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SETH

  Ali está en ropa interior frente a mi.

Y aunque verla así me excita durante algunos segundos, luego me preocupa. Ha abierto la puerta de sopetón, como si esperará a alguien, semidesnuda. No le avisé que vendría por lo que, a menos que sea vidente, las probabilidades de que me esperara a mi así son nulas.

Esto no es un video pornográfico.

Sus ojos indican que se sorprende de verme, lo que hace que el enojo comience a crecer en mi interior. Se que ella puede andar en ropa interior, está en su habitación, pero...

— Hola.— me saluda algo incómoda.— No sabía que vendrías.

Alzo mis cejas:— ¿Ah no?

— No, tu... ¿Me enviaste mensaje?— pregunta confundida.

— No.— contesto secamente.

— ¿Estás enfadado?— pregunta con curiosidad.

— Eso depende, ¿Siempre le abres la puerta así a todos?— las palabras se me escapan, y ella frunce el ceño.

De golpe, se esconde detrás de la puerta:— Dios, no, estaba distraída.

Me tranquilizo un poco, pero Ali parece querer cerrar la puerta en mi cara.

— Si esperas que me vista, salgo en un minuto.— sostiene y comienza a cerrar la puerta.

— ¿No puedo esperar dentro?

— Si, bueno, este...

Respiro hondo, porque no quiero pensar mal. Se que Alana sería incapaz de engañarme, pero se que me está mintiendo. Algo oculta, y es pésima haciéndolo.

— ¿Qué está pasando?— pregunto y pongo la mano en la puerta.— ¿Estas sola?

— Si.— afirma y oigo un ruido dentro.— Bueno, no.

Hasta aquí.

Meto el cuerpo dentro, y Alana me deja pasar resignada. Entro en la habitación hecho una furia, y me quedo parado en medio de la habitación, observando a su compañera de cuarto. Está sentada en el suelo, junto a cientos de papeles, y me mira con los ojos muy abiertos.

— ¡Hola!— exclama nerviosa.— No sabía que ibas a venir.

Alana aparece y me mira molesta:— ¿Qué pensabas? ¿Qué estaba con un chico aquí dentro?

Me siento como un total imbécil, pero es que la situación ha sido innecesariamente extraña.

En un principio, iba a llamarla, y decirle que bajara cuando estuviese lista. Tengo los resultados en la camioneta, pero no he sido capaz de abrirlos. Sin embargo, me han dado ganas de ir al baño, e iba a pedirle de pasar.

Que Alana me abriese la puerta con un conjunto negro de encaje, que prácticamente me invitaba a quitarle el sujetador y chuparle los senos, había nublado mi vista un poco.

— Lo siento, es solo que...— suspiro.— Estoy nervioso, es todo.

Ella parece recordar porque estoy aquí y se relaja:— ¿Ya lo sabes?

— No abrí el sobre.

— ¿Querías hacerlo conmigo?— pregunta sorprendida y asiento.— Pues me cambio, y estaré contigo.

Todo el ambiente se relaja, y yo observo cosas de lo que parece ser un vestido esparcidas sobre la cama de Alana. Hay cuadernos y una cartuchera brillosa, y no necesito un doctorado para saber que eso es de Taylor. Miro un jean todo tirado al otro lado de la habitación, y luego a mi novia.

Dime Que Me Amas (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora