Capitulo I

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Viernes, 18 de marzo

Hazel

Después de pasar una horrible tarde en el colegio, ser libre era lo que más me hacía feliz. Todo este día fue de mal en peor. Empezando por la mañana en qué mi mamá me despertó a gritos, después de tener que cuidar a mi sobrina y venir al colegio, ya podía descansar. Me dirigía a la parada del bus lo más rápido que mis pies me permitían, cuando alguien empezó a gritar mi nombre. Me detuve a esperar a aquella persona que con tanta desesperación me llamaba.

—¡Hazel! ¡Hazel!— Micaela, una de mis mejores amigas. Venía a toda velocidad corriendo detrás mío— Hasta que te alcance, ¿Ya te vas?

—Si, mi hermano ya me ha de estar esperando en la casa. ¿Por qué?

— Mi mamá me pidió que le dé cobrando a una personas que le deben de su última venta, como salimos temprano, pensé en qué si me podías acompañar— Me dió una inocente sonrisa. Yo quería irme lo más rápido a mi casa y leer libros toda la noche.

Solté un fuerte suspiro— Bien, pero, si nos demoramos demasiado. Me voy.

— Lo sé, lo sé. — Empezó a caminar a la plaza que estaba cerca del colegio, por no decir al frente. Le seguí el paso, mirando alrededor y maldiciendo que el tiempo pasara tan lento.

Micaela se acercó a un vendedor y empezó a pedirle el dinero que les debía. Por mi lado, revisaba mi celular cada que podía para ver la hora.

6:19 p.m.

¡¿Solo había pasado 9 minutos de los cuales habíamos salido del colegio y yo sentía que había sido una eternidad?!

Cuando el señor le dió todo el dinero, Micaela me regreso a ver con una sonrisa de oreja a oreja, sacudiendo lo que tenía en la mano.—¿Quieres que le pida a mi papá que te deje en tu casa?

Negué por tercera vez, quería algo de aire libre ese día. Necesitaba estar sola y pensar en todo lo que me estaba pasando.

—Bien—Micaela no era alguien que se rendía fácil, pero aún así decidió aceptar mi decisión de ir sola— ¿Me avisas cuando llegues, si? Cuídate, Haz.

—Igualmente. Sabes que siempre te aviso cuando llegó, mamá— Rodeé los ojos de forma divertida. Mientras le daba un beso en la mejilla despidiendome, alguien captó mi atención. Un chico alto, cabello castaño, rizado y con lentes. Llevaba una guitarra colgada en su hombro, paso de largo de nosotras dos.

—Para que no te vayas sola, puedes ir con ese chico— Bromeó Micaela. Rodeé los ojos en forma de respuesta, cuando ví que subió al auto de sus padres, empecé con mi camino.

6:24 p.m.

Al ver la hora empecé a correr, no iba atrasada a mi hogar. En realidad siempre salía a esa hora por culpa de mis profesores. Pero quería descansar rápido, aquel chico no estaba muy lejos de mi. Cuando noto mi presencia, regreso a verme deteniendo su paso.

—Tranquilo, no secuestro— Alce mis manos a la altura de mi pecho, demostrando inocencia. Obtuve una pequeña risa de parte de él. Pensaba seguir corriendo cuando el se detuvo para caminar a mi lado.

—Soy Lucas, ¿Y tú? —Fue el primero en romper el hielo cuando estuvo a mi lado. Me estiró la mano, le devolví el gesto.

—Hazel, un gusto— Su mano estaba caliente, me preguntaba cómo. Estábamos en tiempos de frío, yo no lograba sentir la mía.

—¿Y cuántos años tienes, Hazel?—Me pregunto, cuando empezó a cambiar de rumbo al lado contrario por dónde debería ir.

—Emm, —Dude en decirle, y si era un secuestrador y terminaba siendo su próxima víctima— Tengo 17. Oye, sin ofender, pero yo debo de ir por el otro lado.

Todo lo que no pudimos serWhere stories live. Discover now