo manifestaba en gemidos envueltos en gritos ahogados, la necesidad de tener algo contra la boca estaba acabando con él, eso era un rasgo tan extraño en él cuando se encontraba a tal punto de éxtasis.

Volvió a arquearse elevando la parte posterior de su cuerpo del colchón para encontrarse más cerca del cuerpo que lo había mantenido sometido todo el rato, con la boca entre abierta y su lengua al borde en un gesto que asemejaba simple casualidad perfectamente captado por el pelinegro, este último viendo tan excitante la mueca que el menor sostenía y, que como una plegaria caída del cielo, deslizó una de sus manos a la mandíbula definida de Yeonjun en un firme movimiento.

Existía algo que inconteniblemente había ocupado la mente del alfa dsede hacía meses y era el poder materializar algún día uno que otro de sus más escondidos fetiches y con tan solo observar al omega en aquel estado no pudo evitar considerarlo el voluntario indicado, cumpliendo en enorme cantidad los requisitos para, así que sin pensarlo mucho rozó con sus dedos los gruesos labios de Yeonjun, sin saber que casualmente ambos tenían la misma idea en mente.

La caliente lengua del pelirosa se deslizó hacia abajo con toda la intención de tomar los dedos posicionados de una manera segura sobre su labio inferior que cuando la punta de esta entro en contacto con la punta de los dedos hizo un tipo de choque eléctrico, la yema de estos se adentró a la cavidad bucal del omega justo sobre la blanda superficie de su lengua a la par que los labios se cerraban al final de ellos, lo que le siguió a ello consiguió arrebatarle un profundo gemido al mayor.

Yeonjun después de sentir los largos dedos del alfa presionarse con suavidad sobre su lengua envió un cosquilleo majestuoso que se atascó pesadamente en la parte baja de su estomago, sin un permiso succionó ligeramente los dígitos en su boca, exhaló con cierta dificultad rodando los ojos al deleitarse con el sonido tan profundo a sus espaldas, que cayó a su cabeza justo cuando su miembro se removió duramente en su próstata por sabrá Dios cual número de ocasión, el calor ahora agalopandose en su estómago volviéndose tan insufrible que solo le indicaba que si el alfa volvía a hacer aquello iba a llegar su punto máximo.

Sin soltar los dedos de Beomgyu amortiguó sus audibles y agudos gemidos contra ellos, rodando los ojos persistente ante el placer que se extendía hasta la punta de los dedos de sus pies, ni siquiera el fastidioso dolor en sus rodillas, columna y cadera era lo suficientemente mayor al placer que en esas mismas zonas hervía a fuego lento, que después subió a una flama alta que lo estaba consumiendo, inevitablemente impulsó sus caderas hacía atrás buscando más, buscando terminar de consumirse en un solo suspiro, su agonía no haciéndolo esperar más porque cuando el alfa arremetió en esa ocasión contra él, todo en su interior ardió, el cosquilleó creció, su plena satisfacción liberándose en un chorro blanquecino contra la sábana debajo de él, el fuego consumiéndole el alma y los huesos tan gustosamente que no podía quejarse, abrió la boca escupiendo los dedos del mayor fuera previo a chillar sin contenerse en lo más mínimo.

Rᴇᴅ LɪɢʜᴛsWhere stories live. Discover now