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SETH

Es perfecta.

Su cuerpo es pequeño, y con curvas exactamente donde deberían estar, volviéndola un sueño. Su piel sedosa y bronceada, es una invitación para mis manos que quieren tocarla.

Es preciosa, y ella ni siquiera parece darse cuenta.

La observo como si fuese un animal hambriento. Pues tenerla sobre mi cama, desnuda, y con las piernas totalmente abiertas, haría que cualquiera perdiera la cabeza.

Aún me cuesta creer que ella me haya elegido a mi.

— ¿Vienes?

Su pregunta me quita del trance en el que parecía estar

— Ni por un segundo, pienses que esta noche vas a dormir.— suelto en un tono ronco.

Ella alza sus cejas, y prácticamente me lanzo hacia la cama. El colchón rebota bajo mi peso, y yo la tomo de las piernas, enredándome entre ellas. Ali se muerde el labio expectante, y mi mente se nubla cuando veo lo que tengo frente a mi.

Es tan húmeda, y tan cálida. Entierro mi rostro allí, y la lamo con suavidad.

Ella se retuerce de placer, y una de sus manos se coloca en mi cabeza, como si quisiera empujarla más cerca. Yo me dedico a lamer, succionar y sentirla durante lo que parece una eternidad. Siento lo excitada que esta en mi lengua, y lo bien que sabe.

Podría quedarme así durante horas, pero estoy tan duro que tengo que apretar el culo para no correrme allí. Con aquella imagen tortuosa de una Ali gimiendo, y jadeando mi nombre, mordiéndose el labio y apretando su seno excitada.

— Voy a...— logra articular, mientras yo la atormento con lametazos lentos en su clitoris.— Creo que voy a...

Me detengo de golpe, y alejo mi rostro. Abro sus piernas, y ella abre los ojos como platos, claramente molesta.

— ¿Por que has parado?— exige saber, mientras yo abro el condón.

— Porque voy a follarte.

Mi respuesta es simple, pero puedo ver como sus mejillas se ponen de un bonito tono rosado. Y es que me excitaba aún más saber que aunque estaba desnuda frente a mi, y luego de tanto tiempo, seguía avergonzándose de mis comentarios.

— ¿Y eso que tiene que ver?— pregunta mirando como me coloco el condón.

Me coloco sobre ella, y sostengo el peso en mis antebrazos. Ali pasa sus manos por mi espalda, y me acaricia con suavidad, mirándome a los ojos. Luce expectante, y dulce, como cada vez que me mira.

La beso con suavidad, y mis labios recorren el camino de su mandíbula, hasta llegar a su cuello. Succiono su piel, y luego coloco mis labios rozando su oreja.

— Quiero que te corras cuando estoy dentro de ti.— murmuro, y escucho como un suave jadeo sale de entre sus labios.— Quiero sentirte, Ali.

Mis palabras parecen surtir el efecto deseado, porque sus caderas se mueven hacia arriba, buscándome. Intento no pensar en lo que tengo debajo de mi, porque sino me voy a correr de nuevo. Así que simplemente me dejo llevar, y vuelvo a besarla.

Ella me devuelve el beso, y yo coloco mi pene en su entrada, moviéndome sobre ella. Ali gime en mi boca, mientras yo la torturo frotándome contra su clitoris duro e hinchado.

— Seth...— gimotea luego de un minuto.

Me alejo un poco para verla a los ojos, y sonrío de lado:— ¿Que?

Dime Que Me Amas (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora