Capítulo 9

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Narra Skyler

Dios, había pasado los 43 minutos más estresantes de mi vida. Es que mi mamá prometió no avergonzarme mucho e hizo lo contrario. ¿Acaso casi todas las mamá tenían un álbum de fotos para mostrar a las visitas? No sabía, pero en mi caso mi mamá los tenía. Si, leyeron bien "LOS" en plural, tiene mas de treinta y un montón de videos caseros en casa.

Es que ser hijo único tiene sus desventajas. Después de la quinta foto donde estaba llorando por qué me asusté y se me cayó mi helado decidí huir de ahí. No podía seguir con esa humillación publica ¿Lo malo? Tuve que llevar a Mike conmigo a mi habitación.

"Puedes retirarte, pero lleva a tu amigo contigo. Pueden hablar más cómodamente en tu habitación"

Es lo que mi dulce mamá me había dicho y yo no tuve más que sonreír he invitarlo a acompañarme. Porque si por algo eran conocidos los Brook es por ser amables con todos, en parte era cosa de familia. Mis padres tenían un fuerte código de valores reflejados hacia una frase "Las cosas buenas que haces se te regresan, las cosas malas que haces también. Si haces más cosas buenas que malas, tendrás una vida llena de dicha y felicidad"

No tengo idea de que tarjeta de buenos deseos la sacaron, pero era una regla absoluta en mi casa. En fin, había tenido que meter a Mike a mi cuarto y era jodidamente molesto en todo sentido. No llevábamos ni cinco minutos y ya mi paciencia estaba cerca de su límite. Yo me había sentado en la orilla de mi cama mientras lo observaba.

—¿Puedes dejar de andar tocando todo?— Entrecerré los ojos y lo miré fijamente, que supiera lo mucho que me molestaba verlo tocar mis cosas.

—No puedo evitarlo, me da curiosidad ver tu "perfecta habitación"— Hizo comillas con los dedos con una sonrisa, la cual me moría de ganas de borrar con el "accidental" golpe de una silla.

—A mí me da curiosidad ver cómo se vería mi puño en tu cara— Pensé ahogando un suspiro por qué debía seguir siendo agradable con él.

—Tienes muchos libros...—Estaba husmeando en mis libreros, me daba igual. Por qué no tenía nada raro que ocultar.

—Si, como casi cualquier estudiante—Negue suavemente y trate de volver a concentrarme en mi libro— Ya no te voy a decir nada, solo trata de regresar lo que toques a su lugar.

Me rendi por qué al final hacía lo que quería y no tenía ganas de pelear con él. Camine un poco a para jalar el libro que tenía en el escritorio y regrese a sentarme en la orilla de la cama. Abrí el libro para darle un repaso, yo estudiaba mucho para poder estar a la altura de las expectativas de mis profesores, de los padres de familia y de casi cualquier persona que me conociera. Empecé a leer y para mí era muy fácil concentrarme al punto de desconectarme del resto de sonidos a mi alrededor.

Si no fuera por el sonido de mi alarma que me recordaba mi itinerario del día de hoy no hubiera regresado a la realidad, mire mi reloj, no había pasado tanto, unos diez minutos aproximadamente. Mire hacia un lado y di un pequeño brinco, es que olvide que el pelinegro estaba en mi habitación. Pero es que estaba tan extrañamente silenci...ay no.

—No sabia que te gustaban las historias de amor.

—Eso...eso no es mío.

—¿Ah no? Pero si esta lleno de notitas tuyas de las frases que te gustaron.

—¡De-deja eso donde estaba!—deje el libro que traía en la cama y por dejar me refería a que prácticamente lo lance como si no importara.

—"Él se acercó a mí y yo retrocedí un par de pasos hasta chocar con el casillero"— mis mejillas se calentaron al instante, no puedo creer que de todas las frases del libro justo había decidido leer esa en voz alta.

¿Sabes algo? ¡Te odio!Onde histórias criam vida. Descubra agora