Capítulo VIII

27 6 0
                                    

Miércoles, 20 de abril

Hazel

8:34 a.m.

¿Por qué no te fuiste? ¿Por qué me diste esperanzas?

Pase toda la madrugada con Lucas, se quedó ahí esperando ver qué decían los doctores. No había comido nada en el día, eso hizo que me desmayara, habia estado afuera en la noche diciendo que iba a casa de Tony por una carpeta de nuestro trabajo, después todo era borroso. Recordaba la voz de Lucas y una chica antes de que perdiera la conciencia. Pero, no hay más recuerdos.

—Puedes irte, estoy bien.—Lucas seguía sentando a lado de mi camilla.

—Ya te dije que no me voy a ir—Era la quinta vez que negaba irse. La doctora Andrea quien estaba a cargo de mi tratamiento, me obligó a comer para después recibir la inyección diaria que debía tener mi cuerpo.

—¿Por qué no me dijiste que tenías una enfermedad?—El castaño se acercó a mi, tomando mi mano.

—Porque no me voy a morir, lamento informarte que he vivido con esta enfermedad toda mi vida, y se cómo sobrevivir con ella.—Su mano estaba caliente, me gustaba tener su contacto aunque sea el más mínimo.

¿Por qué fui tan idiota contigo? Es una completa estupidez que alguien me guste a los pocos días, tu más que nadie lo sabes.

Igual. Me hubiese gustado saber, por eso a veces no me respondías rápido. Pasabas en el hospital recibiendo tu tratamiento—Este logró decifrarlo antes que Omar, el había tardado todo un semestre en darse cuenta que iba al hospital. Eso que éramos mejores amigos desde los cinco años.

—Es muy notorio, ¿por qué debía decírtelo? Ya resolviste el enigma.

Este soltó un suspiro de frustración, —Mejor cambiemos de tema antes de que te aniquile, ¿Este viernes es tu graduación, no? ¿Ya tienes pareja?

Me había olvidado de esa absurda graduación, no tenía en mente ir. No tenía pareja y Omar iba asistir con Ingrid. Traidor, me dejó sola en esto.—No pienso ir a ese estúpido evento, ¿Por qué?

—¿Cómo que no piensas ir? Tienes que ir. No te graduas todos los días.—Lucas, hablas como mi abuela.

—Genial, asistiré a mi graduación de la universidad. Es más importante que la del colegio —Le di una sonrisa de boca cerrada. Este solo me entrecerro los ojos.

—Eres un caso perdido.—Este tiró su cuerpo al espaldar de la silla.

—Lo tomaré como un halago—Notese mi sarcasmo.

Cuando me tape con la cobija de la camilla, solo mis ojos quedaron afuera. Y mis ojos lograron visualizar a una hermosa mujer con vestido negro pegado al cuerpo, ¿Sharon Munson? Era una de las modelos más reconocidas en los tiempos. Mi mandíbula cayó al suelo en ese rato.

—Lucas, cariño—La señora Munson se le acercó dejando besos en la mejilla de su hijo—Tu papá me dijo que estabas aquí. —Cuando me vio, mi sorpresa aumento más—¡Hazel!—Exclamó, acercándose a darme un abrazo. Era igual que su hijo, amaba el contacto físico.

—¿Hola? —Dije, nerviosa.—¿Cómo está, señora Munson?

—¿Sabes de mi?—Se sorprendió está, como si no apareciera en millones de revistas—¿Lucas te contó sobre mi?—Se veía demasiado contenta de conocerme.

—Mamá..—Hablo Lucas. Pero ella solo se limito a ignorarlo, tenía una enorme sonrisa.

—No, Lucas no me ha contado de usted. He visto algunas revistas en la que aparece—Dije sosteniendo una que había en la mesa del hospital, en la que aparecía ella de portada—No sabía que usted era la madre de Lucas.

—¿De verdad? El me ha contado demasiado sobre ti. Es un gusto conocer a una chica tan encantadora como tú—Me pellizco la nariz después de eso.

—Mamá.. —Repitió Lucas, el estaba con un mano sobre su frente tapándose la cara. Logré ver un poco de su sonrojo.

—Ay cariño, pero es verdad. —Se giró hacia el dándole un golpe en la mano—Deja de taparte. Y mira lo encantadora que es Hazel. —Estiro sus brazos hacia mi, yo le seguí el juego y le di una sonrisa.

Lucas se rió de lo que hicimos, —Bien, yo sé que es encantadora. Pero la hermosa damisela debe descansar—jalo suavemente de la espalda a su madre.

—Pero osito, —Su madre le tenía varios apodos. Se me hacían tiernos pero a la vez me daban risa—Debes ir con Jennifer—Lucas cerró la puerta de golpe cuando su mamá estaba afuera de ella.

Arrugue la nariz—¿Quién es Jennifer?

—Una chica que conocí por ahí, —Dijo este acomodando los papeles que había tirado su madre.

—Eso ni tu te lo crees, "osito"—Repetí el apodo que le había dicho su madre, dándole una sonrisa burlona.

—Callate, Collins—Dijo este cayendo sobre la silla que antes estaba sentando y acercando su rostro.

—Estúpido poste—Acerque un poco el mío, conteniendo una risa.

—Hermosa, goro.—Este paso sus dos manos a mis mejillas llevando mechones de cabellos detrás de mis orejas, dejo sus manos reposando en mi cuello. Lo tenía demasiado cerca, sus ojos marrones no se despegaron ni un solo segundo de los míos.

—¿Que haces?—Murmure viendo sus labios. ¿Me iba a besar? ¿Está en sus planes hacerlo?

—Admiro lo hermoso que son tus ojos, —iba a seguir hablando, cuando ví la silueta de mi hermano en la puerta.

—¿Interrumpí algo?—Hablo este señalando a Lucas. Salió corriendo cuando vio a mi hermano.

—No, solo me entró algo en el ojo—Puse de nuevo mi cabello sobre mi para ocultar mi sonrojo.

—Claro, ¿Y te lo iba a quitar besándote?—Este tenía una sonrisa burlona. Me extendió mi desayuno.

—Idiota.

—Solo digo lo que veo, hermanita. ¿Por el era que me preguntabas del amor a primera vista?

Sentí como casi me atraganto al escuchar sus preguntas. ¿Era tan obvia con mis sentimientos hacia el?—No.

Este soltó unas cuantas carcajadas—Lo ibas a besar. Dios, estaba a punto de ver el primer beso de mi hermana.

Si antes sentía mis mejillas rojas, ahora toda mi cara estaba roja—Callate. ¿Quieres que todo el maldito hospital se entere que no he dado mi primer beso?

—Creo que era la única chica a sus casi 18 años que no ha dado su primer beso—Alberto estaba mordiendo su labio inferior para no reírse más.

—De seguro hay más chicas que no han dado su primero beso a mi edad, ahora solo cierra la boca.

—Claro, pero si fuera Anderson—

—Callate, cállate. No es cierto.

Ese mismo día me dieron de alta, claro, después de batallar conmigo porque no me quería inyectar. Pero aún así me obligaron, mamá dió unas cuentas reglas más cuando piense salir sola a la calle. Avisar dónde estaba, para que salía y cuánto iba a tardar. Si, mamá era alguien que tenía reglas para todo.

—Tia Hazel—Marcela se me tiró encima al verme llegar a la casa.

—¡Marcela!—La alce con las pocas fuerzas que tenía mis débiles brazos.

—Ten cuidado Marcela, tu tía acaba de salir del hospital—Marizza, mi hermana mayor salió de la casa para saludarme y regañar a su hija.

Iba a discutir un poco con mi hermana de que estaba bien y que no regañara a su hija, pero tú mensaje me desconcertó—Me dijeron que ya saliste del hospital, me alegra saber que ya estás bien. Estoy en la universidad, en la noche te escribo, goro ;)

Estaba perdida. Y tal vez no quería que alguien me encontrara, nadie más que tú.

Todo lo que no pudimos serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora