10. Elevador.

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Apenas eran las diez de la mañana y Jongin ya estaba harto.

Definitivamente necesitaba unas vacaciones. Al menos la boda de su hermano le serviría como excusa para irse de viaje a la playa.

Apretó la botella con agua que llevaba en su mano derecha y presionó el botón del elevador. Tal vez debería bajar esos dos tramos de escaleras, pero no tenía ánimos ni para eso.

Las puertas se abrieron y él subió, no había nadie. Las puertas se cerraron y el elevador bajó un un poco antes de quedarse atascado en medio de dos pisos.

Mierda.

Presionó el botón de emergencia pero nada pasó. Esperó un poco y volvió a intentarlo. Nada. Miró a través de la pared trasera —que era de cristal— en busca de ayuda, pero no había nadie alrededor, lo cual era comprensible, todo el mundo debería estar en su escritorio en ese preciso momento.

Su respiración se agitó. Un sudor frío empezó a recorrer algunas partes de su cuerpo. Aflojó su corbata y se quitó el saco. Se abanicó con sus manos y bebió un trago de agua.

Nadie acudía en su ayuda. ¿Eran ideas suyas o el elevador estaba comprimiéndose?

Joder. Joder. Joder.

Intentó tranquilizarse. Todo estaba bien, nada malo iba a pasar. No debía dejar que la ansiedad lo venciera. Alguien iba a llegar por él y no había forma de que las paredes lo aplastaran. El cristal no iba a romperse e incrustarse en su cuerpo. Todo estaba en su mente.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? Sus piernas se sentían débiles. Apoyó su espalda en una de las paredes y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo.

Sacó su móvil del bolsillo. Pensó en pedir ayuda, pero al desbloquear su pantalla sus ojos se concentraron en el icono de una aplicación y se le olvidó lo que estaba por hacer hacía tan solo un segundo. Agitado, entró en la aplicación y rezó porque su contacto directo estuviera disponible a esa hora.

Hola, llamaste temprano.

Sí, ahí estaba su voz. Jongin rió, no con su risa despreocupada y seductora de siempre, sino con una risa nerviosa que se asemejaba un poco al llanto

—¿Sucede algo? ¿Estás bien? —D.O preguntó con preocupación.

—No —Jongin susurró.

¿Quieres contarme? 

Su voz le transmitía tanta calma. Jongin inhaló lo más profundo que pudo y soltó el aire por su boca,

—Estoy atrapado en un elevador.

Escuchó una suave risa. ¿D.O estaba riéndose de él?

—¿Y quieres hacerlo ahí? ¿No hay cámaras de seguridad?

Jongin no pudo evitar reír ante el tono juguetón del operador telefónico. Su risa, de nuevo, sonó un tanto ahogada.

Sería divertido, ¿sabes? —D.O continuó—. Quedar atrapados juntos en un elevador. Nunca he besado a nadie dentro de uno.

Jongin recordó las veces que se había imaginado a sí mismo dentro de un elevador con su amante imaginario que no tenía rostro. Bueno, ahora ya tenía voz.

—Yo tampoco —Jongin jadeó. Hacía tanto calor.

Me encantaría estar ahí contigo. Podría besarte todo el tiempo que tarden en llegar los técnicos. Por cierto, ¿ya presionaste el botón con la campaña? Debe ser un botón rojo, a veces es amarillo.

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