• 18 •

719 58 11
                                    

SETH

   La lluvia no da tregua últimamente en Washington. No importa si amanece soleado, siempre termina lloviendo. Es como si el día decidiese combinar con mi estado de animo, y tornarse gris, sin importar que pasara.

Hace tres semanas que mi padre murió.

Hace dos semanas que no hablaba con Alana. Ni con nadie en realidad.

Mis pocas interacciones se limitan a saludar a los clientes en la caja registradora luego de que pagaban sus compras, y en ocasiones hacer un saludo con la cabeza a Ronnie, mi vecino que vivía en el apartamento de el lado. Evitaba a toda costa cualquier contacto humano con personas que conocía. Todo el mundo me había llamado, había intentado hablar conmigo, pero yo simplemente no me sentía de humor.

Ellos intentaban ser sumamente comprensivos y, de alguna manera, me hacía sentir aún mas enfadado. Ni siquiera tenía sentido, pero así era. Estaba harto que todo el mundo se compadeciese de mi. Cuando una cosa mejoraba, otra comenzaba a derrumbarse, y ya no podía vivir así.

Por momento sentía que no esta viviendo, sino sobreviviendo.

—  Vivianne, me voy.— digo cerrando la caja registradora.

Ella sonríe de lado:— Muy bien, hasta mañana.

Saber que debo volver mañana, para trabajar ocho horas, y ganar una miseria, me hace querer lanzar la caja al suelo de un golpe. Sin embargo, finjo una sonrisa no muy animada, y me voy. Saludo con la mano a otros compañeros, y salgo del lugar. Subo al carro, y reviso mi móvil: tengo mensajes de James, y algunos de Ali.

Decido responder a James primero, diciéndole que iré a verlo al club en cuanto esté listo. Luego observo fijamente el mensaje de Alana.

Se que es difícil Seth, pero déjame estar ahí para ti. Llámame cuando estés listo <3

Me siento un idiota por ignorar sus llamadas y mensajes, pero al mismo tiempo sabía que era lo mejor. No solo porque tenía un loco persiguiéndome y acechando a la gente a mi alrededor, sino porque estaba enfadado.

Estaba enfadado con el mundo. Pero por sobre todas las cosas, conmigo.

Tenía pesadillas prácticamente todas las noches sobre aquel momento. Algunas veces simplemente el recuerdo, la sangre en mis manos y en mi cuerpo, el ruido del disparo. Pero otras veces, mi mente jugaba conmigo.

Esos eran los peores sueños, y los que mas vívidamente recordaba.

Soñaba que cuando tiraba a la persona al suelo, y le quitaba la capucha, se trataba de Joe. Sin embargo, no lograba retenerlo, y él escapaba. Me despertaba frustrado y agitado, pero esa no era la peor pesadilla que tenía.

En ocasiones, durante la pesadilla, lograba derribar la persona al suelo para quitarle la capucha, solamente para encontrarme al verdadero culpable: a mi mismo. Me miraba fijamente tirado en el suelo, durante algunos segundos, y luego me despertaba.

A veces despertaba gritando, otras sentía que ni siquiera podía respirar. La noche luego del asesinato, en la que Alana se quedo a dormir conmigo, me había despertado así. Sentía que mi corazón se salía de mi pecho, y que el oxigeno no volvía a entrar. Ella me había calmado, y me había dicho que probablemente había tenido un ataque de pánico.

Luego de aquello, no quise volver a dormir junto a ella.

No me gustaba que me viera de esa forma, tan débil. Ni siquiera podía controlar mi propia mente, mi cuerpo, ¿Cómo controlaría la situación?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 25 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dime Que Me Amas (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora