12. El gran día.

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Jongin estaba sentado en la primera fila frente al altar, entre Minseok y Jennie. La boda estaba a punto de empezar y todo el mundo ocupaba su lugar designado. En el aire se mezclaba la excitación colectiva entre murmullos y suaves risas.

Jongin tenía su mirada fija en el horizonte. El clima era perfecto, no hacía mucho calor y la brisa marina se sentía como una dulce caricia que apenas lograba desprender unos pocos pétalos de las flores del altar. Ese día se había prometido dejar de lado todas sus preocupaciones respecto a D.O, pero como ya era costumbre al agente no le apetecía apartarse de sus pensamientos. En la arena húmeda algunas aves daban saltitos esquivando a las olas mientras buscaban alimentos y Jongin no pudo evitar visualizarse a sí mismo caminando descalzo por aquella playa tomado de la mano de...

—¿Falta mucho? —Jennie interrumpió el hilo de sus pensamientos—. Como que se están tardando.

Jongin salió de su fantasía y observó el reloj que llevaba en la muñeca; pasaban quince minutos de la hora acordada. Se giró hacia Junmyeon, pero este hablaba en voz baja con Minseok y no parecía preocupado por la tardanza. Después observó a sus padres; su padre lucía aburrido y su madre impaciente.

—Es normal que la novia se tarde un poco en hacer su entrada, pero tu hermano ya debería estar aquí, ¿y en dónde está el padrino?

—No lo sé —Jongin respondió en un murmullo, había estado tan ensimismado que no notó que faltaban algunas personas.

—El organizador tampoco está aquí —Jennie añadió dando un disimulado vistazo alrededor—. ¿Tendrán algún inconveniente?

Jongin se lo pensó un poco, antes de acudir al jardín para la ceremonia, él había subido a la suite nupcial, en donde su hermano se encontraba. Jongdae estaba listo, el padrino de la boda estaba con él y todo parecía en orden. Mientras pensaba en ello, su móvil empezó a vibrar dentro de su bolsillo.

—Estaba pensando en llamarte —Jongin dijo tan pronto aceptó la llamada—. ¿Va todo bien?

¿Puedes hacerme un favor? —Jongdae preguntó con voz contenida—.  Cancela todo.

—¿Cancelar qué? —Jongin preguntó alzando la voz sin pensar en ello.

Jongdae no respondió, la llamada había sido desconectada. Cuando Jongin levantó su mirada, notó que todo el mundo le miraba.

Carajo.

Sin decir nada a nadie se levantó de su asiento y se dirigió hacia el interior del hotel. Notó que algunas personas le hablaban, pero no iba a detenerse. Técnicamente corrió hasta los elevadores y por primera vez en su vida no dudó al presionar el botón del piso más alto del edificio.

Intentó convencerse de que la sofocación que sentía no era más que preocupación por su hermano y aflojó su corbata. Cuando las puertas por fin se abrieron en el último piso, Jongin salió tan de prisa que casi chocó con la persona que esperaba frente al elevador.

Al notarlo, su cuñada lo esquivó e intentó escapar en el elevador, pero Jongin se paró entre las puertas impidiendo que estas se cerraran. Mina iba vestida con ropa normal, tenía el cabello suelto y el maquillaje corrido, además llevaba consigo una maleta de mano.

—¿Qué pasó? —le preguntó—. ¿Por qué te vas?

—Por favor déjame ir —ella pidió, limpiando las lágrimas que corrían por sus mejillas.

—Pero... Jongdae... —Jongin murmuró—. Él... ustedes se aman, lo que sea, podrán superarlo.

—Jongin, por favor —su cuñada respondió soltando su maleta. Dio un paso al frente y lo empujó suavemente fuera del elevador—. Lo siento, de verdad.

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