3. Antojos

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Día 3. Antojos.

Katsuki se encontraba en casa. En su cocina para ser exactos; sus náuseas cedieron un poco hace unos días y ahora buscaba algo que picar.

Regularmente tomaba sus golosinas como las pica fresas de forma predilecta.

Esta vez al verlas se le vino otra golosina a la cabeza. Abrió el anaquel, y saco un frasco, lleno de los caramelos, en extremo dulces, de Shoto.

Lo abrió y comenzó a degustarlos. Se llevó con él el frasco hasta la sala, donde Shoto cambiaba los canales aún teniendo tiempo para relajarse mientras llegaba la hora de irse a trabajar.

El bicolor alzó las cejas al ver lo que traía Katsuki entre las manos.

Su esposo odiaba los dulces, en especial sus dulces.

—¿Por qué te comes mis dulces? —pregunta con puchero.

—Estoy embarazado, tonto ¿lo olvidaste?

—Lo recuerdo bien, pero no entiendo que tiene qu-.

—Ach —algo irritado pone los ojos en blanco— es un antojo, Shoto, duh.

—Oh. Así que ahora comerás mis ¿caramelos?

—Sí, pero no por mí.

«Pues espero que solo sea eso». Shoto podía ser muy envidioso con sus dulces.

[•••]

Lamentablemente para el héroe número 3, Katsuki o podría ser más bien su hijo o hija, solo comía todo lo que a él le gustaba; sus golosinas, por más dulces que fueran, Katsuki las comía, siendo que siempre las detesto. Sus pastelillos y postres favoritos, todos con cantidades exuberantes de azúcar que Shoto jamás hubiera imaginado que Katsuki, el hombre amante del picante, podría soportar. No obstante en lo que iba de la semana ya llevaba 12 pasteles de fresas, 15 envoltorios de chocolates e incluso con su limitado tiempo ya ha horneado, cocinado y realizado más de 8 recetas diferentes de dulces tradicionales.

Todo eso para el solo.

«No me dio ni un bocado…».

Se sentía muy mal, su amado Katsuki preparó cada delicioso postre que a él le encantaba, los cuales terminaron siendo devorados por su mismo creador.

—Estas comiendo demasiado dulce ¿no crees? —se acerca refunfuñando al sillón en el que Katsuki comía su vigésimo caramelo.

Este lo miro a los ojos, los rubí eran afilados, recordó cuando el dueño de estos le dijo que está en cinta.

Asombrado o sorprendido se quedan muy cortos a como se sintió, desprevenido, se tambaleó hacia tras, vio de arriba a abajo al hombre del que se enamoró hace más de 11 años.

Paso sus ojos dispares por su vientre y pansa; «Él, de verdad está…». Volvió a conectar miradas con él, sus ojos brillaban, como verdaderas piedras preciosas y su rostro serio fue reemplazado con una sonrisa junto con rubor en las mejillas. Ese instante fue como ser flechado una vez más.

—Oye —reclama notando lo disperso— ¿En qué estás pensando ahora?

—Nada —sonríe.

«Parece brillar aún más. Es hermoso».

Cuando Katsuki se rió, su cuerpo burbujeo. No le salían las palabras pero con una sonrisa siguió a su esposo hasta su habitación, el rubio se adentro al baño y salio con la caja. Esa que hace pocos años deseo y anhelo verla abierta, desde que la descubrió en su cajón. Se acercó al rubio, él abrió la caja. Ver la prueba de embarazo le provocó emoción, y algo de miedo. Pero Katsuki le mostró el aparato con dos rayas rojas y las semanas de embarazo. Tenía la boca abierta, su cenizo le pasó el objeto mientras cerraba su boca. Luego se apartó y volvió con una hoja.

«¿Cuándo se hizo una prueba de sangre?».

—Lo, lo siento. Te mentí, ayer fui a hacerme análisis, antes, en la mañana me hice la prueba de embarazo. Quise confirmar.

¿Katsuki puedo haber perfeccionado su habilidad de leerle el pensamiento?

Sonrió, sonrió lo más que pudo, con lágrimas acumulándose en sus ojos. Lo abrazo, se abrazaron. Katsuki estaba cálido. Sus corazones juntos cerca del otro siguieron su propio vals. Las piernas le temblaban, se llevó con él a Katsuki a sentarse en la cama. Acarició el cabello rubio cenizo y le susurró al oído “Te amo”.

Lo ama hoy y siempre.

Es lo que piensa al verlo comerse ahora una paleta de fresa helada —que no tenía idea de dónde sacó— junto a sus caramelos favoritos recién comprados está mañana, porque Katsuki se los había comido por completo, no le dejó agarrar ni uno.

—Te amo, glotón.

—Mira quién habla, el que se puede comer hasta 5 platos de soba fría en una sentada —le vio con cara de "Vete a la mierda" e inmediatamente cabio su expresión.

Eso le llamo la atención.

[•••]

Katsuki se paro del sillón de un brinco. Ante la mirada de Shoto fue a la cocina con solo algo en mente.

Algo que casi hace a Shoto replantearse todo lo que pensaba y sentía por su amado.

—¡¿Por qué soba?! Katsuki de todo lo que puedes comer ¿Por qué quieres comer lo que a mí me gusta? —lloriqueando y moqueando exige saber.

El bicolor hubiera preferido verlo comer cosas extrañas como pizza y helado revueltos.

—¡Callate!, ya te lo dije no soy yo, maldito, así que si quieres que nuestro hijo nazca sano ayudame a preparar la soba.

«Nuestro hijo». Puedo decir y replicar muchas cosas, como que aún no sabían el sexo del bebé, o que si al menos le daría un poco de soba a él, pero, oírlo decir esas palabras le pesaron más en el corazón.

Asintió limpiándose las lágrimas.

—Deja de ser un llorón. Habrá suficiente para los dos y podrás llevar al trabajo.

Los iris gris y azul se iluminaron.

Saltaría de alegría. En cambio mejor se limitó a gritar.

—¡Te amo mucho, Katsuki!

—¡No grites y deja de lloriquear! ¡Carajo!

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Hey…
Lo sé, me he atrasado,
lo siento, es solo que quería
ser feliz dos días y pues…
Nah, no se crean.
Estaba terminando proyectos
escolares, pendientes de hace
una semana xd.
Bueno seguimos acá con esto.
De todas formas les recuerdo
que no haré todos los días, por
cuestiones de gustos, en fin.

¡Espero les haya gustado,
gracias por leer, también por votar!

Misión: Bebé. [ Mpreg ]Onde histórias criam vida. Descubra agora